jueves, 28 de mayo de 2020

No sabíamos lo que iba a pasar


La historia nos demuestra que las situaciones adversas forman parte de la vida del ser humano. No ha sido en muchas ocasiones del todo afortunado el transitar de cualquiera de nosotros por la vida, el éxito ha estado siempre menospreciado si esté no era lo suficientemente visible cómo para no pasar desapercibido y por el contrario, el fracaso es una consecuencia de nuestro intento por llegar a la exelencia y a ser objeto de elogios por parte de los demás, un error manifiesto que carece de validez, no podemos fracasar si no osamos buscar prosperar en conocimiento y valores para así poder hacer participes de los mismos a quienes sepan apreciarlos.
Nos exponemos a una lucha constante por la supervivencia, a una dependencia de los demás para proteger al máximo nuestra debilidad y no somos conscientes de que la vida, en su trayecto hasta el final es una carrera repleta de obstáculos que en muchas ocasiones son imposible de saltar o ni tan siquiera llegar a sortear. Esta pandemia ha venido a dejar al desnudo nuestros grandes fracasos y los éxitos se han diluido entre el miedo y la desconfianza de un mañana diferente; nos creíamos en el pódium de los vencedores y nos hemos dado cuenta de que somos uno más de los millones de seres humanos que habitan el Planeta, salvo por una calidad del entorno menos angustiosa y severa que otras muchas civilizaciones y culturas existentes. Una vez más la realidad ha superado a la ficción, ha confirmado la fragilidad innata de nuestra especie pero por el contrario, ha sacado al exterior lo mejor de cada cual; algo que debemos incorporar a ese presente y futuroque nos aguarda.
Se ha hecho indispensable para intentar entender como nos ha ocurrido esto, el por qué de no haber atendido con celeridad los avisos y llamadas a la prudencia hacer uso del pensamiento critíco, reflexionar sobre lo que está ocurriendo y fomentar los cuidados que nos lleven a la previsión y provisión de medios capaces de sustentar los daños que  nuestro sistema ha dejado al aire, a la vez que ponernos en guardia para atender lo que pueda venir como consecuencia de una desacertada actividad sin acatar las normas que promueven los que saben de la peligrosidad de la pandemia y que con una indisciplina absoluta incurrimos a diario.
Debemos aprender a respetar y valorar la ciencia, a creer en la investigación y proteger la sanidad a nivel público, sin que intervengan factores de carácter privado que conlleven el deseo de obtener beneficios lucrativos y prioricen el uso de los éxitos conseguidos en las maniobras del capitalismo farmacéutico a salvaguardar la salud de este mundo tan globalizado, sin excluir a nadie y sin priorizar ingresos para conseguirlo.
En su afán por mantener posiciones la política establece murallas de protección a todos los niveles, es una necesidad  más de tenernos aleja dos de declaraciones impostadas, las que nos harían reflexionar con sentido común y de las que nos daríamos cuenta que tan solo sugieren un protagonismo carente de moralidad y ética. La información exagerada y su exposición a los medios conlleva fomentar la idea de que los demás nada aportan.
Se están volviendo inútiles las manifestaciones de algunos líderes europeos, al igual que quienes se encuentran en una oposición grotescamente repleta de obscenidades lingüísticas que quieren basar el diálogo en sus propias conclusiones; si para llegar a estas es necesario atraer la atención mediante actos incoherentes que aquellos aseveran de sentido común, se nos hace más difícil salir de la incongruencia de una situación que tergiversa los datos en beneficio propio, postergando lo ajeno a un lugar de escasa o nula importancia.
Cuando llego la pandemia se instauro en nuestras vidas una nueva forma de interactuar con los demás, las nuevas tecnologías desplazarón por completo al trato personalizado y el ascenso de demandantes de espacios virtuales convirtió en un verdadero paraíso de sustanciales beneficios a las empresas lideres en las redes y propietarias de recursos hasta ahora desconocidos por una gran mayoría de gente de una generación acomodada en el espacio reducido de su navegador o en las aplicaciones de sus télefonos móviles.
Alguién dijo en una ocasión  “No somos mortales al final de nuestra vida, sino durante toda ella”; tan cierta es está afirmación que tendríamos que grabarnosla en la memoria, hacer filosofía de una verdad que viene a demostrarnos de manera escueta quienes somos, dónde vamos y a que sentido tenemos que dirigir los pasos para hacer más llevadero el camino. jasc

