lunes, 19 de diciembre de 2011

MOTÍN EN LAS LETRAS


Los ajustes en los cuales se basará la política del nuevo gobierno popular están empezando a tocar fondo antes de ser legislados oficialmente. Una desmedida obsesión se ha apoderado de los futuros representantes de la política en nuestro país, llevándoles a confundir los conceptos de austeridad con los de privación.
Entramos en la fase del deterioro de la imagen de nación culta, convencido de que a lo largo de la historia ha tenido mucho más que ver su bien ilustrada situación de primacía para muchos de los habitantes del mundo, que la inventiva de aquellos a los que la historia les ha privado de tan deseado galardón.
Nos hemos servido de la cultura como vía de acercamiento a países potencialmente con rentas superiores a las nuestras, llegando a  sostener acuerdos y bases de entendimiento recíproco que nos han llevado a mantener una posición de respeto en la diversidad cultural, la riqueza de nuestra lengua y la magnificencia de autores traducidos a multitud de idiomas.
Como país embajador de la lengua y la cultura nos ha perseguido la idiosincrasia en nuestras raíces, la cual forjó nuestro prestigio hace lustros, en el convencimiento absoluto de ser portadores de una bien ganada sabiduría allá donde vayamos. Sin querer ser demasiado comedido debo de añadir en mi defensa que, a pesar del mal momento por el cual estamos atravesando, la cultura no debe de ser de ningún modo lastrada en sus necesidades. Volvemos a encontrarnos con la división negligente de los reajustes preliminares al recorte parcial, las nuevas tecnologías, el desarrollo y el progreso no serán posible sin una formación educacional que sólo será posible mediante el mantenimiento de la cultura por el organismo competente, su Ministerio.
Un gobierno que se precie de ser portador de llevar en sus alforjas la pluma de D Miguel de Cervantes Saavedra, la brocha de D. Francisco de Goya y Lucientes, el fino pincel de D. Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech o las manos de D. Pablo Ruíz Picasso, no debe interpretar el reajuste de la cultura como un acto de salvación a los intereses de los ciudadanos. Para llegar a ese extremo debemos de agotar todos los recursos posibles, estudiar protocolos de actuación que lleven a un equilibrio puntual entre la necesidad y los recursos administrables en lo concerniente a la educación y la cultura en España.

Juan Antonio Sánchez Campos
Diciembre/2011

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