martes, 6 de octubre de 2020

¡¡UNA POLÍTICA SORDA, CIEGA O INTERESADA!!

Estamos hartos de la casposa casta política sea del color o ideología que esta refleje y pretenda, estamos hasta lasnarices de enfrentamientos vulgares con la única, malsana, partidista y personalista intención de alterar normas o funciones, incapaces de dejar hacer a quién sabe de enfermedades y reniega de posicionamientos ilógicos, atrapados por el miedo a caer en el ostracismo futuro de su corta inteligencia, la cruz del desaire y la desconfianza ya la tienen segura en las próximas elecciones, ojalá que al menos podamos celebrarlas todas y todos juntos para gritarles a la cara su despotismo, hedonismo soberbia y descorazonadora muestra de corto sentido común; que pena haber caido en una pandemia con la casta de unos representantes públicos en la cúspide política absolutamente incompetentes.

Cuando el criterio científico coja las riendas de la pandemia y los dirigentes políticos atiendan sus demandas es posible, tal vez imprescindible, que los rigores de la pandemia desciendan su estadística de amenaza sanitaria a la ciudadanía. Siempre vamos varios pasos por detrás de aquello que nos sobrepasa, la culpa dicen que es nuestra en boca de las administraciones enfrentadas, sin embargo, con toda seguridad, los únicos culpables son los que tienen el poder de poder cambiar los errores cometidos hasta ahora por aciertos urgentes. jasc

jueves, 28 de mayo de 2020

No sabíamos lo que iba a pasar


La historia nos demuestra que las situaciones adversas forman parte de la vida del ser humano. No ha sido en muchas ocasiones del todo afortunado el transitar de cualquiera de nosotros por la vida, el éxito ha estado siempre menospreciado si esté no era lo suficientemente visible cómo para no pasar desapercibido y por el contrario, el fracaso es una consecuencia de nuestro intento por llegar a la exelencia y a ser objeto de elogios por parte de los demás, un error manifiesto que carece de validez, no podemos fracasar si no osamos buscar prosperar en conocimiento y valores para así poder hacer participes de los mismos a quienes sepan apreciarlos.
Nos exponemos a una lucha constante por la supervivencia, a una dependencia de los demás para proteger al máximo nuestra debilidad y no somos conscientes de que la vida, en su trayecto hasta el final es una carrera repleta de obstáculos que en muchas ocasiones son imposible de saltar o ni tan siquiera llegar a sortear. Esta pandemia ha venido a dejar al desnudo nuestros grandes fracasos y los éxitos se han diluido entre el miedo y la desconfianza de un mañana diferente; nos creíamos en el pódium de los vencedores y nos hemos dado cuenta de que somos uno más de los millones de seres humanos que habitan el Planeta, salvo por una calidad del entorno menos angustiosa y severa que otras muchas civilizaciones y culturas existentes. Una vez más la realidad ha superado a la ficción, ha confirmado la fragilidad innata de nuestra especie pero por el contrario, ha sacado al exterior lo mejor de cada cual; algo que debemos incorporar a ese presente y futuroque nos aguarda.
Se ha hecho indispensable para intentar entender como nos ha ocurrido esto, el por qué de no haber atendido con celeridad los avisos y llamadas a la prudencia hacer uso del pensamiento critíco, reflexionar sobre lo que está ocurriendo y fomentar los cuidados que nos lleven a la previsión y provisión de medios capaces de sustentar los daños que  nuestro sistema ha dejado al aire, a la vez que ponernos en guardia para atender lo que pueda venir como consecuencia de una desacertada actividad sin acatar las normas que promueven los que saben de la peligrosidad de la pandemia y que con una indisciplina absoluta incurrimos a diario.
Debemos aprender a respetar y valorar la ciencia, a creer en la investigación y proteger la sanidad a nivel público, sin que intervengan factores de carácter privado que conlleven el deseo de obtener beneficios lucrativos y prioricen el uso de los éxitos conseguidos en las maniobras del capitalismo farmacéutico a salvaguardar la salud de este mundo tan globalizado, sin excluir a nadie y sin priorizar ingresos para conseguirlo.
En su afán por mantener posiciones la política establece murallas de protección a todos los niveles, es una necesidad  más de tenernos aleja dos de declaraciones impostadas, las que nos harían reflexionar con sentido común y de las que nos daríamos cuenta que tan solo sugieren un protagonismo carente de moralidad y ética. La información exagerada y su exposición a los medios conlleva fomentar la idea de que los demás nada aportan.
Se están volviendo inútiles las manifestaciones de algunos líderes europeos, al igual que quienes se encuentran en una oposición grotescamente repleta de obscenidades lingüísticas que quieren basar el diálogo en sus propias conclusiones; si para llegar a estas es necesario atraer la atención mediante actos incoherentes que aquellos aseveran de sentido común, se nos hace más difícil salir de la incongruencia de una situación que tergiversa los datos en beneficio propio, postergando lo ajeno a un lugar de escasa o nula importancia.
Cuando llego la pandemia se instauro en nuestras vidas una nueva forma de interactuar con los demás, las nuevas tecnologías desplazarón por completo al trato personalizado y el ascenso de demandantes de espacios virtuales convirtió en un verdadero paraíso de sustanciales beneficios a las empresas lideres en las redes y propietarias de recursos hasta ahora desconocidos por una gran mayoría de gente de una generación acomodada en el espacio reducido de su navegador o en las aplicaciones de sus télefonos móviles.
Alguién dijo en una ocasión  “No somos mortales al final de nuestra vida, sino durante toda ella”; tan cierta es está afirmación que tendríamos que grabarnosla en la memoria, hacer filosofía de una verdad que viene a demostrarnos de manera escueta quienes somos, dónde vamos y a que sentido tenemos que dirigir los pasos para hacer más llevadero el camino. jasc