lunes, 25 de mayo de 2020

Compartir es lograr el éxito


Son los errores los que conducen al acierto, saber en dónde se ha cometido tal error es aspirar al conocimiento y eso pasa por una inversión adecuada al sistema de investigación de los países que buscan obtener recursos con materia propia y medios residentes.
Desde la obviedad de que en un mundo globalizado que ahora sufre el impacto de un virus desconocido, no es difícil encajar cual de los países enfrascados en conseguir la vacuna o el tratamiento viral óptimo para proteger a sus ciudadanos sería más beneficioso para la población mundial y  más conveniente por su imagen como mejor colaborador para el beneficio común de la humanidad. Es contraproducente ser únicamente reservorio de tus propios logros; temas como la salud y la vida de los habitantes de un Planeta asolado por multitud de enfermedades y pandemias es suficiente razón para compartir cuántos avances en remedios científicos aparezcan para contrarrestar no sólo la enfermedad que ahora nos provoca ansiedad, sino otras muchas que asolan el mundo, las cuales en la actualidad están inmersas en el olvido por razones que aunque a la mayoría  resulten evidentes en países catalogados como desarrollados, deben seguir siendo abordadas con la máxima urgencia.
Se ha vuelto un gesto interesado decir que los científicos nos engañan en las redes sociales, seguramente proveniente de políticos interesados en hacer de la pandemia un manifiesto simbólico de oposición desacertada, esgrimiendo como válido que los científicos “están dando palos de ciego o que “nos están engañando con los datos que cada día nos suministran,
Lamentable incoherencia “a todas luces” incluso usando eso tan de moda como son las descalificaciones vertiéndose desde algunas instituciones y medios de comunicación que manejan a su antojo y con absoluta ignorancia el concepto de ciencia, capaces de dar por buenas afirmaciones irresponsables basadas en bulos, con la malsana intención de manejar el miedo de la ciudadanía ante este dramático escenario.
Hemos visto a lo largo de estos más de cien días como la prudencia de la élite científica mundial ha estado repleta de dilemas, interrogantes, especulaciones y un sinfín de intentos por avanzar con celeridad para frenar al virus covid19; pero se sigue trabajando sin descanso a todos los niveles en busca de un tratamiento eficaz. Porque la ciencia avanza del mismo modo que vendrán nuevas enfermedades a lo largo de los años o en un futuro que todavía viviremos atemorizados y contra esta situación, la única opción es la inversión en investigación y la protección de la sanidad pública, algo que nos ha costado demasiado daño aprender en pocas semanas y que hemos pagado a un alto precio en vidas humanas.
No es menos cierto que en nuestro país ha surgido un espectacular aumento de gente que de pronto, sabían más que los propios investigadores utilizando tan solo el navegador de internet como arma premonitoria de lo que iba a suceder al día siguiente. Las falsas noticias parecen alimentar la desazón y a la vez provocar una especie de  distopía en la población con miradas diferentes, algunas inconscientes venidas de la desinformada sociedad en aspectos que antes nos resultaban irrelevantes, alejados de nuestro sistema y más dados en otras latitudes del globo terráqueo que en nuestra propia comunidad; por otro lado, la insistencia de la clase científica por alertar de las graves consecuencias que tendría la llegada de la pandemia a nuestro país, si no se tomaban de manera contundente medidas para aplacar su rápida y letal expansión.
Todo lo que contribuya a convertirse en un maremágnum de interés político debemos de desplazarlo de nuestras prioridades, al igual que basarnos en opiniones inanes de personajes carentes de conocimiento científico. Ahora toca aspirar a sortear la situación de la mejor manera posible, atender la demanda social, económica y laboral de la población y surtir de recursos a los más débiles e indefensos; estos últimos ya comenzaban a ver un plato de comida digno en su mesa desde que avanzamos en medios tras la crisis galopante, la misma que en dos meses cumplirá ocho años, pagando intereses por el rescate a la banca y sin que aparezca apenas culpable alguno de sus devastadores efectos, ni nadie que se arrepienta lo más mínimo de que mientras la pobreza, exclusión social y desempleo aumentaba desenfrenadamente en nuestro país, un grupo de miserables se iba lucrando del erario público.
Bueno, puede que en un futuro próximo veamos la luz con el remedio a la enfermedad que de modo imprevisible vino a azotarnos provocando fisuras a una normalidad que afecto de pleno a nuestras vidas, aunque no debemos olvidar que junto al dolor declarado con el virus tenemos otros problemas por resolver que dañan igualmente a la salud de esta sociedad como son las ayudas a las familias sin recursos,  la adecuación del sistema sanitario o el diálogo social que ahora se encuentra en ralentí tras una mala gestión del Gobierno al aliarse con tal de salir a flote de una situación que no debería haberse producido si quienes están para protegernos lo hubiesen hecho llevándolos a cometer el error de una firma hasta entonces impensable  con extraños adeptos de pactos ocurrentes.
Lo únicamente cierto es que de esta situación saldremos unidos, no hay lugar a ningún otro género  de dudas que las provenientes de la clase científica, la otra ciencia la política, es la que debe andar con pies de plomo sobre el infernal horizonte que sin diálogo y altura de Estado se puede producir en nuestro país, una nación como otras muchas no solo del continente europeo sino del mundo y que se encuentra demasiado sensible para oír declaraciones que vulneran el respeto y atentan contra el sentimiento doliente de la ciudadanía. jasc

domingo, 24 de mayo de 2020

Avanzar por el aire para seguir viviendo


Utilizar en conciencia las fuerzas de la Naturaleza, sol, viento y agua constituyen comenzar a regenerar el modus operandi de una sociedad que sufrirá cada vez más el azote de las catástrofes producto de los contaminantes. El carbón y el petróleo se nos han vuelto enemigos de consecuencias irreparables si no frenamos su utilización a tiempo; el desempleo que repercutirá en la modernización de nuestro sistema energético será momentáneo, es indiscutible que derivará en cientos de miles de empleos a corto plazo y esto, añadido a una mejor calidad de vida, será significativamente productivo en un futuro inmediato.
Notaremos la desaparición de enfermedades crónicas provocadas por plásticos derivados del petróleo, generaremos nuevas herramientas de coexistencia entre la industria y la revolución de las energías renovables en nuestra vida, aprendiendo a fomentar el cuidado de nuestras calles, el respeto al medio natural y el compromiso con el entorno que habitamos.
Tenemos delante la oportunidad de comenzar a cambiar la manera de actuar ante los desastres naturales, incendios, inundaciones o fenómenos costeros nunca vividos es acertar e invertir en pro de una sociedad más sana y reconfortada, con menos patologías crónicas provocadas por la densidad de partículas nocivas en el aire de nuestros pueblos y ciudades y por una radiación alarmante de un Planeta que estando ahí, no le damos importancia  a su gran capacidad de generar energía beneficiosa para la especie humana.
Para comprender que realmente llevamos equivocados demasiado tiempos solo tenemos que indagar en las consecuencias del deterioro natural del ecosistema, inmerso en un avance constante hacia un cambio climático que repercutirá de forma inimaginable en la salud no solo de la especie humana sino de cualquier tipo de vida con la que compartimos el Planeta. Los campos se secan, la sierra arde, los ríos pierden su cauce por culpa de una urbanización inaceptable, las plantas y muchas especies desaparecen y nos quemamos sin remedio en nuestra propia ignorancia.
Ahora, cuando seamos capaces de mantener a raya el virus que nos ha venido a paralizar nuestro sueño, bien sería coger con determinación un avance en la transición ecológica, analizar detenidamente y llegar a la determinación de que aún estamos a tiempo de tomar con resolución las medidas necesarias para comenzar a implantar nuevos sistemas de energía a los hogares, la industria, la rutina diaria y todo aquello susceptible de ser renovado con el uso de la ingente cantidad de energía inagotable en nuestro país. Gozamos de un sol generoso, un monte rico en materia productiva no fósil, un aire suficiente con el que abastecer a millones de hogares y una riqueza hidráulica sin sacarle el partido que las circunstancias requieren.
Pero no solo avanzaremos en calidad de vida, en salud y en previsión, estaremos enfocando el gasto de las familias a niveles apropiados a las mismas, máxime viniendo de una crisis social y económica producto de la pandemia que sobrevuela nuestras cabezas; la transición hacía un mundo más verde y menos contaminado nos tocará el bolsillo, algo tan esencial para resguardar las necesidades básicas de los hogares. La biomasa que abunda en nuestro territorio será argumento más que suficiente para acabar con la degradación provocada por el plástico venido del petróleo o energías contaminantes derivadas.
Todo ello contribuirá a la protección de nuestro sistema sanitario, al control de enfermedades y a éxitos venideros si hacemos las cosas como la naturaleza y el Planeta Tierra demandan. jasc

sábado, 23 de mayo de 2020

De “ok boomer” a “influencer”


