martes, 25 de febrero de 2020

Una lista infinita de vidas para alquilar


#JasCapaz
24/02/2020
Alguien que revisase por curiosidad en un lugar sin detallar en cuestión un pequeño libro titulado Constitución Española 1978, ojeando relajadamente sus artículos hasta llegar al 47 se sonreiría entre irónico y escéptico, entre malhumorado e indignado ante tamaña presunta mentira que tal norma refleja y que en realidad no es visible en la actualidad por ningún lado.
Sí, una vivienda digna para todas y todos, proporcionada por las instituciones públicas que vigilarán en todo momento La especulación de los terrenos, el inflado de precios por las entidades bancarias, bajo estrictas normas de forzosa obligación por parte declaras vendedoras finales, las inmobiliarias más relevantes del mercado.
Los fondos buitres vigilan acechantes las propuestas del sistema público para hacerse a unas decenas de euros el metro cuadrado y revertirlo en unos miles en poco tiempo al ciudadano. Conscientes de que el mercado inmobiliario es la base de la estructuración familiar, el bastón de apoyo al equilibrio de la natalidad y la formación de bienestar social nada hacen para impedir los abusos del mercado inmobiliario, la vigilante actuación sobre los precios de arrendamiento que inconscientemente buscan la fórmula más carroñera para que los propietarios se enriquezcan a costa del sufrimiento de la ciudadanía. Porque los precios son altos las viviendas son alquiladas a varias personas a la vez, por habitaciones, en régimen de casi hacinamiento en un país que se dice europeo de pro.
Dicen algunos juristas expertos presuntamente abonados al negocio privado que disponer de una vivienda digna, un alquiler razonable y un techo que nos cobije va sujeto a una obligación de las instituciones competentes del Estado y que pasa a ser relegada ya que antes de dicha obligación existe el derecho de propiedad privada o herencia; la misma herencia que dejaran las familias excluidas socialmente, los parados de larga duración, los perceptores de prestación por discapacidad y los pensionistas sin recursos a los que queden detrás cuando estos desaparezcan ¿La meticulosidad de los artículos forman parte de la insignificancia de su mandato o por el contrario trata de embarullar la incompatibilidad de su razonamiento con la relevancia de su finalidad? ¿Es para un ciudadano o ciudadana de bien sentirse ninguneado entre lo que el aparato legislativo parafrasea como obligación y lo que con presunción alegan en lo judicial? ¿de dónde sale la posibilidad de crear una familia, tener hijos que vayan a la escuela, generar gasto a la bolsa de la compra, mover el mercado autónomo o sonreír de vez en cuando? ¿quién debe considerarse poco apto para regir el destino de la nación, para prometer lo que no puede, para mentir como un charlatán y creer que la deuda con Europa está por encima del bienestar de los españoles?
La población envejece y hasta para hacerlo le cuesta el dinero de su escasa pensión, dedicándola a satisfacer las necesidades de hijos y nietos que no tienen posibilidad alguna de cobijarse en casa propia, aunque sea de alquiler, debiendo sufrir las penurias de una situación que comienza a ser insostenible.
Volviendo al caos del arrendamiento. Es significativo que los precios sigan aumentando y nadie haga nada para intentar solucionar el problema, que las viviendas turísticas sean un negocio para algunos y una pérdida de poder acceder de los que viven soñando con crear una estabilidad en su vida propia de la dignidad con la cual la Constitución Española nos marca. Sobran viviendas, escasean los sueldos y nadie asume la posibilidad de que un alquiler de trescientos euros al final atraerá riqueza para el país, más gasto en la bolsa de la compra, en los negocios, en el ocio, en todo lo que se llama abastecer de recursos al colectivo social del país.
Pero parece que les interesa más el atraer el turismo extranjero que se instalan en las viviendas turísticas con el culo al aire en los balcones, e incluso les viene mejor que sean media docena de personas que nada tienen en común convivan en una misma vivienda a trescientos euros los diez metros y los centímetros que le pertenezcan en el inodoro o el plato de ducha; parece que les viene mejor a los de las instituciones, a esos que presuntamente negocian con nuestras vidas y manejan a su antojo el dinero del contribuyente, maniatando la probabilidad de llegar a equiparar en algo la media nacional del trabajador y el dinero de las pensiones no se vaya por el forjado de las obras ajadas en solares construidos en medio de la nada y habitados por pájaros o pequeños roedores a la sombra de esperpénticas estructuras con los buitres al acecho, ansiosos ante la perspectiva de poder llevarse otro festín a unos beneficios lucrativamente opíparos, con total tranquilidad de movimientos ya que además la ley les da la razón y dicen que son derecho de propiedad privada, sin advertencia o consejo alguno a promover justamente su insultante falta de obligación para el fomento de intereses sociales.
Creo que estamos padeciendo la sinrazón de un momento político que desborda a sus integrantes, especulando con posibilidades que nunca llegan, haciendo demagogias que nadie cree y manejando unos tiempos suficientes para irse de puntillas dejando el panorama empobrecido de una sociedad apática y destruida por sueños inalcanzables.