jueves, 25 de julio de 2019

ESCRIBO DICTADO POR MI RAZÓN


Diseñamos extraños silogismos como el de aparentar lo que no somos, en una controvertida y afanosa determinación por no quedarnos encajonados en la disertación superficial de cualquier dilema que se nos plantee más allá de lo que consideraríamos cotidiano y vulgar; la espontaneidad deja mucho que desear y se ampara en la vertiginosa idea de que las redes sociales significan la mayor herramienta jamás pensada para combatirr lo que podríamos denominar pánico por pasar desapercibido socialmente con la obsesión de lograr el éxito tan solo por la afluencia masiva en resurgir de seguidores a cada perfil construido, la mayor parte de ellos, distintos a la realidad d ese protagonista e identificados como fiasco personal, es decir, la prueba más confirmada de que si no dispones de muchos seguidores en tu espacio virtual eres un fracasado social o peor aún, un discriminado por la poca expectación que ofrece tu personalidad imperfecta; situación antagónica a la realidad dado que te conviertes en esclavo sumiso de un grave error y multiplicas la pérdida de valores humanos y personales en el ostracismo impulsivo en el que te envuelves.
Junto a toda esta patraña de falsedades debemos establecer una dirección CORRECTA, la que nos libere por ser como realmente somos y no por el hecho de que los demás nos vean como personajes atractivos; algo tan frágil en el tiempo que desaparece en cualquier momento, sea por disposición de los seguidores o por estar quemado un perfil que tarde o temprano se da la vuelta en contra de quién lo diseñó para satisfacer sus egos.
Puede resultar peligroso esconderse tras el reflejo de alguien que no eres, intentando dar a la galería motivos sugerentes para envolverte de elegancia, atractivo y armonía perfecta de una vida envidiable. Error, es el principio del decaer de tu personalidad, cometerás la gran equivocación de cavar tu propia tumba personal e idealista; habrás comenzado a diluir la creencia en ti y tus valores y comenzarás un viaje alrededor de una ilusión ilusa, de un deterioro de tu conocimiento en favor de un seguidor o seguidora que ni siquiera conocerás en tu vida; harás de tu hedonismo una religión que a la postre será un factor de no creer nada tras el fracaso acusado por involucrarte más de la cuenta en tendencias esporádicas para los que las diseñan y poco dadas a la confianza de una sociedad confundida entre tantos dilemas absurdos propagados en las redes.
Somos personas muy distintas y diferentes entre sí, cada cual es dueño de su propia identidad y no debe manifestarlo en toda su integridad, la privacidad de cada perfil es nuestra libertad, por lo cuales libertino e incompetente dar de nosotros toda la información y nos convierte en esclavos para siempre de un error manifiesto de incoherencia e ignorancia al saber del poder de las redes, por mucho que tratemos de confundir a la gente con manifestaciones inusuales de las que no nos creemos ni nosotros mismos la mitad de las situaciones que pasamos a mostrar en un perfil falso, con la única motivación de caer bien a los demás y somos tan ilusos al pensar que los demás nos ven con la gallardía que queremos interpretar en nuestras alusiones a una u otra noticia que en ese momento figura como topi en las redes haciendo un clip en compartir lo que ni hemos leído con detenimiento antes de hacer partícipe a nuestro equipo de seguidores.
Vamos a ser ya de una vez un poco dueños de nuestros perfiles y hagamos caso omiso de todo lo que no nos guste por el mero hecho de que le guste a quién esté en ese momento adorado por las masas; el mayor protagonista puede ser la victima de su propias desafecciones consigo mismo y el que pasa a formar parte de las redes desde un punto de vista objetivo, pragmático, empático y sanamente cordial es el que debe pasar a engrosar los primeros lugares de significativo renombre en los espacios virtuales.
No quiero dejar pasar la oportunidad de este escrito para desenmascarar casos de obsesiva dependencia de las redes sociales, en este supuesto queda bien reflejada las dudas posibles, inmersas en los hilos invisibles de las nuevas tecnologías y nos deja en un lugar reservado a la privacidad buena parte de la libertad de opinión y expresión que nuestro país defiende.
Dar demasiada cancha libre a quien nos e la merece es gratuitamente darle algo de lo que carece, la razón, es hacernos participes sin darnos cuenta de sus tanto malas artes como intenciones en muchos casos ociosas y en otros, por el contrario, dignas de tomarlas en cuenta por venir de personajes públicos de calada representación en los gobiernos mundiales.
Sin duda tendremos que habituarnos en estos tiempos de rechazo a cierta libertad segmentada por colectivos dispares; es esa la obviedad de que se nos están empachando las redes con motivo de la aparición en escena de representantes políticos de afamada reputación estentórea, algunos quieren parecer graciosos tratando a sus ciudadanos como espectadores de su función circense, otros perciben el olor de la discordia programando en sus perfiles frases de xenofobia y hasta los hay que coinciden en sus mensajes bajo la batuta descalificativa de sus propios argumentos.
No quiero confundir a nadie con mi interpretación escrita o crearme una imagen inapropiada u obsoleta sobre mi idea del uso de las redes sociales a una persecución de las mismas, es tan solo que a menudo pienso en la interacción personal tan decadente en estos momentos y eso me apena notablemente; dejar pasar las nuevas tecnologías y las tendencias sociales no es de recibo, hacer del progreso una sentencia desfavorable socialmente tampoco, lo único que me mueve es no perder el rumbo de que una mano amiga se tiende de frente y no con un Me gusta frío. Perdone quien se sienta ofendido, pero no cambio una coma de lo escrito por una mención honorifica en el perfil que más me convenga. jasc

