El Tintero Lleno

ZAPATO VIEJO

Llevo por el sendero del latido
más tiempo del que aparento,
subido en mis zapatos viejos,
solo, con mi caminar de zapato
            viejo,
ajados y azotados por la lluvia
            y el viento.

Bastones en mis fatigas, compañeros
de diálogos a menudo incoherentes,
marcados por los senderos erróneos
que no llevan a ninguna parte, pero
que nadie más sabe, los únicos,
mis zapatos viejos y yo.

Buscó un lugar para mí y también
para mis zapatos,
¡Dejarnos solos!

Tengo un pacto con el sol
para que las estrellas anden
            despacio,
no quiero que lleguen antes
de despedir el camino.

Cansados están mis amigos
de dibujar futuros en las
pisadas del día, arrancar
puntapiés al viento olvidando
            el tiempo,
el remoto momento en que me
calcé estos zapatos ya viejos.

Juan Antonio Sánchez Campos

DERECHO DE ADMISIÓN

Luces que se elevaban al cielo,
ejércitos de colores,
          vendaval de ruido
entre risas y juegos;

al mando, un señor de largos
          bigotes
mantenía la atención elegante,
reclamando el momento;

las campanas suenan
          distorsionadas
recogiendo pasajeros,
de un tren a ninguna parte;

animales que comen
de una nerviosa mano,
vestidos de fiesta, baile
al acorde resabiado
de una orquesta, diferente
en mi verbena privada.

Juan Antonio Sánchez Campos
de “El Tintero Lleno”


DIANA



Me trae de cabeza
el rojo de tu boca;

Uno de los mejores
          momentos,
cuando sonríes.

Decoras el espacio
con el rojo de tu boca;

El mejor evento,
cuando me miras.

¿Acierto seguro?
El olor de tu piel.

Juan Antonio Sánchez Campos
de “El Tintero Lleno”


SIN REFUGIO



En unos labios guarde un beso
escondido,
esperando recogerlo un día
            por ser mío;

la vida golpeaba contra el yunque
de mi orgullo resguardado,
sin dolor, inmóvil,
            inmortal.

Quimeras en el aire
cortadas por el cuchillo
de la soledad,
desangeladas por una
            reveladora traición.

En unos labios heridos
guardé el destino
            en un beso,
un suave roce de una boca
ya distinta.

Juan Antonio Sánchez Campos
de “El Tintero Lleno"


SOBRE UNA ESCOBA



Los pies en alto, sobre una
escoba oxidada, bajo el dintel
de un oculto granero.

Floto en el aire, estoy
suspendido sobre el techo
desvencijado.

Tengo a mi alcance una flor,
le queda tan sólo un pétalo,
¿Me quiere?
¡No me acuerdo!

Levito de inmediato buscando
donde habrá caído el resto,
¡No sé que hago aquí!
¿No me quiere?

Al alcance del amor
tiendo mi mano,
apoyo los pies en el suelo y…,
¡La escoba desaparece…!

Juan Antonio Sánchez Campos
de “El Tintero Lleno”


JUSTO FINAL



No me dejes que te diga
lo que quieres escuchar,
no dejes que me arrepienta
por odiarte,
ya es tarde, caducaron nuestros
besos, las caricias, el deseo
se fue gastando.

No me dejes suplicarte
lo que no quieres oír,
las falacias, los embustes resentidos
en el fragor del lamento,
¡vete donde yo me vaya!
allá donde yo te vea
por desprecio, los dos
arcanos en la distancia.

Juan Antonio Sánchez Campos
de “El Tintero Lleno”


ABRIL


Sombra alargada, instinto de penumbra
en el brazo de una pared blanca hundida,
opacidad virtual prendida
como otras veces, de un nublado
herida;

aire de primavera vestido de mil olores
en el colchón del viento rendido, hechizo
de ventura, sonido de gráciles
notas sostenidas, golpeando
la tristeza;

color purpura, dorados relucientes, marrones
empujados por el verde del destino ganador,
lluvia fina en unos pétalos
relucientes de una ufana flor
nacida.

RETRATO

Vértigo, estrella fugaz en la lejanía
de los sueños eternos vertidos, guía
en el tránsito hacía la eternidad,
rescoldo de fuego apagado, viento.

No te creo en el cielo resaltada
sobre el negro de su manta estrella,
en el brazo de las nubes sosegada
mirando deslumbrante el infinito.

En la oscuridad oigo una luz, atisbo
de un suspiro fulminante, voraz
de ahogarse en una garganta seca,
maltrecha de vieja arcana olvidada.