Vaya, parece ser que del “ok boomer” hemos pasado a los “influencer” en menos de un año. Los que se jactabán de despreciar ideas concebidas desde la sapiencia de los años han caído en la más absoluta ignorancia. Vivimos unos años de lucha estudiantil, de cambios notables ante la perspectiva de que la dictadura algún día acabaría, disfrutamos como nadie de una Transición pacífica y alentamos en las calles la llegada de la democracia a nuestro país.
Las nuevas tecnologías vinierona nuestras vidas cuando creíamos haber aprendido todo cuanto la vida nos había enseñado hasta ese momento, nos vimos en una avalancha de nuevos cambios en nuestra manera de concebir tareas cotidianas y tuvimos que esforzarnos ante la idea de que esta rutina coexistiría definitivamente con la experiencia atribuida al paso de los años.
Pues bien, como suele ocurrir con esa sociedad que demostró solidez, compañerismo, solidaridad y comprensión, hemos vuelto a ganarle la batalla a lo novedoso y llegar a implementar en la cotidianeidad, las tareas profesionales y el entorno; un reto que hace unos meses ninguna de las generaciones digamos venidas de la modernidad del sistema hubiesen confiado que experimentásemos.
No hay nada ni nadie que  pueda frenar el avance del conocimiento si este es tomado como parte fundamental de nuevas experiencias, máxime si además esto conlleva la adaptación, la inclusión social y la suma de valores; teniendo en cuenta una superación de barreras sociales aun por derribar en el colectivo de la discapacidad como es mi caso; erróneamente califican poco rentable al mercado laboral por desinformación y desconocimiento en el uso de las herramientas tecnológicas que abastecen el devenir de las personas con cierta dificultad o ceguera total. Pero más allá del colectivo del cual soy integrante y con el  que me siento comprometido para  demostrar las capacidades de estas personas, el cual se encuentra intrínsecamente ligado a mi adn personal, social, profesional y ético con todas ellas, se encuentran verdaderos iconos de nuestra generación con una aptitud exigente para con ellos mismos y capaces de ser idolatrados por muchos de aquellos ignorantes que nunca imaginasen hasta donde llega nuestra capacidad de adaptación.
Hemos demostrado sobradamente hasta dónde somos capaces de llegar en el empeño, hacer visible que aquellos nacidos en los sesenta son la base fundamental de la democracia, transmitiendo la idea de tomar conciencia de que los que sujetan la libertad de expresión en las redes somos capaces al unísono de transformar definiciones que denotan obsolescencia por palabras que desarrollan competencia a todos los niveles de esta sociedad; es inadmisible quedarse varado en la duda habiendo personas que con su discapacidad, le sobra conocimiento, valores, competitividad y empatía para afrontar cuántos retos se nos pongan por delante.  jasc

viernes, 22 de mayo de 2020

El “comecocos” que resurgió de los escaños


El “comecocos” cumple 40 años, ha crecido a la par que la Constitución del 78 y parece coincidir en ser una de las más eficaces herramientas contra el tedioso panorama político. Los laberinticos pasillos por los que se mueve son circunstancialmente similares a los del Parlamento, con paradas técnicas en los despachos de los diputados para salvaguardar el momento de lanzarse de nuevo a su objetivo por alcanzar la meta; el final de una alocada carrera que es en el colectivo de sus moradores, llegar al poder de la Cámara y alcanzar el éxito.
Lo que veíamos grotesco e insustancial en los escaños se ha convertido en una suculenta arma para entrelazar opiniones mediante el uso de las nuevas tecnologías, mantener conversaciones virtuales con quienes tienes al lado o dos peldaños más arriba o abajo se ha convertido de la noche a la mañana en una herramienta necesaria en las manos de los representantes políticos. Pueden derivar en pactos ocultos que se traducen en posibles traiciones, también sugieren respuestas al interlocutor que interpela desde el atril y hasta coincidir en la elección del almuerzo a tomar durante el receso.
Fue posteriormente Tetris el juego que reunifico la demanda de aquellos y aquellas que con sus télefonos recién estrenados en un pac reservado a sus señorías, coincidieron en apostar ante la libertad de tener en sus manos el entretenimiento sugerente con el que pasar el aburrimiento de unas maratonianas sesiones parlamentarias. Vinieron tras estos algunos más modernos, pero lo “vintage” siempre es lo ocurrente en las lanzaderas de novedades tecnológicas y de ocio para el pasar de las horas. Claro que no me olvido de los juegos de palabras con las que diseñar sus nociones literarias y lingüísticas, o de las preguntas, aunque resulten a veces menos apropiadas para el fugaz entretenimiento al coincidir apretar el botón del sí, no o abstención, que ya le ha pasado a más de una de sus ilustres residentes en escaños pulsar erróneamente al compás del Triviaador o del Candy Crash entre otros muchos a elegir en una larga lista de sugerencias.
Pocos son los escaños que se salvan de la apariencia real, podemos reseñar que habrá quién mantenga su antiguo móvil, raro pero cierto, lo resaltable es que la mayoría se surte de buenos instrumentos para twittear a placer, jugar con dejadez de sus funciones o maniobrar contra alguien con una irónica sonrisa en los labios.
Sea como fuere el uso indebido es notable, atendiendo únicamente a compromisos súbitos por causas ajenas a la situación sí tendría disculpa el uso del teléfono móvil por parte de los diputados y diputadas, pero sinceramente no hay causa alguna que suscite mayor falta de educación que hacerlo mientras alguien habla para ser escuchado, otra cosa es que estés o no de acuerdo con lo que manifiesta el hablante. Vamos que esto va a tener que ser como en algunos colegios, el teléfono apagado mientras se está en clase o se lo retiramos de las manos y además le aplicamos la sanción preceptiva que figure en la norma, si es que hay normas para estos personajes claro. jasc

