domingo, 3 de mayo de 2020

Un Gobierno enmascarado


Es inaudito que un gobierno autónomo como el de Madrid, con una imagen real sobre lo que significan los recortes a la Sanidad y un entramado oscuro desde hace ya dieciocho años en el poder, prevea entre sus objetivos desestabilizar al Gobierno Central con una oposición sin fundamento cientifico.
En plena pandemia se pudierón ver las graves consecuencias generadas por una falta de profesionales sanitarios capaz de afrontar con una cierta disponibilidad d medios el dramático escenario provocado por un virus desconocido y demoledor. Pero fuera de lo puramente inesperado no es de ninguna manera entendible que los recortes hayan dejado una huella en la sociedad difícil de paliar con demostraciones patrióticas o gestos de desdén a los que luchan en primera línea para salvar vidas.
Tras la oleada de contagios y la progresiva cura de enfermos con las UVI menos saturadas no han tardado en mandar a sus casas a profesionales de la sanidad que sin una miníma protección sacaron lo mejor de sus conocimientos y una humanidad impagable en tiempos de globalización;  ahora por el contrario, cuando ya no se consideran indispensables, se ven desprotegidos de nuevo en está ocasión por un despido desafortunado sin justificación cuando la oleada parece haber pasado pero que lamentablemente puede brotar en cualquier momento. Una situación que parece ser poco valorada por la institución autónoma sin querer oír las alertas de la comunidad científica.
La sociedad de buena fe se pregunta como pueden ser tan poco previsores y a la vez libertinos al dejar de nuevo desmoronarse el sistema, volviendo a la estrategia de una política nada acertada en materia sanitaria que maneja datos imprecisos relativos a cubrir las necesidades de la ciudadanía pero que, por el contrario, suma y sigue en su escalada a lo incierto de cara a sostenerse en el poder de la Comunidad más azotada por la pandemia. Ya no es ninguna incógnita que las ansias de privatizar sean parte del manifiesto de la presidencia de Madrid, rebelarnos con las herramientas democráticas a nuestra disposición para que no echen por tierra el trabajo que la ciudadanía madrileña ha llevado a cabo con el confinamiento en los hogares es fundamental para que nuestros profesionales sanitarios regresen por el bien común de la sociedad.
Un colectivo este de la sanidad española alabado a nivel internacional como los mejor preparados para emprender hazañas impensables en la protección de los ciudadanos y ciudadanas que cada dìa a las ocho intentan agradecerles con sus aplausos una miníma parte del esfuerzo que han realizado para enfrentarse al virus. No es de razón el querer ahora ignorar o desdeñar sus cometidos, es ora de erradicar la desprotección de los sanitarios y conformar un horizonte en el que sean tratados como se merecen, atendiendo igualmente las demandas de los centros ambulatorios y enfocados a posibles nuevas pandemias que vengan en un futuro a recordarnos que sin ellas y ellos, somos tan vulnerables como débiles nos dejaron hace décadas. Es lógico que el colectivo de la sanidad y el científico hayan tenido que buscar en otro lugar la valoración salarial que su excelente labor aconseja pero de eso, de eso nada quieren saber los que lideran Madrid con la ostentación de atribuirse éxitos que no le corresponden.
Llegó el PP a Madrid para quedarse, no tuvó la misma suerte en el Gobierno Central al que sometió a la misma vorágine de decadencia sanitaria con  sus ajustes, una situación que significa la reiteración  en la política nacional con una renovación continua de esa incoherencia de los hechos manifiestos  que simpre infringen un daño al sistema sanitario de una comunidad que comienza a darse cuenta de en qué manos dejó la salud de sus habitantes.
Ahora, cuando el miedos  igue siendo el mayor conviviente de los madrileños, asolados por la suma de victímas mortales de estápandemia con más del cincuenta por ciento de todas las acontecidas en el Estado español, la idea de recortar de la sanidad e implantar sus deseos de privatización siguen intactas; en nada ha contribuido el virus para cambiar la disposición de los gobernantes y pese a hacer el ridiculo más abrumador que tanto le gusta esgrimir su líder refiriéndose al Gobierno Central, protagonizan la curiosa charlotada de aparecer  repartiendo calamares con su esperpéntica salida de normas en la clausura del Hospital Ifema, la Sra. Ayuso quiere pasar por alto a los profesionales sanitarios enviándolos a otra variante del confinamiento, el laboral, el de rescindir los contratos por terminar un trabajo que con dignidad y abnegación han llevado a cabo jugándose la salud por la carencia de medios, en lugar de buscar el pragmatismo de la situación con objetividad y atender la demanda social con el restablecimiento de las plantillas y un salario acorde con sus merecimientos.
No seamos el hazmerreír de Europa a la que tanto nombramos para sacarnos del atolladero economíco que la pandemia nos ha sometido y tengamos la honradez política y altura de Estado suficiente para hacer de esta situación un alegato al sentido común y una particular atención de la sanidad pública que a su vez proteja a la ciudadanía que ha sabido apreciar su trabajo.
Porque cuidar y respetar a quienes a su vez nos respetan y cuidan es engrandecer los valores sociales de un país comprometido con la salud y el bienestar de sus habitantes. jasc

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