sábado, 31 de diciembre de 2011

LLEGA EL FIN DE UNO Y EMPIEZA EL FIN DEL OTRO


Hay proverbios que se convierten por si mismos en predicciones, tan sólo en un pequeño espacio de tiempo. Eso debe de pensar el Sr. Rajoy cuando muchos de nosotros decíamos al unísono aquello de “no digas de esta agua no beberé…”, horas antes de ser investido Presidente del Gobierno de España.
“A las pruebas me remito”, apenas han pasado unos pocos días para ver como el nuevo gobierno pone en marcha el mazo de la austeridad tan proclamada. Un mazo que se ha vuelto demasiado obsesivo, que sólo ha tenido en cuenta los pros, es decir, el ahorro contra el déficit, sin ajustar las necesidades primarias que nos mantengan a flote.
El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se ha visto involucrado de nuevo en el reajuste más firme, uno más de los que viene soportando en los últimos años. Una reducción que agrava más aún la situación de la I+D+i española tras establecerse un recorte de más de 600 millones de euros. ¿Qué nos costará a corto-medio plazo el ahorro que se ha impuesto en este momento? Aquí empiezan los contra a está decisión nada acertada, si un país que se encuentra a la carrera del crecimiento no sólo europeo sino mundial, frena en esa aceleración que le acerque lo máximo posible a la cabeza, no hay lugar a dudas de que hasta una nueva oportunidad le tocará pagar por su demora de forma contundente y onerosa.
Cada cual a lo suyo parece ser una de las entradillas que pasarán a la historia de este país. Mientras el anterior Gobierno optó por el despilfarro, la mala gestión de las administraciones y el mirar hacia otro lado cuando la crisis comenzó a inundar de deudas los hogares españoles, Rajoy aprueba el mayor recorte de la historia y una gran subida de impuestos.
Veremos las nóminas de los trabajadores, a causa del IRPF, más endebles a partir del mes de Febrero y el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI) vendrá a visitarnos apremiando con su exigente subida.
Los discapacitados verán sus ingresos aumentar imperceptiblemente. Si ya es realmente inaceptable que la Ley de Integración Social del Minusválido (LISMI), no obtenga resultados para la inserción laboral de este colectivo, aquellos que necesitan especial atención no notarán ventaja alguna respecto a este año que acaba. La nada frecuente preocupación por aquellas personas capaces de formar parte de nuestras empresas, plenamente capacitadas y formadas, seguirán en el ostracismo de las decisiones políticas del actual Presidente.
Mientras algunos sólo notarán austeridad, destrucción de empleo e indiferencia en los nuevos gestores de este país, las cosas seguirán cambiando por propio interés. Las cajas de ahorro mejor asentadas en el sector financiero español, como uno de los pilares de la economía de nuestras familias, serán beneficiadas por un cambio en la Ley promulgado por el Sr. Rajoy que las hará seguir siendo garantes de sus intereses, aunque controlen menos de la mitad del banco, sin necesidad de pasar a ser fundaciones dependientes.
Los recortes del sistema de ayudas sociales seguirán con paso firme su caída al deterioro. Una caída que arrastrará en buena medida las esperanzas de familias sin recursos, con hijos en edad escolar carentes de interés por las administraciones competentes. Esos niñ@s que serán los futuros ciudadanos de un mañana que se les presenta descorazonador.
Nada de todo esto podrá cambiarlo un sacerdote privilegiado en una misa al aire libre, promulgando una religión a la que cada cual le da su particular perspectiva, vilipendiando los derechos de las ciudadanas para ejercer su libre conciencia, sin que por ello se las tache de la lista del cristianismo. La política tiene que cambiar para que el país cambie con ella, al igual que la religión debe de modernizar su doctrina para adecuarla a los tiempos que corren. Nadie puede coartar la libertad del otro sin ver peligrar la suya propia amigo Rouco, al igual que es obligación de los obispos demostrar el interés de la iglesia por la familia y no un sacrificio asistir a eventos como el que preparó usted ayer.

Juan Antonio Sánchez Campos
31 Diciembre de 2011

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