jueves, 21 de mayo de 2020

Cuando la prorroga se convierte en mercadeo


En una situación excepcional debemos hechar mano de leyes excepcionales que vengan a aportarnos algo de tranquilidad. Este es el caso del Estado de Alarma en el que nos encontramos y cuya finalización según el Gobierno a través de su Ministro de Sanidad, el propio Presidente y los abogados del Estado coinciden en ser la única herramienta capaz de protegernos en una desescalada que essta siendo prudente, como no podría ser de otra manera, a pesar de algunos incidentes reseñables con finalidades políticas y algún que otro descerebrado que se salta las normas confeccionadas para la ocasión, uso de mascarilla, distanciamiento social o reuniones inconscientes producto de una nula capacidad de convivencia o una ignorancia severa delictiva y maliciosa.
Aquíi no hay intereses políticos, a ver si se enteran de una vez los señores de la derecha y los que se encuentran aun más a su derecha enredados en la polémica nada constructiva. Estamos en un periodo de nuestra vida que tenemos que andar con el rabillo del ojo ante un posible rebrote de la pandemia; es con esta ley con la cual conseguiremos ir frenando paulatinamente el contagio, no a costa de que todo sea previsible de generar economía sin poner en riesgo la vida de los ciudadanos, de nada nos valdría una nueva oleada de positivos, posibles victimas mortales o confinamiento de la sociedad por el hecho de cuantificar en dinero las perdidas de vidas en un ascenso poco precavido y más pensando en intereses propios que en el conjunto de la sociedad.
De leyes saben los expertos, de enfermedades los profesionales sanitarios, de virus los investigadores y científicos; dejar trabajar a estos es hacerlo en pro del bien común de la ciudadanía, fracasar por hacer caso omiso de los avisos de máxima prudencia es frenar en seco la esperanza de que esto acabe cuánto antes, a pesar de que para hacerlo de una manera segura tendremos que esperar a una vacuna o un tratamiento viral pero hasta que eso llegue, sigamos haciendo las cosas como estos aconsejan.
Si miramos a socios europeos podremos darnos cuenta de que tanto en Alemania y Reino Unido como en países que encumbran su poderío con respecto a la UE, caso de Rusia,  el uso de la mascarilla sin una ley que no solo aconseje sino que sancione, ha hecho brotar focos de contagio y sumado cientos de víctimas mortales a su  lista. En Valencia una parte de la sociedad como  ocurren otros lugares de España no se ha  dado por aludida  a los avisos de prudencia emitidos por la Administración y hasta una de las ciudades más cosmopolita de Europa, Barcelona, ha preferido resguardar a sus habitantes por miedo a dar rienda suelta a la masa social, no parece estemos preparados para transitar por estos nuevos tiempos si no es a cambio de que nuestro bolsillo se vea afectado con una sanción pertinente a nuestro escaso compromiso.
Esa regeneración de la economía que se devalúa cada día tendrá que esperar al menos unas semanas más hasta que la desescalada concluya, es preferible hacer uso del comedimiento que no lagrimar con los sucesos una vez pasados, porque es fácil hablar una vez acabado el conflicto y esa es la dinámica populista de un líder de la derecha con manifestaciones de lingüística grosera y descortés, sin obviar el acecho del extremismo ideológico de unos recién llegados al poder y que entraron por la puerta de atrás ante la desafección del voto ciudadano.
La mesura es difícil que  haga su aparición en el Parlamento, todo se convierte en una sin razón predecible, en tú más, en quién es el culpable  o cual de las formaciones prevé la solución factible a una situación sin tener ni pajolera idea de cómo resolverla; mientras  la sociedad temerosa que cree al que mejor lo cuenta se agarra con ello a un clavo ardiendo y no atiende al que quiere tratar de focalizar el resurgir de la economía, el trabajo, la educación y la cultura sin poner en peligro la vida de los ciudadanos y ciudadanas de esté país.
Qué cuando todo se relaje el Gobierno habrá quedado dañado es algo que saben no solo los que ahora gobiernan; entre otros, los agentes sociales los primeros implicados en criticar por motivos obvios a estos, la Patronal  en su sitio tampoco esta falta de razón en sus declaraciones, la Reforma Laboral impuesta por los que ahora se dan golpes de pecho en patriotismo y se jactan de liderar la oposición a pesar de sentirse estar en un lugar incómodo  con el aliento del extremismo en el cogote, trajeron a la escena del mercado laboral con sus recortes, tijeretazos y trampas en un cambio que se tradujo en rescate. Son los agentes sociales por tanto, junto al Gobierno, quienes tendrán que ahondar esfuerzos de buscar alternativas a la facilidad de despido que las empresas obtuvieron con el cambio en la ley, porque si quieren tener beneficios deben de pagar salarios dignos y tratar al trabajador como si un socio de la misma compañía se tratase, dependientes ambos del liderazgo de la firma para llegar a objetivos mutuos.
Malgastar el tiempo en sucesivas prorrogas del Estado de Alarma confirma que las formaciones políticas durante la pandemia solo se mueven en intereses partidistas alejados del bien social; yo me abstengo o digo sí a cambio de que tú me des lo que yo quiero. Vergonzoso ¿verdad? Pues ahí los tienen, tan comódos en sus escaños y con tan pronosticables declaraciones en los medios.
No debería extrañarnos que en política todo se traduzca a trapicheos, encaje de bolillos, suspicacias o tramas urdidas para conseguir objetivos; sería ilógico pensar que los que ahora tratan de influenciar a la opinión pública dando muestras de exagerada onradez ayer no manejasen los mismos argumentos que quienes ahora manejan el poder pues lo veriamos como mentiras ambientadas con la intención de pasar página de lo que entonces aconteció en sus formaciones cuando la sociedad sufría el envite de la anterior crisis económica a la vez que los que daban imagen de honestidad en realidad eran ladrones de guante blanco sin ética ni honradez en sus miserables triquiñuelas.
Política, palabra que esta repleta de suspicacias, definición sujeta a cambios constantes, idoneidad momentánea con la que salvaguardar intenciones, extrapolable al interés partidista y afán lucrativo. En estos tiempos no es lo más apropiada para atender necesidades que estén estrictamente fuera del contexto sanitario; tal vez habría que dejar apartada, aunque solo fuese momentáneamente esa actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a nuestra sociedad y volcarse en conseguir un pacto por la pandemia, eso sí que es urgente de tratar objetivamente y no la poca sutileza de la que hacen gala todos y cada uno de los que nos representan en el Parlamento. jasc

