martes, 25 de septiembre de 2012

Artículo de opinión



DEL MODELO ACTUAL AL MODELO IDEAL

El despropósito está servido en bandeja. Han bastado unos días de especulación constante tras la movilización independista en Cataluña, alentada por las declaraciones de su máximo exponente político en esa comunidad autónoma, el Sr. Arthur Mas, para reinvertir pasados.
A la espera de una reacción inmediata de los mandos del ejercito, que desautorice lo dicho por algunos miembros de una de sus asociaciones de jubilados y personal de reserva, las palabras pronunciadas sobre el legitimo derecho de los españoles a la libertad de expresión de su ideología, han demostrado una vez más que, aun viviendo en una sociedad democrática, algunos todavía siguen manteniendo unos ideales que asemejan demasiado a una dictadura.
Un tema tan delicado como es la independencia, no puede ser tratado a la ligera de una forma tan ignominiosa por unos señores que debieran meditar sus palabras antes de lanzarlas con tanta soltura, difamando los derechos de los ciudadanos. No se puede tratar de poco más que rebeldes a quienes piden un sistema republicano, dentro de la legalidad y las normas democráticas; como tampoco se puede definir de renegados a quienes piensan en la independencia -si bien es cierto que no es el momento adecuado-, cualquier opinión que no afecte los derechos de la mayoría es legitima de escuchar y debatir como se merece.
Lo que está claro es que, desde la crisis que afecta a nuestro país, las declaraciones que escuchamos o leemos en los medios de comunicación, son cada vez más resultado de un delirio social constante. Bien por el desasosiego que sufrimos esperando la mañana de los viernes para sufrir un nuevo atentando al bienestar social de los ciudadanos, por un Consejo de Ministros que saque a la luz otra propuesta de reformas o ajustes; bien por las declaraciones de unos personajes anclados en sus ancestrales normas castrenses y se permiten imputarlas a la sociedad civil;  bien por una Presidenta de Castilla-La Mancha que se atreve a buscar el paralelismo de una huelga contra la gestión política del Sr. Rajoy, con un golpe de Estado; o bien por una Delegada del Gobierno en Madrid, a la que a pesar de tener los cables del estadio de fútbol del Rayo Vallecano a un metro de sus ojos, no tiene la valentía suficiente para decir no solo que es un sabotaje en toda regla, sino que no se tiene en cuenta la seguridad de los aficionados en un evento deportivo. ¿Qué hubiera sucedido si en vez de cortar los claves eléctricos hubiesen colocado un artefacto explosivo? Por favor, seamos un poco coherentes y pongamos a dirigir la seguridad política y ciudadana de los españoles a personas competentes.
Hay que cambiar el modelo del puzzle social de inmediato porque el Exim castillos se ha quedado obsoleto.
Juan Antonio Sánchez Campos


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