Pintor osado ha sido quien te hizo
tan bella, tan lucero inmóvil prestada,
en colores de embrujo resentido
que acallan las voces que te miran.


TELARAÑAS



La luz entra por la claraboya
de un desvencijado techo,
el cielo está gris y nublado,
gotea sobre mi piel, vuelvo
a cerrar los ojos molesto;

la carcoma está inquieta
interrumpiendo el silencio
que me asiste, la tristeza
insultante del lugar donde
me encuentro, relegado
al destino que me impone.

El agua en la teja resbala
hacía la boca, es tibia
como el recuerdo, alivia
el transcurrir del tiempo
sin pausa, restregándome
el pasado con ligera ironía.

Las pesadillas se agolpan
en mi desnutrido cerebro,
en el chorro de la ducha,
en la luz de una bombilla
clandestina, al reflejo
de un espejo que soy yo.

EMPEZAR DE NUEVO


He mirado con lupa hasta cansarme
buscando un resquicio para quedarme,
relegando mi dicha a la tuya, generoso
sin pedir a cambio ni siquiera un beso.

He truncado mi vida por darte todo
mientras sonreías acicalando tú pelo,
he sido sombra del sol en tus ojos
cuando jugabas coqueta con otros.

He sufrido por ti, amando en silencio
cuando no tenías nada en qué refugiarte,
soñando ilusiones que en eso quedaban
al levantar del alba, sólo en la alcoba.

Robe de mi miseria un bendito momento
para luchar de improviso con el mañana,
agarrado fuerte a la idea de marcharme
dejándote con tú ego dormida, olvidada.

Saturé la vida de vicios marchitos, vacíos
por inútiles, resabiados por costumbre,
revolví el tiempo en un segundo eterno
que dejo mi ansiada libertad en la puerta.

NANA AL VIENTO

El viento acostó las hojas
susurrándoles despacito
            una nana,
el cielo se cubrió de brillo
maniatando las nubes
            muy lejos:
la luna se volvió lucero
en lo alto de un olivo.

Silencio claro, luz blanca
a la sombra de los riscos
            quebrada;
resopló una rama dormida
que estaba envuelta
            al relente,
luego otra vez silencio
mientras, las hojas duermen.

Sobre la soledad,
la noche cantarina,
mientras tramonta el aire
la flor escondida,
las hojas quietas,
dormidas.

POR UNA CABEZADITA
Voy a vestir las palabras
de gala,  indispensable
presencia la felicidad,
el dolor lo entretengo
entre algodones sonrientes.

Quiero hablar sólo de amor,
las apariencias las salvo
convenciendo, con la voz
modesta que rendido me deja,
enamorado como un guiñapo.

Despierto a un intenso azul,
no sé que pasa, me quedé
traspuesto en el principio
cuando empezó todo, a saber
tú eres la que me ha besado.

IDENTIDAD PROPIA


De un aciago momento
a un bondadoso instante,
rara vez ocurre, en verdad
despejo brumas de tristeza
con albores deslumbrantes;

aún así, me separe del fingir
con tiempo de adivinar
mi ignorancia,
desbordado por la osadía
saboreé  despojado
            en primera persona.

Ahora entretengo mi tiempo
en desalojar ruindades
            de la memoria,
tal vez consiga ser feliz
del todo, a costa de
            no tener nada.

De un instante, una
ráfaga de sensatez,
un momento
tan sólo de adivinar
            quién soy,
tan simple como eso.


PELDAÑOS DE HOJALATA


Brazos al aire levantados
de plegarias inocentes
orquestados, esperando
un gesto, impacientes;

rugir de pasos airados,
miradas inquietantes
ocultas, odio, violencia
ofensiva al viento.

Vidas rotas, apartadas
de la tierra, secuestradas
de su espacio sin justicia,
por capricho desleal
de vicio insurgente.

Olor a muerte, claveles
fríos, pálidos rostros,
voz enervada, sujeta
en regueros de esperanza;

largas filas silenciosas
enlutadas, susurrando
paz, velando vida,
afónicas de ira,
desgarradas.

El fuego no apaga
el sonido de los pasos,
el miedo no para
el pulso crispado;

muera la muerte
por injusta, traidora
al devenir de la vida,
caduca por violenta,
taimada por soberbia.

Voces al aire, brazos
al cielo abiertos,
paso firme decidido,
bocanadas de recuerdos.




EN LA REJA


Flores en la ventana,
besos furtivos
que a nadie dañan.

Susurros al oído
manos entrelazadas,
parodias inocentes
con miradas de reojo,
sin decir nada.

Deseos silenciosos
en caricias lejanas,
corazones sudorosos
de aromas limpias,
en la reja cortejada.


