Aun
tenemos tiempo por delante para analizar lo sucedido, podemos o no creernos los
análisis científicos que investigan la pandemia que está sufriendo el mundo,
tenemos el poder de nuestra propia síntesis y no por ello vamos a poner en un
exceso de duda la información con la que nos despertamos día tras día.
Evidencias
plausibles existen según los investigadores, que prometen una llegada a la meta
en el orden de contagios, fallecidos o recuperados; es nuestro propio poder de
pensar el que nos proporciona evaluar con una cierta critica lo acontecido.
No
podemos mostrarnos laxos y dar por veraces las noticias que colapsan las redes
sociales o periódicos más o menos involucrados con una cierta ideología; recordemos
que la política sigue estando ahí y que sus administradores en el Parlamento
mantienen un rifi rafe constante con sus opositores.
El ser humano posee el don del conocimiento
y un personal análisis de lo crítico, reflexivo, analítico desde su propia
ética moral, es por tanto evidente que las opiniones dadas por verdades tienen
un cierto sentido en la vida cotidiana a pesar de estar en la diana de nuestro
pensamiento y dentro de una duda aceptable. No por el hecho de dudar de algo se es
extremadamente escéptico o permanecer inmerso en algún tipo de ignorancia de lo
que es puramente reflexionar sobre lo que ocurre a nuestro alrededor; mostrarse
distante de la verdad no significa no acceder a ella una vez demostrado que
nuestro análisis entra dentro de la lógica pero que la evidencia supera con
creces cualquier contrariedad; aceptando que puedan haber otras alternativas a
los hechos manifestados que no seamos capaces de visualizar con detalle y
reflexionar en profundidad.
Todo esto nos lleva a no cuestionar en
demasía lo que resulte de una información significativa y de carácter
prominente; no podemos ser escépticos en extremo a la vista de las cuestiones
palpables a las que nos enfrentamos en circunstancias alarmantes. Son estas
circunstancias las que desencadenan un grado de objetividad que no deja lugar a
dudas sobre la certeza de la información, aunque en cada individuo permanece
intacto su propio análisis subjetivo, pero dentro de su propia idiosincrasia.
No debemos caer en el atropellamiento de
la mayoría, ensimismada en las informaciones que no resultan veraces pero que,
a costa de difundirse de forma acelerada gracias a las nuevas tecnologías,
signifique que debamos dar por sentada la veracidad de la información sin
contrastar por nuestros propios medios el proceder de las mismas.
Procesar la información en nuestra mente
de manera consciente es determinar qué es aquello que más se acerca a nuestra
reflexión y desdeñar todo lo que resulte nocivo por sus características infundadas.
Considerando la aptitud de cada persona,
sus reflexiones, opiniones, explicaciones o detalles dados sobre cualquier tipo
de información lo excepcional es aceptado como posible y lo desconocido por
veraz, aunque siempre tengamos que tener en cuenta nuestras propias dudas sobre
el calado de la noticia propiamente dicha. El respeto en condiciones
excepcionales es algo puntualmente aceptable, no vaticinar por si mismo un
problema mundial que hay que erradicar tiene consecuencias que limitan nuestra
reflexión y nos lleva a tener que plegar fundamentos cotidianos, la importancia
debida acarrea una intensa acometida de información que sobrepasa nuestro
conocimiento.
Ahora nos toca cumplir con las normas
establecidas sin cuestionar el trabajo de analistas, científicos e investigadores,
pero siempre con la duda y la sospecha hasta que la obviedad venga a demostrar algún
día el porqué de estas situaciones. Jasc
No hay comentarios:
Publicar un comentario