jueves, 21 de mayo de 2020

Cuando la prorroga se convierte en mercadeo


En una situación excepcional debemos hechar mano de leyes excepcionales que vengan a aportarnos algo de tranquilidad. Este es el caso del Estado de Alarma en el que nos encontramos y cuya finalización según el Gobierno a través de su Ministro de Sanidad, el propio Presidente y los abogados del Estado coinciden en ser la única herramienta capaz de protegernos en una desescalada que essta siendo prudente, como no podría ser de otra manera, a pesar de algunos incidentes reseñables con finalidades políticas y algún que otro descerebrado que se salta las normas confeccionadas para la ocasión, uso de mascarilla, distanciamiento social o reuniones inconscientes producto de una nula capacidad de convivencia o una ignorancia severa delictiva y maliciosa.
Aquíi no hay intereses políticos, a ver si se enteran de una vez los señores de la derecha y los que se encuentran aun más a su derecha enredados en la polémica nada constructiva. Estamos en un periodo de nuestra vida que tenemos que andar con el rabillo del ojo ante un posible rebrote de la pandemia; es con esta ley con la cual conseguiremos ir frenando paulatinamente el contagio, no a costa de que todo sea previsible de generar economía sin poner en riesgo la vida de los ciudadanos, de nada nos valdría una nueva oleada de positivos, posibles victimas mortales o confinamiento de la sociedad por el hecho de cuantificar en dinero las perdidas de vidas en un ascenso poco precavido y más pensando en intereses propios que en el conjunto de la sociedad.
De leyes saben los expertos, de enfermedades los profesionales sanitarios, de virus los investigadores y científicos; dejar trabajar a estos es hacerlo en pro del bien común de la ciudadanía, fracasar por hacer caso omiso de los avisos de máxima prudencia es frenar en seco la esperanza de que esto acabe cuánto antes, a pesar de que para hacerlo de una manera segura tendremos que esperar a una vacuna o un tratamiento viral pero hasta que eso llegue, sigamos haciendo las cosas como estos aconsejan.
Si miramos a socios europeos podremos darnos cuenta de que tanto en Alemania y Reino Unido como en países que encumbran su poderío con respecto a la UE, caso de Rusia,  el uso de la mascarilla sin una ley que no solo aconseje sino que sancione, ha hecho brotar focos de contagio y sumado cientos de víctimas mortales a su  lista. En Valencia una parte de la sociedad como  ocurren otros lugares de España no se ha  dado por aludida  a los avisos de prudencia emitidos por la Administración y hasta una de las ciudades más cosmopolita de Europa, Barcelona, ha preferido resguardar a sus habitantes por miedo a dar rienda suelta a la masa social, no parece estemos preparados para transitar por estos nuevos tiempos si no es a cambio de que nuestro bolsillo se vea afectado con una sanción pertinente a nuestro escaso compromiso.
Esa regeneración de la economía que se devalúa cada día tendrá que esperar al menos unas semanas más hasta que la desescalada concluya, es preferible hacer uso del comedimiento que no lagrimar con los sucesos una vez pasados, porque es fácil hablar una vez acabado el conflicto y esa es la dinámica populista de un líder de la derecha con manifestaciones de lingüística grosera y descortés, sin obviar el acecho del extremismo ideológico de unos recién llegados al poder y que entraron por la puerta de atrás ante la desafección del voto ciudadano.
La mesura es difícil que  haga su aparición en el Parlamento, todo se convierte en una sin razón predecible, en tú más, en quién es el culpable  o cual de las formaciones prevé la solución factible a una situación sin tener ni pajolera idea de cómo resolverla; mientras  la sociedad temerosa que cree al que mejor lo cuenta se agarra con ello a un clavo ardiendo y no atiende al que quiere tratar de focalizar el resurgir de la economía, el trabajo, la educación y la cultura sin poner en peligro la vida de los ciudadanos y ciudadanas de esté país.
Qué cuando todo se relaje el Gobierno habrá quedado dañado es algo que saben no solo los que ahora gobiernan; entre otros, los agentes sociales los primeros implicados en criticar por motivos obvios a estos, la Patronal  en su sitio tampoco esta falta de razón en sus declaraciones, la Reforma Laboral impuesta por los que ahora se dan golpes de pecho en patriotismo y se jactan de liderar la oposición a pesar de sentirse estar en un lugar incómodo  con el aliento del extremismo en el cogote, trajeron a la escena del mercado laboral con sus recortes, tijeretazos y trampas en un cambio que se tradujo en rescate. Son los agentes sociales por tanto, junto al Gobierno, quienes tendrán que ahondar esfuerzos de buscar alternativas a la facilidad de despido que las empresas obtuvieron con el cambio en la ley, porque si quieren tener beneficios deben de pagar salarios dignos y tratar al trabajador como si un socio de la misma compañía se tratase, dependientes ambos del liderazgo de la firma para llegar a objetivos mutuos.
Malgastar el tiempo en sucesivas prorrogas del Estado de Alarma confirma que las formaciones políticas durante la pandemia solo se mueven en intereses partidistas alejados del bien social; yo me abstengo o digo sí a cambio de que tú me des lo que yo quiero. Vergonzoso ¿verdad? Pues ahí los tienen, tan comódos en sus escaños y con tan pronosticables declaraciones en los medios.
No debería extrañarnos que en política todo se traduzca a trapicheos, encaje de bolillos, suspicacias o tramas urdidas para conseguir objetivos; sería ilógico pensar que los que ahora tratan de influenciar a la opinión pública dando muestras de exagerada onradez ayer no manejasen los mismos argumentos que quienes ahora manejan el poder pues lo veriamos como mentiras ambientadas con la intención de pasar página de lo que entonces aconteció en sus formaciones cuando la sociedad sufría el envite de la anterior crisis económica a la vez que los que daban imagen de honestidad en realidad eran ladrones de guante blanco sin ética ni honradez en sus miserables triquiñuelas.
Política, palabra que esta repleta de suspicacias, definición sujeta a cambios constantes, idoneidad momentánea con la que salvaguardar intenciones, extrapolable al interés partidista y afán lucrativo. En estos tiempos no es lo más apropiada para atender necesidades que estén estrictamente fuera del contexto sanitario; tal vez habría que dejar apartada, aunque solo fuese momentáneamente esa actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a nuestra sociedad y volcarse en conseguir un pacto por la pandemia, eso sí que es urgente de tratar objetivamente y no la poca sutileza de la que hacen gala todos y cada uno de los que nos representan en el Parlamento. jasc

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