lunes, 25 de mayo de 2020

Compartir es lograr el éxito


Son los errores los que conducen al acierto, saber en dónde se ha cometido tal error es aspirar al conocimiento y eso pasa por una inversión adecuada al sistema de investigación de los países que buscan obtener recursos con materia propia y medios residentes.
Desde la obviedad de que en un mundo globalizado que ahora sufre el impacto de un virus desconocido, no es difícil encajar cual de los países enfrascados en conseguir la vacuna o el tratamiento viral óptimo para proteger a sus ciudadanos sería más beneficioso para la población mundial y  más conveniente por su imagen como mejor colaborador para el beneficio común de la humanidad. Es contraproducente ser únicamente reservorio de tus propios logros; temas como la salud y la vida de los habitantes de un Planeta asolado por multitud de enfermedades y pandemias es suficiente razón para compartir cuántos avances en remedios científicos aparezcan para contrarrestar no sólo la enfermedad que ahora nos provoca ansiedad, sino otras muchas que asolan el mundo, las cuales en la actualidad están inmersas en el olvido por razones que aunque a la mayoría  resulten evidentes en países catalogados como desarrollados, deben seguir siendo abordadas con la máxima urgencia.
Se ha vuelto un gesto interesado decir que los científicos nos engañan en las redes sociales, seguramente proveniente de políticos interesados en hacer de la pandemia un manifiesto simbólico de oposición desacertada, esgrimiendo como válido que los científicos “están dando palos de ciego o que “nos están engañando con los datos que cada día nos suministran,
Lamentable incoherencia “a todas luces” incluso usando eso tan de moda como son las descalificaciones vertiéndose desde algunas instituciones y medios de comunicación que manejan a su antojo y con absoluta ignorancia el concepto de ciencia, capaces de dar por buenas afirmaciones irresponsables basadas en bulos, con la malsana intención de manejar el miedo de la ciudadanía ante este dramático escenario.
Hemos visto a lo largo de estos más de cien días como la prudencia de la élite científica mundial ha estado repleta de dilemas, interrogantes, especulaciones y un sinfín de intentos por avanzar con celeridad para frenar al virus covid19; pero se sigue trabajando sin descanso a todos los niveles en busca de un tratamiento eficaz. Porque la ciencia avanza del mismo modo que vendrán nuevas enfermedades a lo largo de los años o en un futuro que todavía viviremos atemorizados y contra esta situación, la única opción es la inversión en investigación y la protección de la sanidad pública, algo que nos ha costado demasiado daño aprender en pocas semanas y que hemos pagado a un alto precio en vidas humanas.
No es menos cierto que en nuestro país ha surgido un espectacular aumento de gente que de pronto, sabían más que los propios investigadores utilizando tan solo el navegador de internet como arma premonitoria de lo que iba a suceder al día siguiente. Las falsas noticias parecen alimentar la desazón y a la vez provocar una especie de  distopía en la población con miradas diferentes, algunas inconscientes venidas de la desinformada sociedad en aspectos que antes nos resultaban irrelevantes, alejados de nuestro sistema y más dados en otras latitudes del globo terráqueo que en nuestra propia comunidad; por otro lado, la insistencia de la clase científica por alertar de las graves consecuencias que tendría la llegada de la pandemia a nuestro país, si no se tomaban de manera contundente medidas para aplacar su rápida y letal expansión.
Todo lo que contribuya a convertirse en un maremágnum de interés político debemos de desplazarlo de nuestras prioridades, al igual que basarnos en opiniones inanes de personajes carentes de conocimiento científico. Ahora toca aspirar a sortear la situación de la mejor manera posible, atender la demanda social, económica y laboral de la población y surtir de recursos a los más débiles e indefensos; estos últimos ya comenzaban a ver un plato de comida digno en su mesa desde que avanzamos en medios tras la crisis galopante, la misma que en dos meses cumplirá ocho años, pagando intereses por el rescate a la banca y sin que aparezca apenas culpable alguno de sus devastadores efectos, ni nadie que se arrepienta lo más mínimo de que mientras la pobreza, exclusión social y desempleo aumentaba desenfrenadamente en nuestro país, un grupo de miserables se iba lucrando del erario público.
Bueno, puede que en un futuro próximo veamos la luz con el remedio a la enfermedad que de modo imprevisible vino a azotarnos provocando fisuras a una normalidad que afecto de pleno a nuestras vidas, aunque no debemos olvidar que junto al dolor declarado con el virus tenemos otros problemas por resolver que dañan igualmente a la salud de esta sociedad como son las ayudas a las familias sin recursos,  la adecuación del sistema sanitario o el diálogo social que ahora se encuentra en ralentí tras una mala gestión del Gobierno al aliarse con tal de salir a flote de una situación que no debería haberse producido si quienes están para protegernos lo hubiesen hecho llevándolos a cometer el error de una firma hasta entonces impensable  con extraños adeptos de pactos ocurrentes.
Lo únicamente cierto es que de esta situación saldremos unidos, no hay lugar a ningún otro género  de dudas que las provenientes de la clase científica, la otra ciencia la política, es la que debe andar con pies de plomo sobre el infernal horizonte que sin diálogo y altura de Estado se puede producir en nuestro país, una nación como otras muchas no solo del continente europeo sino del mundo y que se encuentra demasiado sensible para oír declaraciones que vulneran el respeto y atentan contra el sentimiento doliente de la ciudadanía. jasc

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