miércoles, 20 de mayo de 2020

Aislados en un Parlamento infectado de desatinos


El carácter soberbio y violento de la clase política induce a confinarlos en el Parlamento para además de hacer ejercicioscon el uso de la reflexión, de la descalificación soez y vulgar de los intervinientes y de un análisis banal de lo que podría haber sido si en lugar de estar en la oposición estuvieran gobernando, lograsen motivar a la sociedad dando una imagen de Estado y con ello impedir la desafección a la que nos tienen acostumbrados.
Afectos a una pandemia que se lleva por delante la vida de miles de personas, infecta a cientos de miles y consigue denigrar a nuestros representantes públicos elegidos por la masa social; trae añadidosdesastrosos con familias en el umbral de la pobreza, la exclusión social en primera línea de las muchas colas en busca de alimentos que comienzan a vislumbrarse en el panorama nacional y restringe la esperanza de un progreso que teníamos al alcance de la mano y se nos ha ido por culpa de un virus inesperado al que nadie nos previno fuese tan letal y dañino.
Ante la vulnerabilidad de la ciudadanía, fácil de diagnosticar e influenciar por el acoso en las redes sociales al que es sometida, son muchas las muestras de intentar disimular la falta de argumentos a la hora de explicar los por qué de sus declaraciones; resulta paradojico que cuando alguien no es capaz de poner sobre la mesa soluciones a los problemas que la pandemia ha generado, caigan en la desfachatez de echarle poca honestidad al asunto y tratar a aquellos que ni por asomo se esperaban, se encontraron de frente con una situación del todo desconocida en lo que a política se refiere, deben luchar para sacar adelante conclusiones y soluciones que eviten una nueva oleada de repercusiones inimaginables. Es fácil darle a compartir si con ello atentas contra el sistema, si además se traduce en oleadas de populismos con la intención de manipular datos que ven en su contra, todo vale porque la nueva normalidad para los que no saben de colaboracionismo es el uso de las nuevas tecnologías para concebir una nueva forma de hacer política basada en la desinformación y en tapar la debilidad de su partido mientras  esos a los que difaman se han visto abocados a tratar de impedir a costa de cualquier precio que prolifere el número de víctimas de esta pandemia a sumar a las cifras que ya nos remueven hasta el alma.
Si tras recepcionar los mensajes abordamos con mesura su contenido llegaremos a lo que es su objetivo esencial, aquí no hay pactos de compromiso sin recibir nada a cambio; el pragmatismo de los argumentos se ha vuelto una perición constante por un interés partidista y quién sufre toda esta amalgama de angulosa definición es la ciudadanía, esa que sigue esperando que al menos en una cuestión tan imperiosamente alarmante  lo afín sea igual para todos hasta que llegado el momento, puedan volver a hecharse los trastos a la cabeza desde el atril de sus egos.
Hasta que las filas de la pobreza desaparezcan, cuando el empleo prolifere sustancialmente cuando las necesidades básicas de las familias resulten aceptables, cuando los derechos previstos en nuestra Carta Magna hagan posible volver a esa nueva normalidad tan usada para referir el futuro, puede que entonces y solo entonces, manifestemos en las urnas quienes son los que mintieron o, por el contrario, cuales son aquellos que quisieron disputar el poder por mercadeo.
Pero hasta entonces, dejemos trabajar a quienes saben, los profesionales, científicos, investigadores y sanitarios, dejémosles hacer su trabajo, ya hasta me cansan los programas de televisión en los que un presentador osa utilizar la ciencia sin la menor idea de lo que está tratando de explicar sin fundamento alguno. Porque una cosa es la libertad de expresión y otra muy diferente hablar de hemisferios cerebrales sin conocimiento alguno. jasc

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