sábado, 12 de noviembre de 2011

de "El Sueño del Parnaso"

L 
Si preguntan por mí cuando me haya ido
¡dí que me viste, hijo!;

que estuvimos volando sobre bosques,
remotos mares, entre fantásticas fabulas
misteriosas de guerreros valientes,
con monstruos de azabache saturadas.

Ya conoces leyendas, cuentos jamás contados
a otro que no hayas sido tú
en la mirada temblorosa de una vela,
mientras la tierra silenciosa, intrigada
se asomaba pensando verte sucumbir al sueño.

En la ternura de tu piel de seda
deseaba gritar a la vida su regalo,
mientras tus ojos descienden suaves
dulces como el aguamiel, sutiles.

Mi corazón  canta y se estremece,
te veo galopar a lomos de un caballo
de alma blanca, por un suave sendero,


jalonado de robles y brillantes lirios
que en el palpitar de los cascos,
sonríen con orgullo a tu presencia.

¿Pero, por qué tiemblas?,
Te contagias entre inocente y fascinado
de la risa que dibujas en los labios,
feliz de ser héroe de un mundo
que es el tuyo, protegiendo el cuento.

Si preguntan por mí, ¡dí que estoy contigo!,
que me ves  cuando suena el laúd del viento
en el lugar que solo tú conoces,
que una vez soñaste montado en un caballo.

Cuando cansado reposes sobre la almohada
recordarás ¡que cierta la última noche!,
que mientras la luna ascendía
contemplabas el placer de ver un mundo mágico,
donde se emiten los cuentos para ser contados
que a veces se pueden oír en susurros.



Volverás a ser un niño sin palabras
por un momento, tranquilo, ingenuo, libre
hasta que el alba enrojezca los cristales;

y, si alguien pregunta por qué,
no digas nada, pensarán  entonces
que es una historia inventada.

Me esculpí tu rostro en la memoria,
protegí lo que el mundo me mandaba,
guardado donde no se disipan los recuerdos
esperando que un día nos volvamos a encontrar.
Juan Antonio Sánchez Campos






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