domingo, 24 de mayo de 2020

Avanzar por el aire para seguir viviendo


Utilizar en conciencia las fuerzas de la Naturaleza, sol, viento y agua constituyen comenzar a regenerar el modus operandi de una sociedad que sufrirá cada vez más el azote de las catástrofes producto de los contaminantes. El carbón y el petróleo se nos han vuelto enemigos de consecuencias irreparables si no frenamos su utilización a tiempo; el desempleo que repercutirá en la modernización de nuestro sistema energético será momentáneo, es indiscutible que derivará en cientos de miles de empleos a corto plazo y esto, añadido a una mejor calidad de vida, será significativamente productivo en un futuro inmediato.
Notaremos la desaparición de enfermedades crónicas provocadas por plásticos derivados del petróleo, generaremos nuevas herramientas de coexistencia entre la industria y la revolución de las energías renovables en nuestra vida, aprendiendo a fomentar el cuidado de nuestras calles, el respeto al medio natural y el compromiso con el entorno que habitamos.
Tenemos delante la oportunidad de comenzar a cambiar la manera de actuar ante los desastres naturales, incendios, inundaciones o fenómenos costeros nunca vividos es acertar e invertir en pro de una sociedad más sana y reconfortada, con menos patologías crónicas provocadas por la densidad de partículas nocivas en el aire de nuestros pueblos y ciudades y por una radiación alarmante de un Planeta que estando ahí, no le damos importancia  a su gran capacidad de generar energía beneficiosa para la especie humana.
Para comprender que realmente llevamos equivocados demasiado tiempos solo tenemos que indagar en las consecuencias del deterioro natural del ecosistema, inmerso en un avance constante hacia un cambio climático que repercutirá de forma inimaginable en la salud no solo de la especie humana sino de cualquier tipo de vida con la que compartimos el Planeta. Los campos se secan, la sierra arde, los ríos pierden su cauce por culpa de una urbanización inaceptable, las plantas y muchas especies desaparecen y nos quemamos sin remedio en nuestra propia ignorancia.
Ahora, cuando seamos capaces de mantener a raya el virus que nos ha venido a paralizar nuestro sueño, bien sería coger con determinación un avance en la transición ecológica, analizar detenidamente y llegar a la determinación de que aún estamos a tiempo de tomar con resolución las medidas necesarias para comenzar a implantar nuevos sistemas de energía a los hogares, la industria, la rutina diaria y todo aquello susceptible de ser renovado con el uso de la ingente cantidad de energía inagotable en nuestro país. Gozamos de un sol generoso, un monte rico en materia productiva no fósil, un aire suficiente con el que abastecer a millones de hogares y una riqueza hidráulica sin sacarle el partido que las circunstancias requieren.
Pero no solo avanzaremos en calidad de vida, en salud y en previsión, estaremos enfocando el gasto de las familias a niveles apropiados a las mismas, máxime viniendo de una crisis social y económica producto de la pandemia que sobrevuela nuestras cabezas; la transición hacía un mundo más verde y menos contaminado nos tocará el bolsillo, algo tan esencial para resguardar las necesidades básicas de los hogares. La biomasa que abunda en nuestro territorio será argumento más que suficiente para acabar con la degradación provocada por el plástico venido del petróleo o energías contaminantes derivadas.
Todo ello contribuirá a la protección de nuestro sistema sanitario, al control de enfermedades y a éxitos venideros si hacemos las cosas como la naturaleza y el Planeta Tierra demandan. jasc

No hay comentarios:

Publicar un comentario