lunes, 9 de julio de 2012

LA POESÍA


Algo que aprendemos como individuos sociales, que puede llegar a ser un modo de vida conscientes, una forma de pensar distinta o una fórmula precisa para reconducir nuestros sentimientos y expresarlos de una manera exclusiva, de nosotros solos, es la poesía.



CUENTO

Hubo una vez un país llamado España

Allá por el año 2012 hubo un país llamado España que mantenía una lucha sin igual contra los coeficientes, porcentajes y bajadas de presupuestos, Sobre sus ciudadanos pendía la espada de un Gobierno que aspiraba a quebrantar cualquier ley que le impidiera hacerse con los pocos ahorros de los ciudadanos, exprimiéndoles hasta el último céntimo que guardaban en sus ajados bolsillos.
Destacaba la avaricia del poder sobre la humildad de los menos privilegiados; no había clases medias tan sólo los muy ricos y los necesitados que buscaban un pequeño resquicio de calidad de vida. Existía un prepuesto que marcaba la llamada Política de Pensiones, que empezó a marcar la vida de aquellos que combatían la falta de riqueza, una cantidad que ascendía de forma diabólica año tras año mermando el bienestar de las familias. En ese tiempo los órganos que dirigían el rumbo del pueblo dijeron que había subido el gasto, hasta un 3,2% de aquellos de la época; a esto se le sumaron casi seis millones de personas que no cotizaban al definido como Régimen de la Seguridad Social, un sistema que les daba protección ante las enfermedades y los males que les pudieran sobrevenir. Un matemático de los de entonces puso en una balanza las dos sacas y está se venció del lado de los no cotizantes. El resultado era sencillo dijo después el ábaco, siempre saldremos perdiendo sino trabajamos; el problema surgirá constantemente hasta que la lista de los no cotizantes mengue y para eso la próxima cosecha de inversiones debía aumentar.
Dos claros ejemplos que llegaban al mismo punto de inflexión que hacían al feudo representativo buscar en otros sectores de la población dinero para sus arcas. A esa conclusión llegaron los señores tras rebanarse los sesos pensando en soluciones acertadas para ellos, que no dejase en la quiebra el territorio de España y quedar débil para ser atacada por el resto de naciones que conformaban la llamada Unión Europea.
Mientras todo esto pasaba, en un país llamado Alemania se encargaban de avisar al entonces Presidente que serían intervenidos en un corto espacio de tiempo, sino lograban llegar a los límites que les marcaron en el crecimiento de su cosecha. Los habitantes de España se preguntaban como habían llegado a depender de esa forma tan humillante de las decisiones de otros, un país como el suyo, que siempre se sintió rayano en un bienestar social casi correcto no podía ser que, de la noche a la mañana, fuera tratado de segunda categoría en el escalafón del crecimiento económico de sus finanzas.
La mentira fue la causa de tanta desolación, una mentira constante durante los días que pasaron hasta la proclamación de los nuevos dirigentes, una mentira escondida tras el telón de un escenario creado para ello. Una mentira que supieron tapar alevosamente diciendo sacar al país de una crisis que afectaba de forma imperiosa a su hacienda y que después de conseguir los objetivos que tenían previstos, transformaron en ajustes, recortes, reformas y leyes de amnistía a su antojo. El reflote de los mercados de las finanzas les lanzó al descontrol de no cuidar a sus ciudadanos como se merecían, tan sólo con los ojos puestos en el fondo del arcón que se iba llenando con las esperanzas perdidas de la clase no rica. Pero la mentira siguió su curso, los impuestos subieron, los gastos más elementales de los hogares se hicieron insufribles y la gente comenzó a pasar penuria.
Y como era previsible ocurrió; no se puede vivir en una mentira constante pues tarde o temprano, la verdad sale a relucir. Comenzaron los recortes. A aquellos que un día tuvieron la valentía de trabajar para las administraciones, tuvieron la desgracia de caer en las redes de unos soberbios, negándoles el pago de la deuda que tenían contraída con ellos si está pasaba de una cierta cantidad. Pagaban a regañadientes en algunos casos por debajo de la deuda sin explicación alguna. Así gobernaban estos señores, todo valía si era para mejorar las proposiciones hechas a una poderosa dama de un país fuerte llamado Alemania.
