Todas las cosas importantes que nos
suceden en la vida suelen ocurrir sin previo aviso, sin darnos cuenta de estar
en un acontecimiento que será recordado históricamente, plasmado en libros,
hemerotecas, cuadros, esculturas, en definitiva, a todo lo que resulte
creativo, máxime cuando toda esta obra futura vendrá de la contemplación, el
retiro a tus propios pensamientos y la inquietud de un aislamiento social que
nunca hubieses soñado.
Hemos llegado de forma imprevista a
tener que aguantarnos unos a otros dentro de nuestra comunidad familiar sin
poder escapar como actuaríamos en caso de discusión o desagrado, dando un
portazo sonoro que tras salir siempre te arrepientes, pensando luego como
reiniciar la relación familiar o de pareja sin que todo pase de un calentón
propio de un momento de irritabilidad venida de la presión laboral o del
entorno social.
Nos costará vivir en comunidad durante
al menos quince días con sus mañanas, mediodías, tardes, noches y madrugadas.
No hay duda de que un bálsamo no va a ser, ni un lugar de paz en el que las
aguas nunca se vuelvan bravas; de ser así sería demasiado extraño en proporción
a nuestras costumbres, rutinas, ocio y manías. La sociedad no cambia su manera
de actuar por muy presionada que se sienta, lo real y verdadero es que puede
adaptarse a la imposición más que a lo aconsejable. Nos volvemos obedientes
cuando vemos que el vecino de al lado, el de arriba o los de la comunidad de
enfrente realizan unos cambios de uso drásticos preguntándonos el porqué de tal
cambio.
Es entonces cuando los ritmos varían,
cuando sentimos que el peligro nos acecha y que la situación prolongada en el
tiempo nos dejará numerosas secuelas, esperando que razonablemente seamos
capaces igualmente de volver a nuestra rutina sin más, aprendiendo que a
nuestra comunidad le falta o sobra algo, quién es el que nunca hubieses pensado
que es el más empático o si todo nos va bien, incluso lograremos que nuestra
pareja o entorno familiar más próximo nos revele algún que otro secreto.
La soledad por imperativo legal es algo
que nunca hubiésemos sospechado vivir en nuestros días, el bienestar social y
la calidad de vida la teníamos ahí, al alcance de la mano; veníamos de una
crisis galopante que se llevó por delante numerosas familias, demasiadas para
los merecimientos de una sociedad que siempre ha estado a las duras y las maduras
y ahora una nueva crisis, peor que la anterior por su proceder incierto ha
venido a recodarnos que somos débiles, tremendamente vulnerables a lo
imprevisto pero a la vez fuertes en determinación y positivismo.
Es esa positividad a la que debemos
encomendarnos en nuestra estancia temporal, conminados al escudo de nuestros
hogares y como cuidadoras y cuidadores abnegados de nuestros mayores. De esta
saldremos, salimos en 2008 y seguramente el siglo nos traiga, a quienes gocemos
del privilegio de la vida, de nuevos factores adversos tanto económicos como
sanitarios o qué duda cabe, de un cambio climático que acelere aun más la
enfermedad del Planeta.
Solo añadir que las circunstancias por
las que estamos atravesando serian distintas sin las nuevas tecnologías;
pararos a pensar que hubiese sido de las madres y padres sin una video consola
para el primer susto y sin una plataforma on line para proseguir con los
diferentes cursos escolares, académicos o universitarios. Y sin esconderme de
nada, no sé que hubiese pasado sin un teclado amable que sufriera el golpeo de
mis dedos para lanzaros este humilde abrazo a metro y medio ¿eh? Y en mi casa
claro.
Juan Antonio Sánchez Campos /Jasc /
#JasCapaz
No hay comentarios:
Publicar un comentario