La música sonaba rallada mientras
la cerveza se iba quedando caliente,
las voces me atronaban descompasadas
en el bullicio de una barra deslucida,
al abrigo de una decoración ajada.
Miraba hacia los lados y no veía
más de lo que quisiera mi realidad,
lasciva ironía de rostros anónimos
entre ridículas muecas, que me sonreían
seductoramente extrañas, indiferentes.
El reloj seguía su camino imparable
acercando su pequeña aguja al descalabro,
oprimiéndome el corazón en un puño
cerrado, por desespero, impaciente
de atisbar tú figura en el pliegue del cristal.
No merezco está agónica espera,
me desespera el desconcierto que
anida en el momento, reclamándote
qué no estés aún aquí, conmigo,
barruntando desastres improbables.
No vuelvas nunca a dejar correr el tiempo
de un reloj que se para en tus mejillas,
mientras beso ansioso tus bellos labios
desabrocho ya calmado la pulsera,
para que este maldito reloj quede aislado.
Juan Antonio Sánchez Campos
de “El Tintero Lleno”
Agosto/ 2011
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