lunes, 25 de mayo de 2020

Compartir es lograr el éxito


Son los errores los que conducen al acierto, saber en dónde se ha cometido tal error es aspirar al conocimiento y eso pasa por una inversión adecuada al sistema de investigación de los países que buscan obtener recursos con materia propia y medios residentes.
Desde la obviedad de que en un mundo globalizado que ahora sufre el impacto de un virus desconocido, no es difícil encajar cual de los países enfrascados en conseguir la vacuna o el tratamiento viral óptimo para proteger a sus ciudadanos sería más beneficioso para la población mundial y  más conveniente por su imagen como mejor colaborador para el beneficio común de la humanidad. Es contraproducente ser únicamente reservorio de tus propios logros; temas como la salud y la vida de los habitantes de un Planeta asolado por multitud de enfermedades y pandemias es suficiente razón para compartir cuántos avances en remedios científicos aparezcan para contrarrestar no sólo la enfermedad que ahora nos provoca ansiedad, sino otras muchas que asolan el mundo, las cuales en la actualidad están inmersas en el olvido por razones que aunque a la mayoría  resulten evidentes en países catalogados como desarrollados, deben seguir siendo abordadas con la máxima urgencia.
Se ha vuelto un gesto interesado decir que los científicos nos engañan en las redes sociales, seguramente proveniente de políticos interesados en hacer de la pandemia un manifiesto simbólico de oposición desacertada, esgrimiendo como válido que los científicos “están dando palos de ciego o que “nos están engañando con los datos que cada día nos suministran,
Lamentable incoherencia “a todas luces” incluso usando eso tan de moda como son las descalificaciones vertiéndose desde algunas instituciones y medios de comunicación que manejan a su antojo y con absoluta ignorancia el concepto de ciencia, capaces de dar por buenas afirmaciones irresponsables basadas en bulos, con la malsana intención de manejar el miedo de la ciudadanía ante este dramático escenario.
Hemos visto a lo largo de estos más de cien días como la prudencia de la élite científica mundial ha estado repleta de dilemas, interrogantes, especulaciones y un sinfín de intentos por avanzar con celeridad para frenar al virus covid19; pero se sigue trabajando sin descanso a todos los niveles en busca de un tratamiento eficaz. Porque la ciencia avanza del mismo modo que vendrán nuevas enfermedades a lo largo de los años o en un futuro que todavía viviremos atemorizados y contra esta situación, la única opción es la inversión en investigación y la protección de la sanidad pública, algo que nos ha costado demasiado daño aprender en pocas semanas y que hemos pagado a un alto precio en vidas humanas.
No es menos cierto que en nuestro país ha surgido un espectacular aumento de gente que de pronto, sabían más que los propios investigadores utilizando tan solo el navegador de internet como arma premonitoria de lo que iba a suceder al día siguiente. Las falsas noticias parecen alimentar la desazón y a la vez provocar una especie de  distopía en la población con miradas diferentes, algunas inconscientes venidas de la desinformada sociedad en aspectos que antes nos resultaban irrelevantes, alejados de nuestro sistema y más dados en otras latitudes del globo terráqueo que en nuestra propia comunidad; por otro lado, la insistencia de la clase científica por alertar de las graves consecuencias que tendría la llegada de la pandemia a nuestro país, si no se tomaban de manera contundente medidas para aplacar su rápida y letal expansión.
Todo lo que contribuya a convertirse en un maremágnum de interés político debemos de desplazarlo de nuestras prioridades, al igual que basarnos en opiniones inanes de personajes carentes de conocimiento científico. Ahora toca aspirar a sortear la situación de la mejor manera posible, atender la demanda social, económica y laboral de la población y surtir de recursos a los más débiles e indefensos; estos últimos ya comenzaban a ver un plato de comida digno en su mesa desde que avanzamos en medios tras la crisis galopante, la misma que en dos meses cumplirá ocho años, pagando intereses por el rescate a la banca y sin que aparezca apenas culpable alguno de sus devastadores efectos, ni nadie que se arrepienta lo más mínimo de que mientras la pobreza, exclusión social y desempleo aumentaba desenfrenadamente en nuestro país, un grupo de miserables se iba lucrando del erario público.
Bueno, puede que en un futuro próximo veamos la luz con el remedio a la enfermedad que de modo imprevisible vino a azotarnos provocando fisuras a una normalidad que afecto de pleno a nuestras vidas, aunque no debemos olvidar que junto al dolor declarado con el virus tenemos otros problemas por resolver que dañan igualmente a la salud de esta sociedad como son las ayudas a las familias sin recursos,  la adecuación del sistema sanitario o el diálogo social que ahora se encuentra en ralentí tras una mala gestión del Gobierno al aliarse con tal de salir a flote de una situación que no debería haberse producido si quienes están para protegernos lo hubiesen hecho llevándolos a cometer el error de una firma hasta entonces impensable  con extraños adeptos de pactos ocurrentes.
Lo únicamente cierto es que de esta situación saldremos unidos, no hay lugar a ningún otro género  de dudas que las provenientes de la clase científica, la otra ciencia la política, es la que debe andar con pies de plomo sobre el infernal horizonte que sin diálogo y altura de Estado se puede producir en nuestro país, una nación como otras muchas no solo del continente europeo sino del mundo y que se encuentra demasiado sensible para oír declaraciones que vulneran el respeto y atentan contra el sentimiento doliente de la ciudadanía. jasc

