Basta
que el país se encuentre en una emergencia económica comparable a la posguerra
española para que la clase política asentada en la oposición intente descuartizar
al gobierno de la nación en lugar de apoyar decisiones que, aun siendo erróneas
en alguna ocasión, son las que la propia ignorancia de enfrentarse a un azote
imprevisible en la salud de la ciudadanía, mantiene alerta a la sociedad con su
abnegada labor en favor de acabar con tal estado de ALERTA.
Lo
curioso es que en lugar de hacer propuestas se limiten a lanzarse muertos a los
escaños, procurando transmitir una imagen de lealtad y patriotismo
contradictoria con los constantes vaivenes y zarandeos a la institución del
Estado. Nadie hace nada por demostrar solidez política más allá de mensajes que
con ligereza suelta incoherencia al momento. Unos por ser como a ellos le gusta
un partido anti sistema, los otros por querer favorecer un lugar en el tiempo
para llevarse el botín del Gobierno en el futuro e incluso los hay que dejan
claro una distante disconformidad con todo lo que suene a Estado español, alimentando
improperios para culpar al Gobierno de las víctimas de la pandemia y
argumentando para ello que si Cataluña hubiese sido una república independiente
nadie habría sufrido lo que ahora están sufriendo. Error, un error que les va a
resultar fatídico en el futuro cuando todo esto acabe y las elecciones que
vengan pongan a cada cual en el lugar de la historia que se merece.
Ni
siquiera un ligero beneplácito a la actuación del presidente en su feroz defensa
de los intereses de la sociedad española en Europa, son para las formaciones
opositoras asimilable scon la empatía que en estas circunstancias deben formar
parte común ante la Unión Europea, confirmando un ligero avance en las
posiciones de España con respecto a sus socios europeos. Bien puede significar
que los euroescépticos de la ultra derecha quieren mantener intacta su imagen
de exasperados defensores de lo añejo y que los conservadores acepten de buena
gana sus probabilidades para que en un futuro a medio plazo ostenten el poder.
Lo de los independentistas lo dejo sin más, no se merece otra argumentación que
hacer de sus palabras oídos sordos y su independentismo un onírico retroceso al
progreso nacional.
Seguimos
enfrascados en la lucha sin cuartel, aquí no parecen dolerles prendas a los
representantes políticos, a pesar de tener a la sociedad confinada en sus
hogares por precaución y un demostrado sentido del civismo, ellas y ellos
siguen su transitar rutinario acercándose a un abismo político de resultados
poco eficientes. La reflexión en las palabras, meditar lo suficiente antes de
culpar de lo que no han sido los que culpan capaces de adelantar, el vandalismo
léxico a esa democracia que algunos desean darle la vuelta para ponerla al
nivel de su ideología y la sensatez de la que ha hecho gala la mayoría de
gobiernos y oposición de países europeos hacen mella o vislumbran huecos de
pactos resolutivos o rencillas aparcadas hasta que podamos de nuevo demostrar a
estas y estos el daño que nos están haciendo.
Pues
bien, dejemos a las familias de las victimas con su dolor y no hagamos más daño
al recuerdo, tengamos la prudencia necesaria para afrontar los problemas que se
nos vienen encima como consecuencia de esta pandemia, no escenifiquemos lo que
no somos porque se nos ve a la legua de que color es cada cual y arremanguemos
nuestras camisas para enfrentarnos al largo camino que se nos presenta por
delante, el de recuperar la economía, reemprender el conocimiento en las aulas,
devolver la dignidad a los sanitarios y profesionales médicos, acelerar la
productividad con la precaución necesaria, atender la demanda de la pequeña y
mediana empresa envuelta en la dinámica
del desconcierto y vulgarizar la ofensiva dialéctica de un Parlamento que debe
dar ejemplo de solidaridad y no solventar rencillas de tiempos pasados.
La
sociedad es la fuerza de un país, la política es la ciencia que debe proteger
sus intereses y no dilapidarla confianza que el pueblo soberano deposita en ella.
Se
puede ser ministro, profesional de la política, miembro de un Gobierno que
afronta un momento de la historia realmente excepcional, no visto desde hace
más de un siglo, pero, ante todo, esta mujer demostró sensibilidad, sentimiento
de dolor ajeno y unas dosis de empatía que par así la quisieran muchos de sus
colaboradores en el Gobierno Central y por supuesto, gran parte de una
oposición que se conforma con lanzar a la cara de la institución el número de
muertos de esta pandemia. Como si alguien de los que se pronuncian en el
Parlamento tuviese la culpa de semejante situación.
En
fin, por qué no regalarle un pequeño gesto de agradecimiento a la ministra de
Defensa Margarita Robles. ¿O es qué toda esa malasangre seguirá anexionada al
covid19 hasta que desaparezca de nuestras vidas?. Lo llevan claro aquellas y
aquellos que quieren lograr el poder enfrentando a la sociedad contra un
Gobierno al que en vez de ayudar calumnian. Esto no va de olvidar de un plumazo
el color que representas, ni siquiera obviar discrepancias normales de
pensamientos distintos, la solución tan sólo exige prudencia dialéctica,
carisma dialogante y disposición al pacto ante el alto riesgo que sufre el país
si los acuerdos se sustentan en exposiciones personales o prevalencias partidistas.
Cuándo
la soberbia forme parte de la lealtad ideológica el sentido común, la
solidaridad y la coherencia desaparecerá del escenario humano. jasc
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