viernes, 21 de junio de 2019

La palabra escrita es maná de sabiduría


Podríamos catalogar de increíble lo que una palabra consigue construir; formada por letras es capaz de conseguir eslabones encadenados que nos lleven a una frase que edifique un verso de tanta altura como la imaginación aguante. Es potencialmente superior a cualquier otra arma que el hombre construye para hacerse daño e infinitamente superior a la intención del autor, a la complicidad del lector o la deriva de su argumento.
Se dice que el ser humano es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras, como también se dice que una imagen vale más que miles de ellas; sin embargo, son los grupos escritos de palabras los que mejor explican el comportamiento de la sociedad sin necesidad de fotografiar perfiles o escuchar ruidos ajenos. La fortaleza de la palabra escrita sobrevive al daño que pueda hacer y permanece eterna en el tiempo impresa en un lecho de tinta, esperando dormida ganarle al olvido.
La joya más valiosa, jamás superada por diamantes, zafiros, oro o platino es la escritura; el obrador de palabras se convierte en el artesano de la cultura y manifiesta una sensibilidad en sus líneas que ningún otro podría hacer con tanta elegancia. La palabra escrita es una necesidad esencial para la supervivencia del ser humano convirtiéndose en maná, en vida propia al servicio de quién pose sus ojos en ella.
El conocimiento bebe de las palabras escritas, la facultad de reflexionar sobre teoremas pasados está en su elaboración sobre el papel y el progreso no sería tal sin la convergencia del estudio de los razonamientos anteriores depositados en los libros con el añadido actual del avance al que la dinámica social evoluciona a ritmos agigantados. Jasc/Junio 2019

lunes, 17 de junio de 2019

Millones de euros ineficaces a centenares de necesidades apremiantes


En este tecnológico mundo nos llegan noticias constantemente, bombardeos informativos que mantienen una ingente opinión venida de muy diversos ángulos de nuestra vida cotidiana. Una de esas informaciones me ha dejado más irritado que de costumbre, los centenares de millones de euros destinados a la lucha contra el desempleo que no sirven para nada. Esos cursos que se dan para mantener tranquilos, como si de una terapia de choque se tratase, a cientos de ciudadanos y ciudadanas con una larga espera en las ineficaces listas de un INEM desastroso.
Y es que nos dicen que el trabajo va bien, que la iniciativa empresarial para fomentar el empleo está funcionando, que los sueldos se equiparán a una dignidad dañada desde hace años y de que las políticas de empleo funcionan de manera aparentemente exitosa. Mentira, esa es la palabra que mejor adecua la verdad de lo que ocurre, los salarios son cada vez más insuficientes al trabajo desempeñado, los contratos desdeñan a las personas y las horas se superan con creces por mucho que digan las normas.
Hay hombres y mujeres, mayores y jóvenes, formados y con una educación primaria, padres, madres o personas solteras que llevan más de dos años en las listas del desempleo, existen personas que hasta que dejaron de prestar servicios al mercado laboral por razones diversas hace más de diez años no han  vuelto a ser llamados para desempeñar actividad alguna, algunos les dio por la depresión,  a otros por el vandalismo derivado de la necesidad y los y las hay que simplemente se han dejado llevar por la decadencia del sistema y la dejadez institucional.
Eso es lo que significan los cientos de millones de euros que se van por las alcantarillas de un esquema ineficaz, de una realidad dolorosa y de la previsión de seguir así por mucho tiempo si no se cambian el sistema, las personas que trabajan sin éxito para encontrar soluciones o los caudales dinerarios que sirvan para al menos, mantener la dignidad de la ciudadanía a salvo de la desorientación nociva del paro. jasc


martes, 11 de junio de 2019

Reflexiones virtuales de perfiles inconstantes


No pretendo ser la antítesis de la sociedad actual, solo avisar de la supremacía peligrosa de la tecnología, algo que poco a poco se introduce en nuestra vida sin tomarlo en consideración siquiera. Management, ya empezamos a fastidiarlo con la definición que de dicha palabra se configura al instalarla en el navegador de Google como nombre masculino ¿acaso no podría ser cifrado con la ayuda de la evolución lingüística que nos proporciona la perspectiva de género? Me molesta esta construcción que detalla las técnicas de dirección y gestión de empresas por lo poco eficaz que resulta a su implantación en el amplio conjunto de sectores donde tiene cabida.
Podría considerar con toda seguridad que soy el mejor en mi sector, el más cualificado y mejor posicionado de todos y todas en el egocéntrico mercado de la falsedad de perfil y con la observancia de no disponer en la mayoría de mis cálculos de escritos con anglicismos salvo raras excepciones que me invitan a usarlos por pura necesidad en la comprensión de sus líneas; no hay otro igual en el mercado ni se podrá considerar a nadie tan poco probable a superar los valores que me acompañan como para intentar desbancarme del lugar que en esta sociedad ocupo.
 La instauración del intrusismo léxico suscita rebeldía y atrae incomprensión, aunque una manera como otra cualquiera de definir una palabra con un contexto distinto al nivel de su concepto como tal no debería causar involución severa en la jerga empresarial. ¿Soy o no soy el que mejor define en estos momentos el liderazgo de las redes? Pues posiblemente no, pero en esta ocasión he abierto el Facebook, LinkedIn, Twitter, Instagram, WhatsApp y un casi abandonado blog, me he dado cuenta d que tenía que poner algo en el espacio donde el sistema me sugiere teclear algún párrafo por muy poco útil que parezca porque si no las telarañas harán mella en la libertad del pensamiento positivo.
Esta puede ser la razón obvia de resucitar analogías en la manera de comportarse de un entorno social atrapado en las redes de una novedosa forma de escapatoria a la “vulgaridad”, dando imagen falsa de un cierto status dentro de un entorno diferente a la realidad de su verdadera identidad. Nos vamos sumergiendo en la cada vez más agobiante manera de empatizar con desconocidos mediante un trabajo on line del que solo sabemos su dirección de correo electrónico o su perfil en la red, esclavos de una necesidad y ajenos a la pérdida de valores tanto personales como humanos; un conflicto futuro de colectivos sociales con muy diferente idiosincrasia derivada del acceso a las nuevas tecnologías y el avance de una interacción virtual del sistema.
No soy del género pesimista, tampoco me ando reflexionando demasiado sobre lo que mi cerebro me ordena ante la visceralidad de algunos de mis pensamientos,, entre otras muchas cuestiones porque perdería el arma maravillosa e insustituible de la improvisación, trato de enfocar de la mejor manera posible lo que me incomoda o me fascina, lo que me atrapa o incita a evadirme de un influjo negativo a lo que mis objetivos pretenden. Pero debo de mencionar la necesidad imperiosa de que además del “management”, un cargo de notable valor para ciertos expedientes curriculares, en un pequeño espacio de tiempo estos sean superados por los de “coach social interacción”, un modelo del que no podamos pasar desapercibidos si queremos seguir siendo libres, empáticos y supervivientes a las fuerzas tecnológicas que nos acechan; el poder de la lengua no obstante es fundamental, a costa de la utilización de anglicismos recurrentes en determinadas concesiones por ahora frecuentadas en el diccionario de las redes o en el diseño de nuevas profesiones alimentadas por los posibles prejuicios de nuestra irresoluta voluntad actual. jjasc