domingo, 24 de mayo de 2020

Avanzar por el aire para seguir viviendo


Utilizar en conciencia las fuerzas de la Naturaleza, sol, viento y agua constituyen comenzar a regenerar el modus operandi de una sociedad que sufrirá cada vez más el azote de las catástrofes producto de los contaminantes. El carbón y el petróleo se nos han vuelto enemigos de consecuencias irreparables si no frenamos su utilización a tiempo; el desempleo que repercutirá en la modernización de nuestro sistema energético será momentáneo, es indiscutible que derivará en cientos de miles de empleos a corto plazo y esto, añadido a una mejor calidad de vida, será significativamente productivo en un futuro inmediato.
Notaremos la desaparición de enfermedades crónicas provocadas por plásticos derivados del petróleo, generaremos nuevas herramientas de coexistencia entre la industria y la revolución de las energías renovables en nuestra vida, aprendiendo a fomentar el cuidado de nuestras calles, el respeto al medio natural y el compromiso con el entorno que habitamos.
Tenemos delante la oportunidad de comenzar a cambiar la manera de actuar ante los desastres naturales, incendios, inundaciones o fenómenos costeros nunca vividos es acertar e invertir en pro de una sociedad más sana y reconfortada, con menos patologías crónicas provocadas por la densidad de partículas nocivas en el aire de nuestros pueblos y ciudades y por una radiación alarmante de un Planeta que estando ahí, no le damos importancia  a su gran capacidad de generar energía beneficiosa para la especie humana.
Para comprender que realmente llevamos equivocados demasiado tiempos solo tenemos que indagar en las consecuencias del deterioro natural del ecosistema, inmerso en un avance constante hacia un cambio climático que repercutirá de forma inimaginable en la salud no solo de la especie humana sino de cualquier tipo de vida con la que compartimos el Planeta. Los campos se secan, la sierra arde, los ríos pierden su cauce por culpa de una urbanización inaceptable, las plantas y muchas especies desaparecen y nos quemamos sin remedio en nuestra propia ignorancia.
Ahora, cuando seamos capaces de mantener a raya el virus que nos ha venido a paralizar nuestro sueño, bien sería coger con determinación un avance en la transición ecológica, analizar detenidamente y llegar a la determinación de que aún estamos a tiempo de tomar con resolución las medidas necesarias para comenzar a implantar nuevos sistemas de energía a los hogares, la industria, la rutina diaria y todo aquello susceptible de ser renovado con el uso de la ingente cantidad de energía inagotable en nuestro país. Gozamos de un sol generoso, un monte rico en materia productiva no fósil, un aire suficiente con el que abastecer a millones de hogares y una riqueza hidráulica sin sacarle el partido que las circunstancias requieren.
Pero no solo avanzaremos en calidad de vida, en salud y en previsión, estaremos enfocando el gasto de las familias a niveles apropiados a las mismas, máxime viniendo de una crisis social y económica producto de la pandemia que sobrevuela nuestras cabezas; la transición hacía un mundo más verde y menos contaminado nos tocará el bolsillo, algo tan esencial para resguardar las necesidades básicas de los hogares. La biomasa que abunda en nuestro territorio será argumento más que suficiente para acabar con la degradación provocada por el plástico venido del petróleo o energías contaminantes derivadas.
Todo ello contribuirá a la protección de nuestro sistema sanitario, al control de enfermedades y a éxitos venideros si hacemos las cosas como la naturaleza y el Planeta Tierra demandan. jasc

sábado, 23 de mayo de 2020

De “ok boomer” a “influencer”


