martes, 30 de octubre de 2018

Filosofía e inmigración


La filosofía como ciencia debe ser respetada y protagonista esencial además de la asignatura que nos enseñe a reflexionar, no una nota a la que sumar para aprobar por un simple suficiente es tan indispensable como oportuna en estos momentos y en todas las interpretaciones de los rumbos o movimientos sociales. Porque el valor del pensamiento humano es imprevisible, capaz de ordenar una serie de aptitudes afectas con el resto de los individuos de su mismo entorno o la desafección con otros a los que se les cree diferentes. Es esta simple concepción de las causas que nos llevan a adoptar conclusiones que pueden tener efectos colaterales altamente peligrosos. Lo que deberíamos tratar de implantar a los que en un futuro serán nuestros gobernantes y muy diversos profesionales, los que en definitiva, tendrán la labor de seguir investigando en la mente de sus descendientes como ahora deberían hacer las sociedades en relación a la necesidad de atender la demanda de inmigrantes que a la postre serán los generadores de economía en los diferentes países en los cuales se asienten.
Desde el punto de vista práctico colapsamos la realidad por simple proteccionismo, abusando de iniciativas populares que solo buscan crear la polémica suficiente para pasar desapercibidas por la insensatez de sus opiniones. Durante siglos el ser humano ha ido abasteciendo su historia mediante la pluralidad de las sociedades, algunas de ellas con verdadero afán imperialista buscaban la riqueza y la mano de obra barata que les aprovisionase de sus necesidades básicas sin mover un ápice su integridad física; una concepción arraigada de lo que siempre ha significado la supervivencia de los países más históricamente poderosos que veían en la supremacía de su clase la longevidad de sus valores.
Sin duda, revisando acontecimientos pasados podremos encontrar la pura realidad del crecimiento de países que sin la inmigración estarían condenados a la pobreza cultural y la vulgaridad creativa. En estos momentos la situación se nos antoja sustancialmente desaconsejable, pero a la postre, en cuestión de pocos años, la sociedad española será taxativamente vieja y sin los que ahora despreciamos el equilibrio sostenido de bienestar social no será posible.
Miremos entonces hacie el futuro, consideremos la ventaja que se nos ofrece con instrumentos adecuados, buscando pactos con los países que confluyen en un viejo continente, una unión de naciones que no quieren darse cuenta de que con el paso del tiempo estarán sometidas de nuevo a las potencias emblemáticas de los últimos siglos y los mercados asiáticos se frotarán las manos al unísono que el siempre acechante potencial americano.
Sí a la libertad de expresión pero no todo vale. Es de razón que la monarquía está obsoleta, anacrónica o añeja resulta igual de inútil   mantenerla como algo intocable, merecedor de un respeto diferente al de cualquier ciudadano de un país que ya no acepta como indispensable al sistema democrático actual darle privilegios a quién no contribuye en nada al progreso económico del país ¡O es diplomático manifestar que sin la presencia del Rey los pactos empresariales no se hubiesen podido haber llevado a cabo?
Todo dicho con el máximo respeto a quienes creen en el sistema monárquico como salvaguarda de sus derechos, algo incierto por otra parte, como respetables son también los que optan a una fe distinta a la católica o a ninguna en cuestión, que también los hay ¿Injurias capaces de llevar a la cárcel a alguien que no piensa de la misma forma que el Papa o el Rey? No, en estos momentos sería ridículo mantener este proceder jurídico y pasaríamos a seguir en las primeras filas de los que son el hazmerreír judicial de Europa; estaríamos contribuyendo a mantener intactas normas que sin duda, se asemejan a imposiciones antiguas de malos recuerdos a la sociedad española.
 Lo de ofensas a la corona o atentar contra los sentimientos religiosos ya es una pantomima sin valor alguno en estos tiempos, las sociedades han evolucionado, al igual que deben hacerlo las instituciones y los aparatos de fe o los seguidores optarán por sentirse desplazados del resto o simplemente diferentes a los demás, como si de una secta se trate.
No se puede enfrentar a una sociedad por pensar diferente. Pero con el tema de la apología del terrorismo ya la cuestión cambia de manera fulgurante; esa temática es totalmente diferente, terrorismo es muerte, masacre, sangre, estupor y dolor, esa cuestión sobre lo que es o no enjuiciable pasa por que la apología del terrorismo siga siendo causa de seguir manteniendóse como ilegal, por el bien y la legitima protección social, los ciudadanos y ciudadanas de este país, los que han vivido décadas de terror manifiesto por el hedor de la pólvora y el sonido de las pistolas no está a favor de legalizar la libertad de expresión con la apología al terrorismo, son cosas diferentes lo de quemar una bandera de un rey que se siente no es el suyo o creer en una rama en lugar de una visión personal de cada cual. Es muy distinto querer, tras años de miedo que algunos jóvenes que no vivieron aquél drama intenten ahora levantar un muro sobre la memoria de los que fueron salvajemente asesinados por el terrorismo cobarde de hace apenas unos años. jasc

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