PERDIDO
¡Apaga la luz!

No mires mi cuerpo
saturado de placer
extraño, no confundas
este instante con otro.

¡Ya no volveré a verte!
Quizás me acuerde
alguna vez de ti,
sólo un instante;

¿En está vida se vive?
Noto sensaciones raras,
cómo animal sediento
arrastrado por instinto;

¿Y el amor? ¿Existe?
Yo lo vi una vez,
olía a mañana fresca
a hierba recién cortada,
ya casi no me acuerdo.

¡Mira está fotografía!
¿A qué es guapa?
Su nombre es vida.


INCRÉDULO
Rico botín obtengo
cada vez que te miro,
truhan, pirata, simple
raterillo oportuno;
luego me explayo
creyendo mi dicha,
escondiendo presuroso
mi personaje indecente.

Me voy y cuento
una historia imprudente,
sin previo conocimiento
para recordarlo todo;
me creó galán
sin ser ni tan sólo
personaje, sólo monólogo
con carácter perdedor.


VIENTO DE MARZO
Estoy resignado al motivo
que tapa mi transcurrir
ocioso, del que me rebelo
para encontrar la salida.

¿Frágil por conveniencia?

Más la hoja en el viento
que los pies en el árbol.

Famélico día de luz triste
apagada de pasiones,
serones cargados de tiempo
que no dispongo, por poder
del viento de marzo.

¿Débil por precavido?

Más que el aire que azota
la espera impaciente.


SÓLO TEATRO


Del rojo de la Tierra
del azul del cielo,
del verde de la hierba
del brillo de tus ojos;

del olor de musgo
del dulzor de tu boca,
del aroma flor
de la fragancia lluvia.

Piedra, árbol, cielo,
tierra, sol, caricia,
amor, ternura y beso,
la platea del mundo.


APRENDE

En un nido de gorriones
oí escondido, una suave
cancioncilla grotesca
que llamó mi atención.
           
Espanté las aves
con mis brazos al aire
y sorprendidos, huyeron
volando hacía el alero.

Acerqué mi rostro
a un montón de migas
curioso, un gorrioncillo
afanado se reía juguetón.

Pregunté el porqué
de tales carcajadas
contrariado, ¡no te
ofendas!, me dijo:

¡Antes de gorrión
fui huevo y lo admito!
pero ¿tú?
antes no eras nada.

¡Mis amigos se han ido
porque tienen miedo
yo me quedo,
siempre he sido pequeño!

Voy y vengo
volando sin temor,
aprendí a mirarme
sé mis habilidades.

Metí mis manos
en los bolsillos
avergonzado, me fui
siendo pequeño.


¿PAYASO?

Payaso, sólo un pequeño
charlatán acomodado
en el sillón de la risa,
afortunado cómico humilde.

Payaso, sólo un taimado
ladrón de sonrisas,
agazapado tras las lágrimas
que no ahoguen la alegría.

Payaso, sólo un rebelde
de la tristeza, abanicando
el aire de la esperanza,
evitando solapar la euforia.

Payaso, sólo un payaso
es capaz de deambular
por el desierto paisaje
que deja atónito al mundo.


ENVIDIA


Escondes el color de la mirada
entornando pretenciosa los ojos,
sonríes de espaldas al destino
que lo encuentras divertido.

Estás acostumbrada a ser el centro
de la gente que turba tu presencia,
obligada a deshacerte en halagos,
agobiada de parecer educada.

No encuentras el sitio adecuado
al victimismo de tu existencia,
deambulas sin rumbo reconocido
tras el azar que te haga suficiente.

Promesas de acíbar insatisfechas
en las huellas de un camino incierto,
preludio de un final desconcertante
que acabe con tu esperanza.


TIERRA


Almendro, flor encarnada
de hojas blancas, puras
como el viento que abanica
los pistilos de tu alma;

tierra marrón pedregosa
anhelando una caricia,
gotas de vida suaves,
sol venturoso de alegría
en un campo agradecido;

revienta el fruto en la rama
agarrado a su cobijo,
milagro de la existencia
del olor a jara y tomillo;

fluye la sangre extremeña
en el corazón errante,
vaga la pena al tenerte
lejos del verde de tu mirada,
huérfano de tu aroma, perdido.

Pasados que descubriste
en horizontes errantes,
historias jamás contadas
de batallas prodigiosas;

olivo verde tu alfombra
centeno brillante tu pelo,
sonrisa noble tu boca
que suspira, por el recuerdo
de un amante solitario.


DESAMOR





Bajas los escalones del vacío
por una balaustrada airada,
mirando el hueco del ayer
repleto de soledad, tosco
de revivir anhelos insatisfechos.