Vaya, parece ser que del “ok boomer” hemos pasado a los “influencer” en menos de un año. Los que se jactabán de despreciar ideas concebidas desde la sapiencia de los años han caído en la más absoluta ignorancia. Vivimos unos años de lucha estudiantil, de cambios notables ante la perspectiva de que la dictadura algún día acabaría, disfrutamos como nadie de una Transición pacífica y alentamos en las calles la llegada de la democracia a nuestro país.
Las nuevas tecnologías vinierona nuestras vidas cuando creíamos haber aprendido todo cuanto la vida nos había enseñado hasta ese momento, nos vimos en una avalancha de nuevos cambios en nuestra manera de concebir tareas cotidianas y tuvimos que esforzarnos ante la idea de que esta rutina coexistiría definitivamente con la experiencia atribuida al paso de los años.
Pues bien, como suele ocurrir con esa sociedad que demostró solidez, compañerismo, solidaridad y comprensión, hemos vuelto a ganarle la batalla a lo novedoso y llegar a implementar en la cotidianeidad, las tareas profesionales y el entorno; un reto que hace unos meses ninguna de las generaciones digamos venidas de la modernidad del sistema hubiesen confiado que experimentásemos.
No hay nada ni nadie que  pueda frenar el avance del conocimiento si este es tomado como parte fundamental de nuevas experiencias, máxime si además esto conlleva la adaptación, la inclusión social y la suma de valores; teniendo en cuenta una superación de barreras sociales aun por derribar en el colectivo de la discapacidad como es mi caso; erróneamente califican poco rentable al mercado laboral por desinformación y desconocimiento en el uso de las herramientas tecnológicas que abastecen el devenir de las personas con cierta dificultad o ceguera total. Pero más allá del colectivo del cual soy integrante y con el  que me siento comprometido para  demostrar las capacidades de estas personas, el cual se encuentra intrínsecamente ligado a mi adn personal, social, profesional y ético con todas ellas, se encuentran verdaderos iconos de nuestra generación con una aptitud exigente para con ellos mismos y capaces de ser idolatrados por muchos de aquellos ignorantes que nunca imaginasen hasta donde llega nuestra capacidad de adaptación.
Hemos demostrado sobradamente hasta dónde somos capaces de llegar en el empeño, hacer visible que aquellos nacidos en los sesenta son la base fundamental de la democracia, transmitiendo la idea de tomar conciencia de que los que sujetan la libertad de expresión en las redes somos capaces al unísono de transformar definiciones que denotan obsolescencia por palabras que desarrollan competencia a todos los niveles de esta sociedad; es inadmisible quedarse varado en la duda habiendo personas que con su discapacidad, le sobra conocimiento, valores, competitividad y empatía para afrontar cuántos retos se nos pongan por delante.  jasc

viernes, 22 de mayo de 2020

El “comecocos” que resurgió de los escaños


