El silencio desbrozó la calle,
dejó el asfalto sin huellas
al campo lozano y verde
y a la vida acobardada;
miradores las ventanas
donde las palmas resuenan,
saludos desde balcones
y miradas de añoranza.
El silencio vino a quedarse,
extendió su manto oscuro
pegando por los rincones
la mudez en las gargantas;
días que parecen años,
semanas que asemejan meses
con las pisadas contadas
y las paredes de siempre.
Aves que vuelan ligeras,
hojas que prenden al viento
confinadas en las ramas
de troncos firmes y fuertes;
luces de desconcierto,
bañadas de miedos libres
orquestados por la muerte
y lúgubres en la distancia.
jasc /Abril 2020
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