lunes, 2 de enero de 2012

BUEN VIAJE


Una estadística positiva sale entre la maleza de la desproporcionalidad. El número de fallecidos en las carreteras españolas se reduce, por primera vez en medio siglo, a una cifra inferior a 1500 muertos. Una reducción minúscula, que apenas nos hace soñar con la idea de una mortalidad casi inapreciable dentro de otro medio siglo.
Aun así es doloroso pensar que más de cuatro familias al mes durante el transcurso del pasado año, se han visto afectadas con la pérdida de alguno de sus seres queridos a causa de un accidente de tráfico.
Algunas veces por negligencia del conductor, otras por el mal estado de la vía y más de una por dejadez de las administraciones competentes, verdaderas zonas negras de nuestras carreteras que no han sido subsanadas antes de ser la causa de una salida forzosa, por la precariedad del suelo, un choque frontal por mala señalización o una inapropiada gestión de los responsables, encargados del mantenimiento.
Sea por una u otra causa el porcentaje es abrumador. Las constantes campañas publicitarias llevadas a cabo por la DGT, sólo han conseguido llegar al subconsciente de los conductores durante el pequeño espacio de tiempo que dura su emisión. La crudeza de las imágenes sólo han servido para darles a entender qué en cualquier momento, pueden ser ellos la próxima victima.
El problema sigue estando ahí delante, acechando tras una curva, un cambio de rasante o un adelantamiento suicida. La concienciación es el primer aspecto que ahí que analizar para empezar a obtener resultados, enseñar a conducir desde el inicio con respeto al vehículo que va a ser nuestra herramienta de transporte en el trabajo, asueto o movilidad. Fundamentar la noción del peligro antes de qué esté nos sorprenda, mediante análisis de reflejos o visualización anticipada en diferentes imprevistos al volante.
No hay que tener prisa por llegar cuando se maneja un arma tan mortífera como puede llegar a ser el coche, moto, camión, furgoneta o incluso una bicicleta. El tiempo lo marca sólo la señal que tenemos delante, el resto es imprudencia o temeridad. Esa irresponsabilidad que nos puede llevar a ser la causa del sufrimiento de un inocente desconocido, de nuestras familias o de las que se vean involucradas en ese hipotético accidente.
El miedo no es un buen aliado del conductor porque termina por agarrotarlo de tal manera que llegué a ser peligroso e imprudente. Adelantar un vehículo es una tarea que a pesar de resultar una de las más repetidas, no es por ello menos complicada, al ser en la que se ven inmersos diferentes aspectos de la buena conducción como son, la velocidad, la visibilidad, el estado de la calzada, las inclemencias del tiempo, la potencia del vehículo adelantado y la del que hace la maniobra de adelantamiento, la vista, el oído, las manos firmes al volante y la posición del conductor, el estado de ánimo y como no, el despropósito de haber ingerido alcohol u otras sustancias dependientes.
Las estadísticas marcan el transcurrir de las cosas, las situaciones por analogía que debemos de tener en cuenta para aportar medidas que subsanen los problemas en los que podemos incurrir. Tal vez por ello, me he permitido escribir este pequeño análisis, por creer que tengo la obligación moral y ética de pedir lo que yo no tuve oportunidad de tener.
Reclamo el privilegio de gozar de una ausencia prolongada de lágrimas de dolor, por la pérdida de gente en las carreteras, por el sufrimiento de las familias de las victimas mortales o físicamente impedidas, por no escuchar el sonido del timbre o el teléfono preguntando por alguien que no está en casa.
El recuerdo me hace caer en el mal ejemplo de exigir y exijo, unas condiciones óptimas en nuestras carreteras sean secundarias o no; el paisaje se verá menos dañado sin chatarra en el arcén; una señalización acorde con las necesidades de la conducción en diferentes tramos y algo importante, unas campañas visuales, radiadas y con amplios carteles en sitios estratégicos que, sin ser causa de despiste al conductor, le recuerde que su vida es lo más importante y único que realmente llegará a poseer nunca.
No hay motivos para que todas esas campañas que exijo sólo salgan a la luz en determinadas épocas del año, deberían de ser como las de las marcas comerciales más famosas, hasta en la sopa. Esa es la única forma de mantener a los conductor@s alerta constantemente, adaptándolas a la recepción del carnet para que l@s jóvenes asimilen desde el principio, la responsabilidad que asumen y el comportamiento adecuado en cada momento.

Juan Antonio Sánchez Campos
de “Desvaríos de Opinión”
02 Diciembre/2012

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