El “comecocos” cumple 40 años, ha crecido a la par que la Constitución del 78 y parece coincidir en ser una de las más eficaces herramientas contra el tedioso panorama político. Los laberinticos pasillos por los que se mueve son circunstancialmente similares a los del Parlamento, con paradas técnicas en los despachos de los diputados para salvaguardar el momento de lanzarse de nuevo a su objetivo por alcanzar la meta; el final de una alocada carrera que es en el colectivo de sus moradores, llegar al poder de la Cámara y alcanzar el éxito.
Lo que veíamos grotesco e insustancial en los escaños se ha convertido en una suculenta arma para entrelazar opiniones mediante el uso de las nuevas tecnologías, mantener conversaciones virtuales con quienes tienes al lado o dos peldaños más arriba o abajo se ha convertido de la noche a la mañana en una herramienta necesaria en las manos de los representantes políticos. Pueden derivar en pactos ocultos que se traducen en posibles traiciones, también sugieren respuestas al interlocutor que interpela desde el atril y hasta coincidir en la elección del almuerzo a tomar durante el receso.
Fue posteriormente Tetris el juego que reunifico la demanda de aquellos y aquellas que con sus télefonos recién estrenados en un pac reservado a sus señorías, coincidieron en apostar ante la libertad de tener en sus manos el entretenimiento sugerente con el que pasar el aburrimiento de unas maratonianas sesiones parlamentarias. Vinieron tras estos algunos más modernos, pero lo “vintage” siempre es lo ocurrente en las lanzaderas de novedades tecnológicas y de ocio para el pasar de las horas. Claro que no me olvido de los juegos de palabras con las que diseñar sus nociones literarias y lingüísticas, o de las preguntas, aunque resulten a veces menos apropiadas para el fugaz entretenimiento al coincidir apretar el botón del sí, no o abstención, que ya le ha pasado a más de una de sus ilustres residentes en escaños pulsar erróneamente al compás del Triviaador o del Candy Crash entre otros muchos a elegir en una larga lista de sugerencias.
Pocos son los escaños que se salvan de la apariencia real, podemos reseñar que habrá quién mantenga su antiguo móvil, raro pero cierto, lo resaltable es que la mayoría se surte de buenos instrumentos para twittear a placer, jugar con dejadez de sus funciones o maniobrar contra alguien con una irónica sonrisa en los labios.
Sea como fuere el uso indebido es notable, atendiendo únicamente a compromisos súbitos por causas ajenas a la situación sí tendría disculpa el uso del teléfono móvil por parte de los diputados y diputadas, pero sinceramente no hay causa alguna que suscite mayor falta de educación que hacerlo mientras alguien habla para ser escuchado, otra cosa es que estés o no de acuerdo con lo que manifiesta el hablante. Vamos que esto va a tener que ser como en algunos colegios, el teléfono apagado mientras se está en clase o se lo retiramos de las manos y además le aplicamos la sanción preceptiva que figure en la norma, si es que hay normas para estos personajes claro. jasc