Reclinas la mirada al frente
de una ventana naufraga,
esperando un amanecer
con vistas irónicas, como
todo amanecer improvisado.

 El corazón aletargado
descubre el paso del tiempo,
dejó de sufrir anoche
mientras dormías, se fue,
ahora estás sola, desnuda.

La parodia del desamor
se hace patente, en la brisa
que entra por la ventana
de un dolor invisible, un
peldaño más de la existencia.


CABALLERO VALIENTE



Mirada verde en cielo azul,
ocres alfombrados al suelo
se abren al blanco sendero,
reseco del tiempo pasado.

Rojo de sangre acaecido
por el negro dolor de una flecha
incrustada, bajo un arco
de colores que nada dicen.

Oscura y romántica agonía
enaltece el paisaje heroica,
proceder mágico a la historia
que nunca jamás viví.


TE DEJE MARCHAR



Me adelanté a ti
por placer,
miré tus ojos y no dudé,
yo te quería y no supe
la real y verdadera
respuesta.

Calle mi boca
por insensato,
me di la vuelta cobarde,
yo te quería y no lo dije
imbécil y déspota,
incrédulo.

Vago en recuerdos
por desidia,
te abrazó y no te toco,
estoy eternamente vacío
porque yo te quería,
tú estuviste a mi lado
ahora estoy sólo,
sin respuesta.


EL AMOR ES ESO




Me he vestido de gala,
de la buena la ancestral,
de pañuelo al bolsillo
flor fresca en la solapa
y zapatos relucientes.

He tenido cuidado
por esmerar mi figura,
no todos los días
ni todos tienen la suerte
de lucir de está manera.

Salgo efusivo a la calle
saludando elegante,
sonriendo sin descanso
a gente que no conozco,
con andares apremiados.

No quiero llegar tarde,
voy acelerado, radiante,
cariñoso y jovial,
soy la envidia soñada
postrada en el deseo.

La corbata que estreno
apenas agobia mi cuello,
no puedo tragar, me
siento sofocado, confuso,
no encuentro la postura
que me aguante, mi mano
enfilada hacia el timbre,
tú cara en la puerta, amable.


SOY



Soy piedra en la roca
soy aire en el viento,
polvo en la tierra
agua en la lluvia.

Soy en los ojos mirada
soy grito en la boca,
en el corazón suspiro
en las manos caricia.

Soy invitado del espacio
soy por la vida impuesto,
del frío hielo, de la luz
sombra, del amor ciego.


PLEGARIA DE AMOR




Zafio beso en boca infame
de traición presagio, desterrado
en el confín del adiós eterno,
labios manchados al aire.

Cándido amor desolado
por un beso, por una boca
sin su flor, deshojada,
ya marchita de pasión.

Quietud, astucia en el alma,
caricias prolongadas
al interés oculto, de volver
a abrazarte al amanecer.

Juego de malicias derribado
como huracán desbocado,
manos levantadas al cielo
erráticas por volver a amar.


INVIERNO



El árbol se quedo desnudo, apenas
un esqueleto de madera agarrotado,
de musgo apretado a su corteza.

El sostén de sus raíces tapado con
una gran alfombra de hojas húmedas,
pegadas a sus pies, sedentarias.

Los armarios se quedaron vacíos
con las perchas tintineando
al compas del tiempo, naufragas.

Las agujas combatían sin cesar
por ver la primera en saciar el hilo,
vencedora del botín de una bufanda
surgida de un ovillo, bienvenida.

Las puertas se cerraban raudas
tras el descubrir de un sombrero
educado, sacando de la cara el frio.

Las camas se cubrirán de abrigo
mientras una guitarra sonaba,
apoyada en unas piernas amigas.

El aire vigilaba tras la ventana
añorando las notas que salían
del roce de una zamarra.

El calado del fuego en la tertulia
suscitaba recuerdos de antaño,
resúmenes de capítulos pasados.


RIGOR OSCURO




Quedo un resquicio de luz quebrada
tras la barricada de colores removidos
que alimentaba apenas mi quebranto
de latidos amargos suspendido.

Quedo un liviano olor a viento raudo
que se llevaba de mi lado tu sonrisa,
no veía donde ibas, agonía desconsolada
sin identidad, oscuridad traidora escondida.

La verdad rompió con rigor desenfrenado,
me empujaba a una claridad desconocida
y me dejaba, roto como un muñeco solo,
sin equilibrio y ciego, palpando mis manos.


ESCAPÉ DEL SUEÑO




Anoche me contaron un cuento,
una historia de pesares, luchas,
amores dormidos en un pasado
eterno, deudor de dos amantes.