sábado, 6 de julio de 2019

Votos ceniza


Parece que pudiera ser que podríamos volver a las urnas, increíble pero cierta es la vergüenza que nos hacen pasar esta clase política que se vanagloria de servir a la sociedad que representan ¿verdad? No deja de resultar irónico el enfrentamiento que llevan a cabo entre la izquierda, la derecha y los que ni saben a qué ideología pertenecen, entremezclados en un batiburrillo de definición incierta en el que cabe la anarquía, el anti sistema o el ansia por apropiarse  de un terreno al que dicen odiar y del que por el contrario, no tienen ni la más mínima intención de despreciar si se le pone a tiro. Todos con la única y malsana intención de frenar las expectativas del otro, infringirse mutuamente daños en el núcleo del campo de maniobras abyecto que mantienen activo sin entender nada de estas batallas los colectivos ciudadanos que les dieron su confianza, incapaces de corregir errores y salvaguardar la paz social por encima de sus taimadas pretensiones.
La coherencia no es algo que frecuente la conciencia política de nuestro país, enturbiada visión y un futuro que promete y al que, sin embargo, no se sienten realmente ganadores de lograr sin antes dejar en la cuneta a todo aquel o aquella que se interponga en sus objetivos partidistas y personales.
Nos enfrentan sin parar, nos quieren hipnotizar con unos mítines en los que la ética no aparece y apoyados en el atril del Parlamento, esa casa en la que se deberían conseguir beneficios a la ciudadanía, sueltan improperios, añadidos funestos o simples mentiras con las que aventajar los aplausos de su estirpe. Toda esta parafernalia política cara a la galería en la que se van quemando sin decoro las papeletas que se usaron en su día para darles el beneficio de la humildad con el que servir a la sociedad de la que forman parte, construyendo edificios con una estructura fuerte en su argumentación ,  llegando a acuerdos ignífugos en el tiempo que medie en la consecución de pactos acordes con la posición que cada cual obtuvo en las votaciones.
Fuimos a votar cuando así nos lo indicaron, como sociedad comprometida con su obligación y derecho, con la sana esperanza de que este fallo fuese el comienzo de una nueva etapa en nuestras vidas y las papeletas las han ido quemando según han venido dadas las cartas a favor de unos u otros, sin demasiada consistencia en sus maniobras y menos aún en un programa que pasa inadvertido cuando debiera de ser el principal destino de sus discusiones.
Pero de nada han servido nuestras disposiciones democráticas, nuestras idas y venidas a los colegios electorales y el gasto que todo este montaje político ha costado  a las arcas de los españoles, españolas o persona con derecho a voto  ansiados de tanto menosprecio. Se han pasado las decisiones de la sociedad por el forro de sus tramas, malogrado el factor del porcentaje de electores por la entrepierna de la falacia y todo esto nos ha llevado a nos saber quién es el que ha ganado a pesar de los votos conseguidos.
La Ley Electoral, rancia disposición de nuestra Carta Magna se nos ha quedado en la más extinga de las normativas, más allá de favorecer el servicio al que fue destinada nos obstaculiza las decisiones adquiridas y comienza a aparecer en escena el factor apatía, junto al de incredulidad y desconfianza en lo que ya está a punto de cambiar en su definición de comicios por eventos electorales sin final creíble.
Sin nada mas que aportar en toda esta reflexión de fundamentos tomados del sector ciudadano, incluido en las conversaciones cotidianas de los que fueron a votar y no saben para que lo hicieron, queda como muestra la desfachatez de nuestros políticos en querer que uno haga lo que él no hizo en su día o hacer lo contrario a lo que ayer entendía era calamitoso. Jasc

lunes, 1 de julio de 2019

Panegírico a la felicidad


Podemos vivir un siglo y seguiremos sin encontrar la felicidad en toda su dimensión, lo cierto es que los seres humanos piensan en lo material como hacedor de dicha, pero, la búsqueda de una sensación nunca sentida en toda su intensidad realmente no llegará ni con el cénit de una ventura esporádica ni con la ejecución de algunos de nuestros sueños más primitivos o con el acceso a los recursos básicos; hechos que redundan por mantener distantes objetivos diferentes e instalarse en el conformismo por la supervivencia.
Es esa felicidad y esa definición que emana de una certidumbre de nunca llegar a ella lo que nos mantiene activos tratando de evolucionar en nuestros sentimientos y aproximarnos a un equilibrio sostenido entre la afectividad, el sentirse bien con uno mismo y el tratar de emular la panacea del amor partiendo del continuado esfuerzo por lograr la paz con respecto a la gente que nos rodea.
Porque la felicidad es una más de las sensaciones que atraen a la especie humana carente de ideales positivos que conformen una vida provechosa, sin demasiada ostentación significativa atraída por el materialismo deforme de aparentar lo que ni se es ni se aproxima a la persona. Puede que ser feliz venga bajo el amparo de la humildad, tal vez la honradez sea uno de sus mejores aliados. Lo que no existe lo confundimos con cariño, amor, atracción o deseo, lo que entendemos por felicidad es benevolencia social, recursos dinerarios y placer asegurado.
No tratemos de emular filósofos antiguos que en la contemplación conseguían la felicidad de sus reflexiones, ni hagamos caso omiso de situaciones agradables por no merecernos la percepción de dicha; despreciar todo aquello que no salga de la cotidianeidad es humillarse a sí mismo; no respetar la circunstancia real de que la felicidad no existe y conjurar ejerciendo una aptitud negativa de desaire a lo que nos parecen irrisorios sueños o anécdotas recurrentes es caer en la ignorancia de pensar que algún día la felicidad llegará a nuestras vidas. jasc