miércoles, 20 de mayo de 2020

Aislados en un Parlamento infectado de desatinos


El carácter soberbio y violento de la clase política induce a confinarlos en el Parlamento para además de hacer ejercicioscon el uso de la reflexión, de la descalificación soez y vulgar de los intervinientes y de un análisis banal de lo que podría haber sido si en lugar de estar en la oposición estuvieran gobernando, lograsen motivar a la sociedad dando una imagen de Estado y con ello impedir la desafección a la que nos tienen acostumbrados.
Afectos a una pandemia que se lleva por delante la vida de miles de personas, infecta a cientos de miles y consigue denigrar a nuestros representantes públicos elegidos por la masa social; trae añadidosdesastrosos con familias en el umbral de la pobreza, la exclusión social en primera línea de las muchas colas en busca de alimentos que comienzan a vislumbrarse en el panorama nacional y restringe la esperanza de un progreso que teníamos al alcance de la mano y se nos ha ido por culpa de un virus inesperado al que nadie nos previno fuese tan letal y dañino.
Ante la vulnerabilidad de la ciudadanía, fácil de diagnosticar e influenciar por el acoso en las redes sociales al que es sometida, son muchas las muestras de intentar disimular la falta de argumentos a la hora de explicar los por qué de sus declaraciones; resulta paradojico que cuando alguien no es capaz de poner sobre la mesa soluciones a los problemas que la pandemia ha generado, caigan en la desfachatez de echarle poca honestidad al asunto y tratar a aquellos que ni por asomo se esperaban, se encontraron de frente con una situación del todo desconocida en lo que a política se refiere, deben luchar para sacar adelante conclusiones y soluciones que eviten una nueva oleada de repercusiones inimaginables. Es fácil darle a compartir si con ello atentas contra el sistema, si además se traduce en oleadas de populismos con la intención de manipular datos que ven en su contra, todo vale porque la nueva normalidad para los que no saben de colaboracionismo es el uso de las nuevas tecnologías para concebir una nueva forma de hacer política basada en la desinformación y en tapar la debilidad de su partido mientras  esos a los que difaman se han visto abocados a tratar de impedir a costa de cualquier precio que prolifere el número de víctimas de esta pandemia a sumar a las cifras que ya nos remueven hasta el alma.
Si tras recepcionar los mensajes abordamos con mesura su contenido llegaremos a lo que es su objetivo esencial, aquí no hay pactos de compromiso sin recibir nada a cambio; el pragmatismo de los argumentos se ha vuelto una perición constante por un interés partidista y quién sufre toda esta amalgama de angulosa definición es la ciudadanía, esa que sigue esperando que al menos en una cuestión tan imperiosamente alarmante  lo afín sea igual para todos hasta que llegado el momento, puedan volver a hecharse los trastos a la cabeza desde el atril de sus egos.
Hasta que las filas de la pobreza desaparezcan, cuando el empleo prolifere sustancialmente cuando las necesidades básicas de las familias resulten aceptables, cuando los derechos previstos en nuestra Carta Magna hagan posible volver a esa nueva normalidad tan usada para referir el futuro, puede que entonces y solo entonces, manifestemos en las urnas quienes son los que mintieron o, por el contrario, cuales son aquellos que quisieron disputar el poder por mercadeo.
Pero hasta entonces, dejemos trabajar a quienes saben, los profesionales, científicos, investigadores y sanitarios, dejémosles hacer su trabajo, ya hasta me cansan los programas de televisión en los que un presentador osa utilizar la ciencia sin la menor idea de lo que está tratando de explicar sin fundamento alguno. Porque una cosa es la libertad de expresión y otra muy diferente hablar de hemisferios cerebrales sin conocimiento alguno. jasc

lunes, 18 de mayo de 2020

Más dudas que test


Es cierto que necesitamos test, test y más test, pero mientras estos llegan, la pandemia sigue golpeando a las clases sociales consideradas más débiles sin descanso. Nuestro país se ha convertido en menos de dos meses de ser una nación que iba progresivamente recuperándose económicamente del mazazo de la crisis de 2008, con unos ajustes y recortes sin parangón, a un país que se aleja del progreso social repuntando seriamente en su pobreza.
Los colegios quieren revertir la situación a pesar de que ya no reabrirá sus libros haciendo un notable esfuerzo para equilibrar las aulas a un porcentaje de alumnado y añadiendo las clases presenciales una mayor notoriedad del estudio telemático. Dudas que generan incertidumbre entre la población más severamente azotada por el desempleo y la conciliación familiar sin muestras de aparecer en programas políticos, más interesados en volcarse a azuzar leña al miedo de la población mediante las críticas al gobierno Central que en ir liderando normas o leyes con fundamento de análisis colectivo en el Parlamento.
Si existen miles de familias sin medios de subsistir alimentariamente, es muy difícil que estas puedan garantizar un medio útil a sus hijos para estudiar con ayuda de herramientas tecnológicas que no pueden pagar. Otra es la desigualdad social en primera fila, de nuevo las penurias de los hogares en exclusión social en riesgo y repitiendo con ello la polémica de intereses poco afables a la hora de soluciones inmediatas.
La formación por otra parte en el manejo de los aparatos de tecnología es otro  añadido a la implicación lectiva del alumnado, no coinciden las circunstancias propicias para abordar un curso mitad en aula y otra mitad en el dormitorio del alumno; además debemos tener en cuenta que no todos los padres o tutores de estos tiene conocimiento suficiente para ayudar con el manejo de las nuevas tecnologías si algún problema aparece durante la clase, un motivo de irritabilidad, desespero y dejadez del alumno que corre un serio peligro de apatía en sus deberes, de nuevo habrá mentes privilegiadas que se quedarán por el camino, como lleva ocurriendo en este país hace ya demasiado tiempo a causa de una desigualdad social recalcitrante.
Es prudente y loable la preocupación del Gobierno en protegernos de la pandemia, como lo es el compromiso social adquirido en el confinamiento, pero, no obstante, no podemos seguir sujetando el virus desde la ventana, es lógico el enfado de los pequeños empresarios y autónomos cuyos negocios llevan con la persiana bajada más de dos meses. Este colectivo que engrana el motor del mercado laboral tiene que verse engrasado con medidas objetivas y pragmáticas, capaces de a la vez que mantienen las normas establecidas por los que lideran las reglas estrictas de la sanidad y la ciencia, acompañar con ayudas al entramado empresarial con atención a las reglas sanitarias más eficaces para que la ciudadanía recupere la normalidad, pero no una nueva sino la que teníamos antes aunque con el uso de la mascarilla, la distancia social y la higiene persistente  de las manos como costumbres cotidianas.
Porque la vida continúa, a pesar del daño ocasionado por la pandemia el retorno a los puestos de trabajo requiere un cambio en el modelo laboral, métodos eficaces en la lucha contra el contagio del virus, aunque iremos aprendiendo con el paso de las semanas y añadiendo fórmulas alternativas, el regreso al trabajo conllevará un ligero aumento de recursos en cientos de miles de familias vulnerables a las que no podemos dejar atrás. Protegiendo a la ciudadanía no nos hará generadores de recursos económicos y, por el contrario, hará que los índices de pobreza, exclusión social o vulnerabilidad colectiva a la infección degenere en progresivos rebrotes ante la escasez de medios de estos hogares para acceder a las medidas suficientes que necesitan para salvaguardar su salud y la de su entorno.
De lo que estamos seguros es de que nada avanzaremos sin una intervención de los integrantes de la UE, la conexión entre estos es esencial para lograr minimizar las graves consecuencias de la recesión económica a la que nos ha relegado la pandemia. La duda es generalizada, tenemos que aprender a luchar contra el virus hasta que la ciencia consiga un remedio antiviral o una vacuna con la que protegernos de su letalidad, de la mejor manera posible pero no dejando atrás el mercado laboral ante el cese de la actividad empresarial e industrial porque si el virus no acaba con nosotros, es evidente que lo hará el hambre en España, sí he dicho el hambre porque ya aparece en demasiados umbrales la   pobreza, las penurias de los hogares sin acceso a recursos básicos y la angustia, es esta última la que ya comienza a mostrar signos evidentes de calar en la ciudadanía, la infoxicación con la que los medios nos tienen atemorizados no es el mejor sistema para encauzar el dinamismo con el que afrontar la situación y engendra un miedo atroz a volver a los puestos de trabajo. Entre la espada y la pared estamos, hay que elegir si seguimos pegados a la cal o preferimos arriesgarnos y pincharnos al futuro con la punta de los dedos bajo el guante, la mascarilla siempre puesta y los geles hidroalcohólicos en el bolsillo.
Evolucionaremos, como siempre ha hecho el ser humano desde que tenemos conciencia de ello; no nos costará barato el hacerlo, ya llevamos pagada nuestra ignorancia y falta de previsión por la escasa inversión en ciencia e investigación con miles de víctimas en nuestro país; pero seguiremos pagando con creces la laxitud del mercado  nacional a remolque de sus socios europeos con menos gasto público, más impuestos y una deuda de por vida con sus instituciones. Aunque todo esto último será puro materialismo porque el capitalismo volverá por sus fueros in crescendo para volver a poner a cada clase en su lugar, tal y como llevan demostrándonos hace siglos.
Y porque todo pasará, seguiremos añadiendo frases que al menos nos parezcan oníricamente coherentes como el hecho de que “la historia se escribe con la tinta de la vida en las hojas del destino”. Jasc