jueves, 21 de mayo de 2020

Cuando la prorroga se convierte en mercadeo


En una situación excepcional debemos hechar mano de leyes excepcionales que vengan a aportarnos algo de tranquilidad. Este es el caso del Estado de Alarma en el que nos encontramos y cuya finalización según el Gobierno a través de su Ministro de Sanidad, el propio Presidente y los abogados del Estado coinciden en ser la única herramienta capaz de protegernos en una desescalada que essta siendo prudente, como no podría ser de otra manera, a pesar de algunos incidentes reseñables con finalidades políticas y algún que otro descerebrado que se salta las normas confeccionadas para la ocasión, uso de mascarilla, distanciamiento social o reuniones inconscientes producto de una nula capacidad de convivencia o una ignorancia severa delictiva y maliciosa.
Aquíi no hay intereses políticos, a ver si se enteran de una vez los señores de la derecha y los que se encuentran aun más a su derecha enredados en la polémica nada constructiva. Estamos en un periodo de nuestra vida que tenemos que andar con el rabillo del ojo ante un posible rebrote de la pandemia; es con esta ley con la cual conseguiremos ir frenando paulatinamente el contagio, no a costa de que todo sea previsible de generar economía sin poner en riesgo la vida de los ciudadanos, de nada nos valdría una nueva oleada de positivos, posibles victimas mortales o confinamiento de la sociedad por el hecho de cuantificar en dinero las perdidas de vidas en un ascenso poco precavido y más pensando en intereses propios que en el conjunto de la sociedad.
De leyes saben los expertos, de enfermedades los profesionales sanitarios, de virus los investigadores y científicos; dejar trabajar a estos es hacerlo en pro del bien común de la ciudadanía, fracasar por hacer caso omiso de los avisos de máxima prudencia es frenar en seco la esperanza de que esto acabe cuánto antes, a pesar de que para hacerlo de una manera segura tendremos que esperar a una vacuna o un tratamiento viral pero hasta que eso llegue, sigamos haciendo las cosas como estos aconsejan.
Si miramos a socios europeos podremos darnos cuenta de que tanto en Alemania y Reino Unido como en países que encumbran su poderío con respecto a la UE, caso de Rusia,  el uso de la mascarilla sin una ley que no solo aconseje sino que sancione, ha hecho brotar focos de contagio y sumado cientos de víctimas mortales a su  lista. En Valencia una parte de la sociedad como  ocurren otros lugares de España no se ha  dado por aludida  a los avisos de prudencia emitidos por la Administración y hasta una de las ciudades más cosmopolita de Europa, Barcelona, ha preferido resguardar a sus habitantes por miedo a dar rienda suelta a la masa social, no parece estemos preparados para transitar por estos nuevos tiempos si no es a cambio de que nuestro bolsillo se vea afectado con una sanción pertinente a nuestro escaso compromiso.
Esa regeneración de la economía que se devalúa cada día tendrá que esperar al menos unas semanas más hasta que la desescalada concluya, es preferible hacer uso del comedimiento que no lagrimar con los sucesos una vez pasados, porque es fácil hablar una vez acabado el conflicto y esa es la dinámica populista de un líder de la derecha con manifestaciones de lingüística grosera y descortés, sin obviar el acecho del extremismo ideológico de unos recién llegados al poder y que entraron por la puerta de atrás ante la desafección del voto ciudadano.
