La filosofía como ciencia debe ser respetada y protagonista esencial
además de la asignatura que nos enseñe a reflexionar, no una nota a la que
sumar para aprobar por un simple suficiente es tan indispensable como oportuna
en estos momentos y en todas las interpretaciones de los rumbos o movimientos
sociales. Porque el valor del pensamiento humano es imprevisible, capaz de
ordenar una serie de aptitudes afectas con el resto de los individuos de su
mismo entorno o la desafección con otros a los que se les cree diferentes. Es
esta simple concepción de las causas que nos llevan a adoptar conclusiones que
pueden tener efectos colaterales altamente peligrosos. Lo que deberíamos tratar
de implantar a los que en un futuro serán nuestros gobernantes y muy diversos
profesionales, los que en definitiva, tendrán la labor de seguir investigando
en la mente de sus descendientes como ahora deberían hacer las sociedades en
relación a la necesidad de atender la demanda de inmigrantes que a la postre
serán los generadores de economía en los diferentes países en los cuales se
asienten.
Desde el punto de vista práctico colapsamos la realidad por simple
proteccionismo, abusando de iniciativas populares que solo buscan crear la polémica
suficiente para pasar desapercibidas por la insensatez de sus opiniones.
Durante siglos el ser humano ha ido abasteciendo su historia mediante la pluralidad
de las sociedades, algunas de ellas con verdadero afán imperialista buscaban la
riqueza y la mano de obra barata que les aprovisionase de sus necesidades
básicas sin mover un ápice su integridad física; una concepción arraigada de lo
que siempre ha significado la supervivencia de los países más históricamente
poderosos que veían en la supremacía de su clase la longevidad de sus valores.
Sin duda, revisando acontecimientos pasados podremos encontrar la pura
realidad del crecimiento de países que sin la inmigración estarían condenados a
la pobreza cultural y la vulgaridad creativa. En estos momentos la situación se
nos antoja sustancialmente desaconsejable, pero a la postre, en cuestión de
pocos años, la sociedad española será taxativamente vieja y sin los que ahora
despreciamos el equilibrio sostenido de bienestar social no será posible.
Miremos entonces hacie el futuro, consideremos la ventaja que se nos
ofrece con instrumentos adecuados, buscando pactos con los países que confluyen
en un viejo continente, una unión de naciones que no quieren darse cuenta de
que con el paso del tiempo estarán sometidas de nuevo a las potencias
emblemáticas de los últimos siglos y los mercados asiáticos se frotarán las
manos al unísono que el siempre acechante potencial americano.
Sí a la libertad de expresión pero no todo
vale. Es de razón que la monarquía está obsoleta, anacrónica o añeja resulta
igual de inútil mantenerla como algo
intocable, merecedor de un respeto diferente al de cualquier ciudadano de un país
que ya no acepta como indispensable al sistema democrático actual darle
privilegios a quién no contribuye en nada al progreso económico del país ¡O es
diplomático manifestar que sin la presencia del Rey los pactos empresariales no
se hubiesen podido haber llevado a cabo?
Todo dicho con el máximo respeto a quienes
creen en el sistema monárquico como salvaguarda de sus derechos, algo incierto
por otra parte, como respetables son también los que optan a una fe distinta a
la católica o a ninguna en cuestión, que también los hay ¿Injurias capaces de
llevar a la cárcel a alguien que no piensa de la misma forma que el Papa o el
Rey? No, en estos momentos sería ridículo mantener este proceder jurídico y
pasaríamos a seguir en las primeras filas de los que son el hazmerreír judicial
de Europa; estaríamos contribuyendo a mantener intactas normas que sin duda, se
asemejan a imposiciones antiguas de malos recuerdos a la sociedad española.
Lo de
ofensas a la corona o atentar contra los sentimientos religiosos ya es una
pantomima sin valor alguno en estos tiempos, las sociedades han evolucionado,
al igual que deben hacerlo las instituciones y los aparatos de fe o los
seguidores optarán por sentirse desplazados del resto o simplemente diferentes
a los demás, como si de una secta se trate.
No se puede enfrentar a una sociedad por
pensar diferente. Pero con el tema de la apología del terrorismo ya la cuestión
cambia de manera fulgurante; esa temática es totalmente diferente, terrorismo
es muerte, masacre, sangre, estupor y dolor, esa cuestión sobre lo que es o no
enjuiciable pasa por que la apología del terrorismo siga siendo causa de seguir
manteniendóse como ilegal, por el bien y la legitima protección social, los
ciudadanos y ciudadanas de este país, los que han vivido décadas de terror
manifiesto por el hedor de la pólvora y el sonido de las pistolas no está a
favor de legalizar la libertad de expresión con la apología al terrorismo, son
cosas diferentes lo de quemar una bandera de un rey que se siente no es el suyo
o creer en una rama en lugar de una visión personal de cada cual. Es muy
distinto querer, tras años de miedo que algunos jóvenes que no vivieron aquél
drama intenten ahora levantar un muro sobre la memoria de los que fueron
salvajemente asesinados por el terrorismo cobarde de hace apenas unos años. jasc
No hay comentarios:
Publicar un comentario