La leña aletargada en la chimenea
presagiaba un desenlace lejano,
un devenir de deseos en avatares
díscolos de juventud, irónicos
al pasar de sucesos improvisados
en noches de amor calenturientas.

Un hombre ardía por dentro
suplicando los labios perdidos
de su amada, postrado en tierra
arañando las huellas de su paso,
oliendo el frescor de su esencia,
cegado por el dolor en el alma.

El aire plañidero en la ventana
aderezaba aún más el desconsuelo,
oprimía el pecho hasta ahogarlo
de la rabia contenida en el aliento.

El calor del fuego invadía mi rostro
postulado en la tristeza solidaria
de aquél amante, las palabras
abanicaban como saetas certeras
un cuento triste, una vida rota
en el paneo de sus miradas.

Lo justo se me volvió cruel
y lo placentero intocable,
me moría por ver terminar
una historia conocida, mis
manos manchadas de barro
derrotaron la esperanza.

Humo  blanco, muerto por olvido
a los pies de mi alma rota,
cuando abrí despacio los ojos
angustiado de saberme solo,
mi vida, parodia de latidos sordos,
se me escapaba sin decir nada.

Anoche me contaron un cuento
traicionero, una historia del pasado
que se coló invitada en mi sueño,
corrí desolado hasta desfallecer
sobre tu suave regazo y recogido,
un beso me alejo del pasado.


SUEÑOS ROTOS




 Eternas baladas de sueños inagotables
con compases de guitarras  fantasmas,
sobresaltos de voces ilusionadas
 de la aurora,  manto nocturno.

Letra corrida en papel olvidado
con sentimientos viejos, como la vida
latido de corazones, con el pañuelo
seco de lágrimas apagadas.


POETAS




Poemas silenciosos en noches desiertas
rotos por los repiques de una campana,
que quiere saber lo que piensa el poeta
en la soledad de añoradas compañías.

La luna quiere ver en sus ojos
la expresión de los versos reflejada,
para recitar tan sólo en tinieblas
a punto de desbordar su queja.

Noches de crudo invierno dormidas
cuando forja el poeta los sueños,
lanzando al aire melodiosas danzas
que vuelan susurrantes en la rima.

Acuéstate, duerme pronto y sueña
para que los versos corran al aire,
para que el poema te arrope suave
por los trazos de su estrofa.


EL ABUELO




Había una tierra alegre
con un sol generoso, luz
brillante en las alas del
cóndor que volaba gentil.

Había sonrisas calladas
de miradas limpias,
que hablaban en la mudez
del alba reconfortadas.

Había una casa blanca
recién pintada, humo en
la chimenea de un fuego
trémulo, vivo por momentos.

Había calles desiertas
en una abrumadora soledad,
quietud y silencio aletargado
de un pueblo dormido.

Sólo el trasiego del viento
en un repique heredado,
el que ambientaba el tiempo
que parecía olvidado.

Nadie le hablaba al abuelo
incorporado del sueño,
que calentaba sus manos
en la rojez de su fuego.


BRINDIS



Cojo una copa y brindo solo, con un
simple objeto, el que aferro con
desprecio en mi temblorosa mano
del fondo de la alacena, vieja por
el tiempo, desvencijada en un salón
inánime y desierto, apropiado para
este sobrio y desalentado momento.

Brindo por la flor que se retuerce
buscando el beso de unos labios
sugerentes, una boca aviesa
de deseo, acariciando su cuerpo
con mis torpes manos, deshojando
unan a una sus hojas para dejarla
desnuda a los ojos del cielo.

Brindo por el contorno de su piel,
sobrecogedoramente bello a la luz
de un sol que ensalza su silueta,
suspirando el viento de aromas
frescas, de sonrisas violentas de gozo
bajo la sombra de su esbelto talle.

Brindo una y mil veces, apoyando
mi rostro sobre un cristal frío,
pregonando el calor de su cuerpo
que sosiegue mi alma embaucada
de traiciones, endeudada de amor
por estar aquí sólo, con una copa.

Estoy seco y no bebo, brindo y no
se bien cuanto, grito y no me oigo
porque estoy sólo, con la mirada
perdida en el cristal del maldito
mueble, inerte en el salón de una
casa vacía sin nadie más que refleje
su cara pegada a mi imagen.

Lo pasado se vuelve hacia mí
presente sin mediar palabra,
errante de recuerdos camino
por la estancia de mi celda,
prisionero, añorando tan solo
un pétalo de esa flor prendida
en el corazón de un hombre,
el que maldice la copa al romper
el silencio de este obligado brindis.


























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