martes, 31 de marzo de 2020

Bengala de aviso


Como de una venganza se tratase parece que el Planeta ha venido ha traducirnos en una pandemia sedienta de tomarnos la revancha tras nuestra desidia climática; una laxitud durante décadas que iba avisando de la incipiente llegada de situaciones extremadamente adversas.
Una primavera que hacía años no venía representada por sol, lluvia, viento o nieve, en la que los pájaros se muestran escépticos, extrañados del silencio abrumador que les rodea, apostados en las ramas sus patitas extasiadas y volando sobre la inmensa cola de coches aparcados en la calle; nosotros nos encontramos confinados en nuestros hogares, como si de una pequeña jaula tan solo salieran centenares de manos a aplaudir y que después de una ovación sonora se escuchan las persianas cerrarse en una rue solitaria en la que apenas se escucha alguna que otra conversación entre los tabiques que resguardan las estancias o en balcones colindantes cuyos vecinos aprovechan para desearse lo mejor.
Es como si nos hubiésemos levantado de una pesadilla que ya dura dieciocho días con sus mañanas, tardes y noches; jornadas de internamiento forzoso con la sola intención de salvar vidas de la amenaza fantasma de un virus letal y sibilino.
El aire se respira mejor a través de la ventana, la contaminación de los coches, aviones o ingentes cantidades de transporte público bajo mínimos, se ha traducido en estos días en una calidad de vida notable, ha transformado la polución por la esperanza, el miedo por el mañana y la concienciación de que cuando podamos salir de nuevo a transitar libremente, no olvidemos que el Planeta nos vigila, que en cualquier momento puede volver a darnos otra lección de debilidad con nuevos varapalos producto de la inconsciencia que nos costará un inmenso sacrificio superar.
Al menos seguimos en una mayoría notable de la que puedo dar fe a través de mi observatorio social privado y que denota la intención de reciclar por encima de los que no lo hacen, algo bueno que regalar a la Tierra; como también debo suplicar a quién se sienta señalado que el hecho de quedarnos en casa es una norma establecida que no se puede saltar a la ligera.
Ojalá esta redacción a la que someto mi reflexión y analizo dentro de mi humilde ignorancia tengan algún lector que se sienta identificado con ella. Yo solo pretendo con ello poner en tela de juicio la sociedad que se confinó en sus hogares y deseo que cuando llegue el momento de abrir nuestras puertas nos hayamos convertido en una sociedad nueva, más solidaria con los demás y con el medio ambiente, más comprometida con la tecnología y la ciencia, más responsable con el entorno, en definitiva, mejores personas. jasc

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