No hubo lugar a protesta alguna, nadie se salvó de las garras hambrientas y ambiciosas de un recaudador insaciable, el Estado. El gasto en innovación y desarrollo menguó en más de un 25%, dejando a una gran parte de centros de investigación, que financiaban las llamadas administraciones, con las probetas a medio camino entre el microscopio y la cámara frigorífica del laboratorio, donde se almacenaban multitud de avances en la cura de enfermedades. Unos trabajos costosos que quedaron a medio hacer y que dejaron a los enfermos de males como el Alzheimer, Parkinson, demencia vascular, cáncer, cuerpos de Lewy y numerosas enfermedades más de las cuales se tenía constancia de los avances y logros conseguidos hasta ese momento. Muchos de esos laboratorios quedaron cerrados, sin calor ni inteligencia humana que siguiera trabajando con tan buenos resultados como los hasta entonces conseguidos.
A la zaga le siguieron enfermos crónicos de otras características, como los adictos (drogodependientes, alcohólicos), pacientes con enfermedades raras, Síndrome de Down, etc. Todos con un gasto social elevado debido a su enfermedad y los daños colaterales que las mismas suponían (degradación familiar, tratamientos, terapias), todo quedo prematuramente olvidado por aquellos que seguían en su premisa de recaudación sin descanso.
El país estaba triste, apático, malhumorado, despedazando familias a causa de la falta de dinero, expectativas de trabajo y esperanza; pero parecía que todo daba igual, el prestigio del poder en España estaba en juego y no estaban dispuestos a perderlo por nada. La educación, el conocimiento y la cultura no les afectaban en su misión de llegar al compromiso adquirido, reajustaban sobre lo ajustado sin atender el crecimiento que se iba degenerando a pasos agigantados. Era una guerra sin cuartel contra el tiempo, la obligatoriedad de llegar a cubrir el expediente del juramento realizado a países extranjeros.
La ciudadanía se hacinaba en largas colas, esperando la llegada de algún enérgico capataz que les gritara, pidiendo mano de obra para empezar un trabajo por precario que fuese. Tan sólo aspiraban a poder llevar algo de dinero a sus hogares, comprar lo más esencial para llevarse a la boca; todo les valía para seguir adelante sin quejarse de ello, a pesar de una Ley de Reforma Laboral que sacaron para darle más poder a los patrono
No entendían esos señores que España y su crisis estaban por encima de cualquier tipo de batalla ideológica. La situación económica que afectaba al sector del mercado laboral y dejaba en posición precaria a muchas familias, merecía un exhaustivo análisis que devolviera a sus gentes la estabilidad social y calidad de vida pérdidas.
La única forma veraz de atender las necesidades del mercado era la colaboración de todos los partidos políticos con el mismo objetivo común; sin desavenencias que iban atrasando soluciones apremiantes. Tardaron mucho, mucho tiempo en darse cuenta de su grave error, aún hoy seguimos pagando el atraso al que nos llevó la incompetencia de unos señores encaramados en el poder. Aquella Sra. Merkel es la acreedora por naturaleza de un país que está saliendo de una depresión incalificable a la que nos fue guiando para hacernos sus más obedientes súbditos, mano de obra y conocimientos que le salieron baratos y que ahora nosotros pagamos a pesar de ser investigadores nuestros los que lo descubrieron, arquitectos que diseñaron sus edificios, médicos que trataron sus enfermedades y familias que se disgregaron sin remedio.
Los libros se apilaron a las estanterías de unas aulas casi desiertas, tan sólo algún esporádico ciudadano de bien osaba abrir un tomo para atender su curiosidad, apenas saciada por la presión de sus hojas. Grandes naves que fueron cines, cerradas por clausura de voto propio de sus propietarios, agobiados por la ausencia en sus butacas.
Y así fue como España, uno de los países con una educación, conocimiento y cultura inigualables, puntera en el llamado Viejo Continente, península inigualable con dos mares y un océano en su entorno, tierra de descubridores, quedose relegado a otra posición en el escalafón de una inventada Unión Europea. Aún resuenan en nuestros oídos las voces de aquellos señores del PP diciendo “más dinero, aún queda margen para el recorte, más dinero”. Hasta aquí puedo contar amig@ mí@, colorín colorado, esté cuento todavía no ha comenzado, pero entonces…
Juan Antonio Sánchez Campos








LA VERGÜENZA 

La descontrolada actuación del ser humano ha ido degenerando progresivamente en la perdida de valores éticos e inherentes a la convivencia de la sociedad. Pero ni siquiera hemos llegado a darnos cuenta que uno de ellos, la vergüenza, ha ido perdiendo valor con el paso de los años, bien por los designios que nos marca la política anti-integradora o bien por la apatía de la sociedad que ha consentido ser relegada al plano del ostracismo. La vergüenza está desapareciendo sin remedio. La desvergüenza aflora entre nosotros como vehículo de rebeldía de los ciudadanos con el momento que viven.
Juan Antonio Sánchez Campos
21 Julio de 2012









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