Quedo un resquicio de luz quebrada
tras la barricada de colores removidos
que alimentaba apenas mi quebranto
de latidos amargos suspendido.
Quedo un liviano olor a viento raudo
que se llevaba de mi lado tu sonrisa,
no veía donde ibas, agonía desconsolada
sin identidad, oscuridad traidora escondida.
La verdad rompió con rigor desenfrenado,
me empujaba a una claridad desconocida
y me dejaba, roto como un muñeco solo,
sin equilibrio y ciego, palpando mis manos.
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