sábado, 16 de mayo de 2020

Ni aprendemos ni parece que queramos hacerlo


Van desapareciendo con el paso del tiempo o afectados por las enfermedades que tanto dañan a la salud de forma considerable aquellos políticos que fundamentaron en la coherencia, el sentido común y el diálogo su manera de llevarla a cabo, atendiendo a aquellas personas que en su día les dieron un voto de confianza y buscaron en su honestidad, honradez y sentido de Estado algo tan esencial para la sociedad como la búsqueda de sus valores y el bien del conjunto de la ciudadanía. El último en esta larga lista ha sido Julio Anguita, el que fuese máximo dirigente de Izquierda Unida, le antecedieron ideólogos de su misma ideología como Santiago Carrillo; aunque tenemos que saber legitimar en sus puestos a aquellos que sin ser de nuestra simpatía en cuanto a  política se refiere, supieron sumar esfuerzos e iniciado cambios socio políticos de gran importancia como Adolfo Suárez, Tierno Galván,  Manuel Fraga y un largo etcétera en el último medio siglo; sin duda, los hubo que con el paso de los años vimos con escepticismo que se lucraron del erario público o los favores de intereses privados como fue el caso de Jordi Pujol, el considerado venerable catalán y ejemplo a seguir defraudo a muchos de sus votantes con un escándalo que presuntamente fue seguido por gobiernos posteriores de otras regiones de España, sin que por ello tengamos que meter a toda la élite política catalana en el mismo saco de triquiñuelas y manejos ilegales de objetivos personalistas.
Sin percibirnos en su día de ello hemos tenido lideres respetados por la clase política que ya en su día hicieron patente su preocupación ante una falta de conciliación en el entorno familiar lo suficientemente visible para la mejora del entorno laboral y que sin embargo, aun hoy seguimos luchando por alcanzar objetivos necesarios para una mejor calidad y una mayor competitividad en esos puestos de trabajo que parecen seguir reñidos con el progreso social; ha tenido que venir un desafortunado y virulento escenario para corregir la falta de cultura laboral con las posibilidades del tele trabajo en vías de reaparecer a un nivel con medidas a corto plazo que deben ser todavía mejorables por parte de la Administración y los agentes sociales.
No debemos tratar de focalizar en un solo partido el miedo a la pandemia, hacerlo culpable de semejante manera no es un acto consciente ni lo apropiado de la situación; en un Parlamento repleto de obscenidades no vendría mal atisbar algo de prudencia en declaraciones que invalidan la confianza de la sociedad. Hay muchos puntos para dialogar, discutir con serenidad aspectos de lo que se ha dado en llamar “nueva normalidad” y que sería conveniente enfocar como una progresiva vuelta al escenario que dejamos atrás con el confinamiento. Hay que atender la demanda social al mismo ritmo que la económica, todas ellas precediendo a lo que determinen las autoridades sanitarias, pero quiero ir más lejos, quiero mostrar un cierto pesimismo ante lo que tenemos delante, el cuidado de nuestro entorno para cuidar de nosotros mismos.
Pero seguimos obcecados sin querer creernos a pesar de los continuos varapalos en un camino incierto por el equilibrio sostenido de naturaleza y ser humano, la desafección que parecen conllevar en sus programas políticos los queaspiran a gobernar un país que sufre contundentemente catástrofes naturales, plagas, epidemias, radiación solar, gotas frías y olas de calor entre otros muchos desastres provocados por la fuerza del cambio climático que la especie humana le ha infringido al Planeta. O tomamos medidas de manera urgente o la pandemia que ahora estamos padeciendo será el comienzo de otras que vendrán más tarde, atraídas por el desprecio de la élite política y la escasa trascendencia de sus declaraciones en una sociedad a la que le queda demasiado por aprender para tomar medidas de carácter inmediato.
Los ciudadanos utilizarán más el vehículo privado y esto contribuirá de forma notable a la contaminación ambiental, una naturaleza que se vio afortunada ante la llegada de la pandemia y cuyo medio se tradujo en mejor caudal de los ríos, en la aparición de riachuelos que se creían desaparecidos o en la emanación de manantiales irreconocibles hace apenas unos meses. Los animales parecían haber salido del letargo del invierno y la hibernación de las plantas se tradujo en abanicos de colores y una gama de aromas silvestres difíciles de definir por su belleza.
Procuremos entonces utilizar como dogma de supervivencia del ecosistema la protección del mismo frente a agentes contaminantes que saturan el aire, mancillan sus aguas y amenazan con hacer desaparecer numerosas especies de la Naturaleza, sometidas por aquel que se considera racional e inteligent A partir del instante en el que la coordinación del conjunto de la élite política ante los problemas que acucian nuestro presente se luche desde el corazón y pensando en toda la sociedad por igual y no desde la soberbia,, el ciudadano comprenderá mejor el por qué vota y a quién. Debemos aprender a no caer en la irresponsabilidad de los políticos que sólo creen en la responsabilidad de ser ganadores en una lucha por el poder y no por el bien de los demás; es esa diferencia tal que mientras él ciudadano engaña a otro y le tachan de timador, el político engaña a uno, ese uno es el pueblo y le tildan de triunfador.
En definitiva, atendiendo el refranero de que “nunca llueve a…”, parece ser que lo que es bueno para el ecosistema se confunde con el dolor humano, aunque si cogemos la balanza deberíamos preguntarnos cuál le dio más al otro.
Cuando los políticos dejen de comportarse como tahúres embaucadores en el gran casino de una sociedad atrapada en las redes de su juego, volveremos a ver el horizonte limpio desde la ventana del optimismo.  jasc

