sábado, 25 de abril de 2020

Un Parlamento descompensado


Basta que el país se encuentre en una emergencia económica comparable a la posguerra española para que la clase política asentada en la oposición intente descuartizar al gobierno de la nación en lugar de apoyar decisiones que, aun siendo erróneas en alguna ocasión, son las que la propia ignorancia de enfrentarse a un azote imprevisible en la salud de la ciudadanía, mantiene alerta a la sociedad con su abnegada labor en favor de acabar con tal estado de ALERTA.
Lo curioso es que en lugar de hacer propuestas se limiten a lanzarse muertos a los escaños, procurando transmitir una imagen de lealtad y patriotismo contradictoria con los constantes vaivenes y zarandeos a la institución del Estado. Nadie hace nada por demostrar solidez política más allá de mensajes que con ligereza suelta incoherencia al momento. Unos por ser como a ellos le gusta un partido anti sistema, los otros por querer favorecer un lugar en el tiempo para llevarse el botín del Gobierno en el futuro e incluso los hay que dejan claro una distante disconformidad con todo lo que suene a Estado español, alimentando improperios para culpar al Gobierno de las víctimas de la pandemia y argumentando para ello que si Cataluña hubiese sido una república independiente nadie habría sufrido lo que ahora están sufriendo. Error, un error que les va a resultar fatídico en el futuro cuando todo esto acabe y las elecciones que vengan pongan a cada cual en el lugar de la historia que se merece.
Ni siquiera un ligero beneplácito a la actuación del presidente en su feroz defensa de los intereses de la sociedad española en Europa, son para las formaciones opositoras asimilable scon la empatía que en estas circunstancias deben formar parte común ante la Unión Europea, confirmando un ligero avance en las posiciones de España con respecto a sus socios europeos. Bien puede significar que los euroescépticos de la ultra derecha quieren mantener intacta su imagen de exasperados defensores de lo añejo y que los conservadores acepten de buena gana sus probabilidades para que en un futuro a medio plazo ostenten el poder. Lo de los independentistas lo dejo sin más, no se merece otra argumentación que hacer de sus palabras oídos sordos y su independentismo un onírico retroceso al progreso nacional.
Seguimos enfrascados en la lucha sin cuartel, aquí no parecen dolerles prendas a los representantes políticos, a pesar de tener a la sociedad confinada en sus hogares por precaución y un demostrado sentido del civismo, ellas y ellos siguen su transitar rutinario acercándose a un abismo político de resultados poco eficientes. La reflexión en las palabras, meditar lo suficiente antes de culpar de lo que no han sido los que culpan capaces de adelantar, el vandalismo léxico a esa democracia que algunos desean darle la vuelta para ponerla al nivel de su ideología y la sensatez de la que ha hecho gala la mayoría de gobiernos y oposición de países europeos hacen mella o vislumbran huecos de pactos resolutivos o rencillas aparcadas hasta que podamos de nuevo demostrar a estas y estos el daño que nos están haciendo.
Pues bien, dejemos a las familias de las victimas con su dolor y no hagamos más daño al recuerdo, tengamos la prudencia necesaria para afrontar los problemas que se nos vienen encima como consecuencia de esta pandemia, no escenifiquemos lo que no somos porque se nos ve a la legua de que color es cada cual y arremanguemos nuestras camisas para enfrentarnos al largo camino que se nos presenta por delante, el de recuperar la economía, reemprender el conocimiento en las aulas, devolver la dignidad a los sanitarios y profesionales médicos, acelerar la productividad con la precaución necesaria, atender la demanda de la pequeña y mediana  empresa envuelta en la dinámica del desconcierto y vulgarizar la ofensiva dialéctica de un Parlamento que debe dar ejemplo de solidaridad y no solventar rencillas de tiempos pasados.
La sociedad es la fuerza de un país, la política es la ciencia que debe proteger sus intereses y no dilapidarla confianza que el pueblo soberano deposita en ella.
Se puede ser ministro, profesional de la política, miembro de un Gobierno que afronta un momento de la historia realmente excepcional, no visto desde hace más de un siglo, pero, ante todo, esta mujer demostró sensibilidad, sentimiento de dolor ajeno y unas dosis de empatía que par así la quisieran muchos de sus colaboradores en el Gobierno Central y por supuesto, gran parte de una oposición que se conforma con lanzar a la cara de la institución el número de muertos de esta pandemia. Como si alguien de los que se pronuncian en el Parlamento tuviese la culpa de semejante situación.
En fin, por qué no regalarle un pequeño gesto de agradecimiento a la ministra de Defensa Margarita Robles. ¿O es qué toda esa malasangre seguirá anexionada al covid19 hasta que desaparezca de nuestras vidas?. Lo llevan claro aquellas y aquellos que quieren lograr el poder enfrentando a la sociedad contra un Gobierno al que en vez de ayudar calumnian. Esto no va de olvidar de un plumazo el color que representas, ni siquiera obviar discrepancias normales de pensamientos distintos, la solución tan sólo exige prudencia dialéctica, carisma dialogante y disposición al pacto ante el alto riesgo que sufre el país si los acuerdos se sustentan en exposiciones personales o prevalencias partidistas.
Cuándo la soberbia forme parte de la lealtad ideológica el sentido común, la solidaridad y la coherencia desaparecerá del escenario humano. jasc

No hay comentarios:

Publicar un comentario