Diseñamos extraños silogismos
como el de aparentar lo que no somos, en una controvertida y afanosa
determinación por no quedarnos encajonados en la disertación superficial de
cualquier dilema que se nos plantee más allá de lo que consideraríamos
cotidiano y vulgar; la espontaneidad deja mucho que desear y se ampara en la vertiginosa
idea de que las redes sociales significan la mayor herramienta jamás pensada
para combatirr lo que podríamos denominar pánico por pasar desapercibido
socialmente con la obsesión de lograr el éxito tan solo por la afluencia masiva
en resurgir de seguidores a cada perfil construido, la mayor parte de ellos,
distintos a la realidad d ese protagonista e identificados como fiasco
personal, es decir, la prueba más confirmada de que si no dispones de muchos
seguidores en tu espacio virtual eres un fracasado social o peor aún, un
discriminado por la poca expectación que ofrece tu personalidad imperfecta;
situación antagónica a la realidad dado que te conviertes en esclavo sumiso de
un grave error y multiplicas la pérdida de valores humanos y personales en el
ostracismo impulsivo en el que te envuelves.
Junto a toda esta patraña de
falsedades debemos establecer una dirección CORRECTA, la que nos libere por ser
como realmente somos y no por el hecho de que los demás nos vean como
personajes atractivos; algo tan frágil en el tiempo que desaparece en cualquier
momento, sea por disposición de los seguidores o por estar quemado un perfil
que tarde o temprano se da la vuelta en contra de quién lo diseñó para
satisfacer sus egos.
Puede resultar peligroso
esconderse tras el reflejo de alguien que no eres, intentando dar a la galería
motivos sugerentes para envolverte de elegancia, atractivo y armonía perfecta
de una vida envidiable. Error, es el principio del decaer de tu personalidad,
cometerás la gran equivocación de cavar tu propia tumba personal e idealista;
habrás comenzado a diluir la creencia en ti y tus valores y comenzarás un viaje
alrededor de una ilusión ilusa, de un deterioro de tu conocimiento en favor de
un seguidor o seguidora que ni siquiera conocerás en tu vida; harás de tu
hedonismo una religión que a la postre será un factor de no creer nada tras el
fracaso acusado por involucrarte más de la cuenta en tendencias esporádicas
para los que las diseñan y poco dadas a la confianza de una sociedad confundida
entre tantos dilemas absurdos propagados en las redes.
Somos personas muy distintas y
diferentes entre sí, cada cual es dueño de su propia identidad y no debe
manifestarlo en toda su integridad, la privacidad de cada perfil es nuestra
libertad, por lo cuales libertino e incompetente dar de nosotros toda la
información y nos convierte en esclavos para siempre de un error manifiesto de
incoherencia e ignorancia al saber del poder de las redes, por mucho que
tratemos de confundir a la gente con manifestaciones inusuales de las que no
nos creemos ni nosotros mismos la mitad de las situaciones que pasamos a mostrar
en un perfil falso, con la única motivación de caer bien a los demás y somos
tan ilusos al pensar que los demás nos ven con la gallardía que queremos
interpretar en nuestras alusiones a una u otra noticia que en ese momento
figura como topi en las redes haciendo un clip en compartir lo que ni hemos
leído con detenimiento antes de hacer partícipe a nuestro equipo de seguidores.
Vamos a ser ya de una vez un
poco dueños de nuestros perfiles y hagamos caso omiso de todo lo que no nos
guste por el mero hecho de que le guste a quién esté en ese momento adorado por
las masas; el mayor protagonista puede ser la victima de su propias
desafecciones consigo mismo y el que pasa a formar parte de las redes desde un
punto de vista objetivo, pragmático, empático y sanamente cordial es el que
debe pasar a engrosar los primeros lugares de significativo renombre en los espacios
virtuales.
No quiero dejar pasar la
oportunidad de este escrito para desenmascarar casos de obsesiva dependencia de
las redes sociales, en este supuesto queda bien reflejada las dudas posibles,
inmersas en los hilos invisibles de las nuevas tecnologías y nos deja en un
lugar reservado a la privacidad buena parte de la libertad de opinión y expresión
que nuestro país defiende.
Dar demasiada cancha libre a
quien nos e la merece es gratuitamente darle algo de lo que carece, la razón,
es hacernos participes sin darnos cuenta de sus tanto malas artes como intenciones
en muchos casos ociosas y en otros, por el contrario, dignas de tomarlas en
cuenta por venir de personajes públicos de calada representación en los
gobiernos mundiales.
Sin duda tendremos que
habituarnos en estos tiempos de rechazo a cierta libertad segmentada por
colectivos dispares; es esa la obviedad de que se nos están empachando las
redes con motivo de la aparición en escena de representantes políticos de
afamada reputación estentórea, algunos quieren parecer graciosos tratando a sus
ciudadanos como espectadores de su función circense, otros perciben el olor de
la discordia programando en sus perfiles frases de xenofobia y hasta los hay
que coinciden en sus mensajes bajo la batuta descalificativa de sus propios
argumentos.
No quiero confundir a nadie
con mi interpretación escrita o crearme una imagen inapropiada u obsoleta sobre
mi idea del uso de las redes sociales a una persecución de las mismas, es tan
solo que a menudo pienso en la interacción personal tan decadente en estos
momentos y eso me apena notablemente; dejar pasar las nuevas tecnologías y las
tendencias sociales no es de recibo, hacer del progreso una sentencia
desfavorable socialmente tampoco, lo único que me mueve es no perder el rumbo
de que una mano amiga se tiende de frente y no con un Me gusta frío. Perdone
quien se sienta ofendido, pero no cambio una coma de lo escrito por una mención
honorifica en el perfil que más me convenga. jasc