jueves, 14 de mayo de 2020

Cultura es poder


Tomando como referencia la cultura, deberíamos hacer una reflexión sobre la necesidad de protegerla como símbolo de prosperidad. Algo difícil de entender para determinados sectores de la sociedad que, envalentonados por las artimañas oscuras de líderes bajo sospecha, difieren del sentido de la mayoría y demuestran alegremente ser protagonistas de unas manifestaciones que se alejan mucho de la legalidad y saltándose las normas del Estado de Alarma, campan a sus anchas por las calles de nuestras capitales al son de sus tapaderas y alentados por estratagemas urdidas con tela de araña del populismo de la extrema derecha, creyéndose inmunes a un virus que esta matando cada día a decenas de compatriotas.
Ese nacionalismo proteccionista de intereses fanáticos subleva a un determinado colectivo de gente que acata el mensaje de personajes poco acertados en sus declaraciones, carentes de disimulo y nulos de capacidad política; esos mismos que barajan su suerte a un despacho apartado del lugar dónde se alimenta; como si los afortunados y afortunadas que ejercen su actividad laboral con el tele trabajo tuvieran la desfachatez de hacerlo al lado de donde se cocina un rico potaje de garbanzos. Claro que estos últimos ni tienen capacidad económica para alquilar un lujoso apartamento, ni cuentan con la ayuda de la conciliación familiar para ejercer su trabajo de la mejor manera posible. Pero a pesar de todo, la dignidad acentúa sus valores y conviven bajo el mismo techo cada día trabajo, familia y guiso sin verse amenazada por ello su tarea profesional.
Puede que cometamos el error de no ver de que pasta están hechos algunos dirigentes políticos, tal vez obren acertadamente al considerar un gesto de generosidad aplacar el desánimo del mercado inmobiliario haciendo un favor a algún propietario con el pago de un alquiler con el beneplácito de sus propios medios. Aunque considerando la propiedad pública de sus sedes en atender las demandas del dirigente, mediante la desinfección del espacio el ejercer su labor es del todo compatible con la de residir en sus instalaciones; más aun en Madrid con el desembolso que en su día hizo con su faraónica obra quién siendo del mismo partido, ejerció la presidencia.
No, no es chismorreo, pero sí lo es increpar continuamente al Gobierno Central creando una situación esperpéntica fuera de la demanda social que realmente interesa a la ciudadanía. Atravesamos una situación caótica, un momento que nunca creíamos iba a aparecer en una vida más o menos cómoda y con fuertes visos de regeneración económica tras la crisis de ajustes y recortes a la que nos vimos sometidos durante la legislatura de quienes ahora se han vuelto científicos de la salud, investigadores de la economía y baluartes de progreso con una política ineficaz, atrapada en un extremismo presuntamente casi fascista; el que les motiva para orquestar manifestaciones sin aprobación, despreciando las normas establecidas de medidas sociales.
Pulsar el buscador para acceder a la web que hace posible visualizarlas declaraciones de unos y otros en el lugar representativo de la soberanía del pueblo es poco menos que atentar a la vulnerabilidad de los que depositaron su confianza en semejantes titiriteros de lo que la política significa. El personalismo, el carisma partidista y la vulgaridad de sus opiniones hacen concebir que el virus nos ha abierto los ojos a una nueva forma de ver a quién elegimos en su día para cuidar un Estado de cierto bienestar, una calidad de vida uniforme a todos los colectivos que conforman la sociedad y un interés denodado por salvar de la situación a los más débiles y vulnerables.
Ahora todo vale, vuelve de nuevo la rabia concentrada de hechos pasados en los que cualquier barbaridad se consideraba legítimamente transferible como mitin parlamentario, las víctimas son utilizadas como argumento, como en su día paso con el terrorismo yihadista o los años de miedo producto de los asesinatos de la banda terrorista ETA; la cuestión es echar los muertos encima del contrincante, aquél que les quitó de los primeros lugares de la gobernanza sintiéndose denostados por el sistema y desplazados en sus objetivos de poder.
Tristes son los tiempos que vivimos, dramáticos para la salud de muchos  ciudadanos y ciudadanas que han caído en las garras de un virus letal y desconocido, miles de familias y amigos que han perdido a seres queridos sin poder darles un adiós digno, a pesar de contar en su último aliento con la compañía de esos que no gustan llamarse héroes de la pandemia, los que han estado en todo momento luchando por salvarles la vida, los mismos que han sentido cada fallecimiento como algo suyo, con respeto y entereza, incluso han llorado en silencio por ellos, con el único consuelo de sus propias compañeras y compañeros.
Hablemos de cultura por favor, esa es la solución al problema que vendrá tras salvar esta pandemia como mejor podamos; propaguemos esa cultura entre todos para salvaguardar la dignidad de la mayoría. Adoptemos posiciones encontradas, diálogos colaboracionistas, discusiones razonables y educadas, recursos todos ellos que sacaremos de la cultura, la única y veraz solución al problema que tenemos delante, el de progresar debidamente en pro de la regeneración económica que vuelva a ponernos algo de positividad en un largo camino hacia el mañana. Recordemos que la política es una ciencia, pero la cultura es la base sobre la que se sustenta y fundamenta su creencia.
Porque la cultura es el máximo tesoro de un país y la esencia del razonamiento humano, tengamos la decencia de atenderla como se merece o caeremos en una ignorancia que arrasará con todo cuánto hemos logrado. jasc

