martes, 23 de octubre de 2018

Crédito, justicia y voluntad social

Madrid, 23 Octubre 2018
Cuando la sociedad se activa ha dado siempre muestras de una gran voluntad pacifica, demostrando con ello la conciencia de saber utilizar las herramientas de la democracia en favor de sus intereses. Motivo por el cual se nos conoce en toda Europa y en el resto del mundo con una reputación de enorme valor social, la cual nos identifica como protectores de los derechos humanos en un momento político realmente problemático; una época de la historia que no pasará precisamente como la de más concordia social y sí por el avance de las ideologías extremistas en todos los rincones de un mundo que se dice global, en un entorno cívico y plural capaz de sostener el progreso de un futuro desolador, si antes no se equilibran las fuerzas de unas mayorías comprometidas con la igualdad de derechos y oportunidades, una interacción entre países con economías potencialmente fuertes, algunos de ellos con imposiciones a su ciudadanía tan agresivas como subversivas, otros con un potencial sin utilizar e incluso algunos, los más pobres, colapsados por gobiernos autoritarios y dictatoriales que utilizan los recursos del pueblo en favor de sus intereses personales; es por tanto más que asegurable que de no confluir medidas compatibles de distribución de la riqueza con un equilibrio sostenido entre progreso y naturaleza, el fiasco será imprevisible.
A pesar de toda la penuria cumulada en esta última década, podemos disfrutar de una España que para muchos escépticos en su día no pudieron ni siquiera imaginar y para otros ha sido el sueño de un futuro hecho realidad, con sus valores y defectos como consecuencia del paso del tiempo por renovar. Ante la proximidad de celebrar la cuarta década de una Constitución forjada en los valore sociales de un pueblo que se mantenía con las manos atadas por la dictadura, conseguimos salir adelante confluyendo ideologías hasta entonces enemigas, las cuales creyeron en una nueva manera de hacer política, de mantener la paz y de comenzar mediante el diálogo a hacer de nuestro país un modelo emblemático de Transición. Coincidiendo con tal aniversario vemos con suma preocupación elementos adversos que quieren separar el Estado, protagonistas que sin la Constitución y la libertad de opinión nunca hubiesen podido generar tanta discordia creen ahora que, con la intervención de un ex Presidente a través de la pantalla de un ordenador, fugado por cobardía, van a conseguir lo que a todas luces es el onírico sueño de un oportunista “emplasmado”.
Y es que como dice nuestro refranero, “en todos los sitios cuecen habas”, los británicos van por el mismo camino en su afán por separarse del resto, en está ocasión de una Unión Europea creada para frenar el imperialismo yankee o la expansión de los mercados asiáticos, creando una sola divisa con la que competir en igualdad y no plegarse como hasta entonces al “impoluto dólar americano”; ese ímpetu separatista con un Brexit que se les escapa de las manos, un intento de asumir supremacía económica en Europa que puede costarle una grave escisión política una vez entendido por la ciudadanía que las contras superan al pro en sus gestiones.
Cuando estábamos demostrando a Europa que la independencia de nuestra justicia observaba una clara reputación de benefactora en las causas ilegales que afectan a la sociedad, viene el varapalo de la indecisión por parte de los tribunales de justicia, la duda se nos ha venido encima de manera alarmante. Tras años de avarientos beneficios por una simple anotación, comisiones gestionadas por las grandes bancas para obtener pingües beneficios a costa nuestra, ahora el Tribunal se muestra débil a la Bolsa, algo inédito en Justicia; la pura realidad es que la Justicia debe proveer a la ciudadanía de herramientas básicas de protección frente a la ligereza de las entidades bancarias por gestionar lo que deseen, cuando deseen y como mejor les convenga. Bastantes pruebas de competencia desleal están haciéndole a las Corredurías de Seguros y a las propias compañías aseguradoras imponiendo sus propios productos a la hora de contratar una hipoteca, cuando en cualquier compañía seguradora, basta con una cláusula de cesión de derechos a favor de la entidad que otorga el préstamo por el valor del mismo para solventar la oficialización de sus servicios. Pues no, además del seguro viene la tarjeta, el plan de pensiones, el seguro de vida y el engaño de que las gestiones no sufrirán comisiones si se obedece a la concepción de la hipoteca al estar sujetos todos estos servicios al aumento del porcentaje de revalorización de la prima.
Vista la posible repercusión sobre sus productos hipotecarios, ya se tomarán los bancos muy en cuenta asociar sus imposiciones de alguna otra manera que les repercuta lo que por medio del pago de los Actos Jurídicos Documentados no satisfarán de salir la sentencia en firme como todos esperamos, no parece dejar de ser una toma de aire para el Supremo no querer dar por sentado que “donde se dijo Diego, Diego se queda y no Rodrigo”. Miedo pueden comenzar a tener los futuros prestatarios en sus hipotecas, demasiados privilegios otorgadas a la banca que no nos devolvió ni una cuarta parte de lo que nos costó sacar los a flote, desde la subida de interés, a la comisión de estudio del préstamo, a la implicación presumible de las tasaciones oficiales o al mantenimiento en el manejo de sus acostumbradas decisiones sobre diferentes tarjetas, seguros varios y planes diversos; de lo que podemos estar seguros es que sacarán de nuestro bolsillo y de sus mentes agudas la manera de satisfacer sus nunca bastantes beneficios.
Pero en estos casos como diría otro refrán “las cosas de Palacio van despacio”, en está ocasión el espacio es el Judicial, mantendremos alertos los sentidos y no alberguemos esperanzas que después podrían darnos un serio disgusto. Esperemos a firmar nuestra hipoteca, a valorar los requisitos y después, sólo entonces, optemos por lo que más nos interesa sin malograr nuestro tiempo en acercarnos tan solo a una ventanilla de una sucursal, el mercado bancario se considera libre y nosotros deberíamos de ser los que disfrutásemos de esa libertad por el bien de una sociedad harta de tanto “mangoneo”. jasc




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