viernes, 20 de enero de 2012

SIN PISO NI HONRA


La oleada de desahucios continúa su imparable y alocada carrera hacía el fin de muchas familias, tras una descontrolada generosidad de las entidades bancarias y financieras promovidas por el desbarajuste inapropiado del negocio inmobiliario, ahora llega el momento de sustituir los préstamos por demandas, las tarjetas por los buro fax y los planes de pensiones por notificaciones judiciales.
No hay dinero para pagar los recibos de la hipoteca porque no se genera trabajo ¿es tan difícil de entender? Nadie quiere vivir inmerso en la morosidad, los españoles siempre han tenido el orgullo de querer tener algo propio, el mercado se ha desarrollado así durante lustros. Los alquileres nunca han sido objeto de atención más allá de lo digamos justo, cuando las familias iban deambulando de provincia en provincia hasta asentarse por fin en el destino no muchas veces deseado. Allí ocupaban su espacio, compraban el inmueble más o menos ajustado a sus ingresos y criaban a sus hijos. Ahora el desafortunado destino ha querido que la competitividad de las rentas se vea envuelta de nuevo en la dinámica del descaro.
Propietarios que han querido lucrarse demasiado pronto elevando el precio de la vivienda de alquiler hasta límites abusivos, era mejor comprar un piso que alquilarlo y a esa conclusión llegaron entre otras, aquellas personas que vinieron a nuestro país en busca de un futuro mejor. La losa del desempleo nos cayó encima, los avalistas solidarios de los prestamos se vieron envueltos en la tesitura de marcharse en el caso de los inmigrantes, a su país de origen o afrontar una deuda que en muchas ocasiones habían contraído por compadreo, sin conocer siquiera a los titulares del préstamo.
Ahora los alquileres no tienden a la baja progresiva, cosa más que apremiante, sino a menguar apenas perceptiblemente, sin ser en muchas ocasiones adecuados a las condiciones de la vivienda. Cuatro muebles, un colchón desvencijado y un viejo frigorífico valen para decir que el lugar esta lo suficientemente dotado y habitable para cobrar una renta, que en nada tiene que ver con la realidad del inmueble.
Las prisas no son buenas y tal vez esa sea una de las causas por las que los titulares de una hipoteca buscan desesperadamente quien les paga el recibo de la misma mediante el alquiler rápido. La vivienda se ocupa y ellos a vivir a casa de los familiares más allegados hasta ver que pasará mañana, esa parece la solución más acertada. Mejor eso que perder el piso, quedar como moroso y no poder volver a comprar mediante préstamo de cualquier índole, ni tan sólo los uniformes y el material escolar de sus hijos. Además de herido, señalado para el resto de la vida. ¿De quien es la culpa? ¿Es justo ser moroso además de perder la vivienda?, por favor, en que país vivimos que no es capaz de solucionar un problema tan explicito como este. ¿En que piensa el Gobierno, el Ministro de Economía o los propios bancos? Está claro que no tienen ni la más remota idea de que con ello lo único que consiguen es acabar con la poca paciencia que les queda a los afectados.
¿No es más normal que los bancos, en vez de quedarse con promociones que ya están terminadas, otras al 80% o pisos en cartera que sólo les repercute en gastos, pusieran todas esas viviendas a funcionar con rentas bajas, estudiando el expediente de cada persona que tenga interés en acceder a una de ellas? Pues creo que no debe de interesarles mucho, prefieren dejar las estructuras de los inmuebles deteriorarse qué servir al ciudadano, ese que hace muy poco les engordaba las pensiones a sus consejeros, ese que cuando firmaba una hipoteca sólo le faltaba firmar el seguro de decesos pues el de vida, el de la vivienda, las tarjetas, el plan de pensiones, el recibo de la luz, el gas, la comunidad, el teléfono, la “nómina” y la fecha de las vacaciones, lo manipulaba el acreedor de la deuda, es decir el banco.
Muy triste ¿verdad? Pero cierto, cruel y duro. La generosidad de los ciudadanos en España elogiada por muchos, punteros en el trasplante de órganos, solidarios con países necesitados, cuando somos nosotros los primeros que necesitamos ayuda, no vale de nada, es simple protagonismo a las administraciones. Nos siguen azotando con el látigo del desempleo mientras familias enteras caen en la desgracia de no tener a nadie que les sirva de colchón para amortiguar la caída.
¿Cómo pueden tener la poca vergüenza de dejar que esto ocurra señores del gobierno? Los recortes antes que la tela, la congelación de empleo antes que el calentamiento global, el IRPF más alto que la voz del pueblo. No hay derecho en un Estado de Derecho al igual que no hay propósito de enmienda en un despropósito sin conciencia.

Juan Antonio Sánchez Campos
Enero/2012

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