viernes, 8 de mayo de 2020

Aquí lo único imprescindible es la salud


Aquí no hay política que valga, nada más que la que nos induce a la sensatez; nos da igual quién insulte a quién o cual es el peor valorado. La mascarilla nos permite que la fetidez partidista o la ideología de cloaca no llegue a nuestro olfato aunque sea la herramienta que se usa en el lugar dónde se presume, somos representados ante el resto de la sociedad. Aquí lo que toca es arremangarse, ponerse los guantes y cumplir con el espacio social requerido por las instituciones científicas y sanitarias. Todo lo que se refiera a política que no sea el colaboracionismo esta fuera de lugar.
En nuestras manos está el aplaudir o levantar un unánime grito en favor de quienes hacen lo imposible por protegernos del virus. No es que esté en contra de los análisis o test cada vez que se mueven los futbolistas, el problema es que quienes logran posibilitar la vuelta de la actividad deportiva que genera millones de ingresos son esos sanitarios que no tienen el mismo tratamiento que estos. No quieren hacer valer los que manejan el dinero y cobran de las televisiones que sin ellos ni el fútbol sería posible, ni la afición estaría en condiciones de regresar a las gradas, ni las familias de los futbolistas vivirían tranquilas. Un poco de por favor, primero atender a los que nos atienden para que puedan seguir haciendolo ¿o es qué nos hemos vuelto locos?
Más de 500 personas en la Uci y cerca de 3000 hospitalizados, más de 80 fallecidos en la súltimas 24 horas y la presidenta Ayuso quiere comenzar la desescalada como sea en la Comunidad de Madrid. Poco le importa que quienes aben de virus se vayan de su lado ante la falta de coherencia en sus decisiones; ella solo escucha al capital, ese que tanto le ha gustado donar a sus campañas electorales y con los que se muestra sumamente satisfecha. Da igual que del Gobierno Central traten de convencerla para que dé marcha atrás en favor de la protección en la salud de la sociedad madrileña, claro que después de admitir que si queremos acabar con los atropellos en la capital tendríamos que prohibir la circulación de vehículos o que la comida basura es la mejor para los que pasan hambre, cualquier idiotez es susceptible de focalizar su interés puramente personalista aunque falto de perspicacia política.
 Mejor le vendría a su líder dejar de pronunciar exabruptos contra el Presidente del Gobierno de todas y todos los españoles, independientemente de los fallos cometidos durante la pandemia y los que posiblemente vuelvan a cometer ante tan desconocido estado de excepcionalidad, dramático y con consecuencias económicas devastadoras  porque con gente como esta señora en sus filas, no llegará nunca a presidir el escalafón superior de la jerarquía política española.
El que cambia la salud por dinero es un miserable y al que practica la razón como argumento le llaman tarambana. Pues bien, yo además de aplaudir seguiré invocando al sentido común por si se digna aparecer en la mente de las partes involucradas; prefiero que me definan como algo alocado en mis conclusiones antes de sentirme culpable de tan insensata decisión y empatizar con ella, creyéndome eso de que Madrid ya es merecedora de salir del confinamiento.    jasc

domingo, 3 de mayo de 2020

Un Gobierno enmascarado


Es inaudito que un gobierno autónomo como el de Madrid, con una imagen real sobre lo que significan los recortes a la Sanidad y un entramado oscuro desde hace ya dieciocho años en el poder, prevea entre sus objetivos desestabilizar al Gobierno Central con una oposición sin fundamento cientifico.
En plena pandemia se pudierón ver las graves consecuencias generadas por una falta de profesionales sanitarios capaz de afrontar con una cierta disponibilidad d medios el dramático escenario provocado por un virus desconocido y demoledor. Pero fuera de lo puramente inesperado no es de ninguna manera entendible que los recortes hayan dejado una huella en la sociedad difícil de paliar con demostraciones patrióticas o gestos de desdén a los que luchan en primera línea para salvar vidas.
Tras la oleada de contagios y la progresiva cura de enfermos con las UVI menos saturadas no han tardado en mandar a sus casas a profesionales de la sanidad que sin una miníma protección sacaron lo mejor de sus conocimientos y una humanidad impagable en tiempos de globalización;  ahora por el contrario, cuando ya no se consideran indispensables, se ven desprotegidos de nuevo en está ocasión por un despido desafortunado sin justificación cuando la oleada parece haber pasado pero que lamentablemente puede brotar en cualquier momento. Una situación que parece ser poco valorada por la institución autónoma sin querer oír las alertas de la comunidad científica.
La sociedad de buena fe se pregunta como pueden ser tan poco previsores y a la vez libertinos al dejar de nuevo desmoronarse el sistema, volviendo a la estrategia de una política nada acertada en materia sanitaria que maneja datos imprecisos relativos a cubrir las necesidades de la ciudadanía pero que, por el contrario, suma y sigue en su escalada a lo incierto de cara a sostenerse en el poder de la Comunidad más azotada por la pandemia. Ya no es ninguna incógnita que las ansias de privatizar sean parte del manifiesto de la presidencia de Madrid, rebelarnos con las herramientas democráticas a nuestra disposición para que no echen por tierra el trabajo que la ciudadanía madrileña ha llevado a cabo con el confinamiento en los hogares es fundamental para que nuestros profesionales sanitarios regresen por el bien común de la sociedad.
Un colectivo este de la sanidad española alabado a nivel internacional como los mejor preparados para emprender hazañas impensables en la protección de los ciudadanos y ciudadanas que cada dìa a las ocho intentan agradecerles con sus aplausos una miníma parte del esfuerzo que han realizado para enfrentarse al virus. No es de razón el querer ahora ignorar o desdeñar sus cometidos, es ora de erradicar la desprotección de los sanitarios y conformar un horizonte en el que sean tratados como se merecen, atendiendo igualmente las demandas de los centros ambulatorios y enfocados a posibles nuevas pandemias que vengan en un futuro a recordarnos que sin ellas y ellos, somos tan vulnerables como débiles nos dejaron hace décadas. Es lógico que el colectivo de la sanidad y el científico hayan tenido que buscar en otro lugar la valoración salarial que su excelente labor aconseja pero de eso, de eso nada quieren saber los que lideran Madrid con la ostentación de atribuirse éxitos que no le corresponden.
Llegó el PP a Madrid para quedarse, no tuvó la misma suerte en el Gobierno Central al que sometió a la misma vorágine de decadencia sanitaria con  sus ajustes, una situación que significa la reiteración  en la política nacional con una renovación continua de esa incoherencia de los hechos manifiestos  que simpre infringen un daño al sistema sanitario de una comunidad que comienza a darse cuenta de en qué manos dejó la salud de sus habitantes.
Ahora, cuando el miedos  igue siendo el mayor conviviente de los madrileños, asolados por la suma de victímas mortales de estápandemia con más del cincuenta por ciento de todas las acontecidas en el Estado español, la idea de recortar de la sanidad e implantar sus deseos de privatización siguen intactas; en nada ha contribuido el virus para cambiar la disposición de los gobernantes y pese a hacer el ridiculo más abrumador que tanto le gusta esgrimir su líder refiriéndose al Gobierno Central, protagonizan la curiosa charlotada de aparecer  repartiendo calamares con su esperpéntica salida de normas en la clausura del Hospital Ifema, la Sra. Ayuso quiere pasar por alto a los profesionales sanitarios enviándolos a otra variante del confinamiento, el laboral, el de rescindir los contratos por terminar un trabajo que con dignidad y abnegación han llevado a cabo jugándose la salud por la carencia de medios, en lugar de buscar el pragmatismo de la situación con objetividad y atender la demanda social con el restablecimiento de las plantillas y un salario acorde con sus merecimientos.
No seamos el hazmerreír de Europa a la que tanto nombramos para sacarnos del atolladero economíco que la pandemia nos ha sometido y tengamos la honradez política y altura de Estado suficiente para hacer de esta situación un alegato al sentido común y una particular atención de la sanidad pública que a su vez proteja a la ciudadanía que ha sabido apreciar su trabajo.
Porque cuidar y respetar a quienes a su vez nos respetan y cuidan es engrandecer los valores sociales de un país comprometido con la salud y el bienestar de sus habitantes. jasc