viernes, 18 de noviembre de 2011

PERDÓN CON MIS MEJORES DESEOS


Nos estamos dejando la vista entre tanta información estadística en los diarios, se nos está olvidando el reclamar un empleo creyendo que ya no existe ni la más mínima oportunidad, desear engrosar las listas del colectivo de personas a las que la suerte les dotó con el sonido del despertador por la mañana, el olor a café rápido y las prisas por coger el tren que les de la ventaja suficiente de llegar un poco antes para charlar con los compañeros.
Sé nos está olvidando aprender a vivir con la esperanza a despertar con una mirada de ilusión, la de sorprenderte que ese puede ser el día, que suene un teléfono que ya tiene casi agotado el saldo de su tarjeta para darte un mensaje, preguntando por un nombre que es el tuyo en representación de una empresa que ya ni siquiera recordabas. Una de las cientos a las que entregaste un C.V. que te llevó horas diseñar para que apareciera impactante, una fotografía retocada con el fotoshop de un amig@ para parecer más joven, atractiv@ o simplemente una buena persona.
La memoria nos está fallando de forma alarmante, influenciada por el desánimo y la apatía hacía todo aquello que suene a laboral. ¿Qué está haciendo con nosotros? Nos dan paciencia para la esperanza, intranquilidad para el sosiego y números, demasiadas cifras que marean nuestra mente atrapada a un sueño, una necesidad apremiante que nos lleva a la ansiedad.
Modelos de rescate entre países que a nuestro peculio particular le es indiferente, bolsas que suben y bajan a su antojo, hipotecas ejecutadas por la sinrazón de las entidades bancarias y financieras a las que deberían de atragantárseles los ladrillos de la avaricia.
Paro, desolación, armonías familiares rotas por la contaminación derivada de la falta de liquidez en sus arcas desfavorecidas, calidad de vida por lo suelos, sostenibilidad impedida, asistencia a personas dependientes ausente. El caos y la sinrazón se a hecho dueño del descalabro y mientras tanto, nos seguimos dejando la vista en la letra pequeña de la que la información estadística está saturada.
No olvides recargar el saldo de la tarjeta en tú móvil porque mañana, puede ser el día en el que todo lo que estás leyendo te parezca un mal sueño. Eso espero con ahínco amig@a.
Juan Antonio Sánchez Campos
Noviembre/2011

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