La mesura es difícil que  haga su aparición en el Parlamento, todo se convierte en una sin razón predecible, en tú más, en quién es el culpable  o cual de las formaciones prevé la solución factible a una situación sin tener ni pajolera idea de cómo resolverla; mientras  la sociedad temerosa que cree al que mejor lo cuenta se agarra con ello a un clavo ardiendo y no atiende al que quiere tratar de focalizar el resurgir de la economía, el trabajo, la educación y la cultura sin poner en peligro la vida de los ciudadanos y ciudadanas de esté país.
Qué cuando todo se relaje el Gobierno habrá quedado dañado es algo que saben no solo los que ahora gobiernan; entre otros, los agentes sociales los primeros implicados en criticar por motivos obvios a estos, la Patronal  en su sitio tampoco esta falta de razón en sus declaraciones, la Reforma Laboral impuesta por los que ahora se dan golpes de pecho en patriotismo y se jactan de liderar la oposición a pesar de sentirse estar en un lugar incómodo  con el aliento del extremismo en el cogote, trajeron a la escena del mercado laboral con sus recortes, tijeretazos y trampas en un cambio que se tradujo en rescate. Son los agentes sociales por tanto, junto al Gobierno, quienes tendrán que ahondar esfuerzos de buscar alternativas a la facilidad de despido que las empresas obtuvieron con el cambio en la ley, porque si quieren tener beneficios deben de pagar salarios dignos y tratar al trabajador como si un socio de la misma compañía se tratase, dependientes ambos del liderazgo de la firma para llegar a objetivos mutuos.
Malgastar el tiempo en sucesivas prorrogas del Estado de Alarma confirma que las formaciones políticas durante la pandemia solo se mueven en intereses partidistas alejados del bien social; yo me abstengo o digo sí a cambio de que tú me des lo que yo quiero. Vergonzoso ¿verdad? Pues ahí los tienen, tan comódos en sus escaños y con tan pronosticables declaraciones en los medios.
No debería extrañarnos que en política todo se traduzca a trapicheos, encaje de bolillos, suspicacias o tramas urdidas para conseguir objetivos; sería ilógico pensar que los que ahora tratan de influenciar a la opinión pública dando muestras de exagerada onradez ayer no manejasen los mismos argumentos que quienes ahora manejan el poder pues lo veriamos como mentiras ambientadas con la intención de pasar página de lo que entonces aconteció en sus formaciones cuando la sociedad sufría el envite de la anterior crisis económica a la vez que los que daban imagen de honestidad en realidad eran ladrones de guante blanco sin ética ni honradez en sus miserables triquiñuelas.
Política, palabra que esta repleta de suspicacias, definición sujeta a cambios constantes, idoneidad momentánea con la que salvaguardar intenciones, extrapolable al interés partidista y afán lucrativo. En estos tiempos no es lo más apropiada para atender necesidades que estén estrictamente fuera del contexto sanitario; tal vez habría que dejar apartada, aunque solo fuese momentáneamente esa actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a nuestra sociedad y volcarse en conseguir un pacto por la pandemia, eso sí que es urgente de tratar objetivamente y no la poca sutileza de la que hacen gala todos y cada uno de los que nos representan en el Parlamento. jasc