sábado, 7 de diciembre de 2019

No siempre “ok boomer”


La nueva forma de combatir la escasez de vivienda ante el desproporcionado precio del alquiler nos induce a un mercado que importamos del exterior, producto de otras sociedades que basan su conocimiento en la convivencia con otras diferentes, no por escasez de recursos económicos sino con la intención de implementar sus valores personales desde la experiencia en interacción cultural.
Ha salido al mercado inmobiliario el coliving, una palabra más de las que ahora solemos oír en cualquier ámbito derivado de creer que todo es progreso, falsas expectativas de calidad de vida o independencia de nuestros jóvenes y que esconde tramas de negocio inmobiliario a buen precio con el pretexto de que se origine una novedad, venida a enlazar con el coworking que en algunos lugares de Inglaterra o América se hizo patente con la intención de salvaguardar los intereses empresariales dentro de un mismo edificio, custodiando la plantilla de trabajadores y trabajadoras en un espacio reservado para su firma; claro que las horas extraordinarias, la avaricia del empresario y otros motivos aun por descifrar, dieron con la ventaja de tener en todo momento la mano de obra cercana, que mejor para tal empeño que ponerles una habitación, un baño y una cámara de vigilancia en el comedor, el gimnasio o la cocina compartida.
El lenguaje avanzado de las redes referido a las generaciones de los setenta denominada generación Z, influidos por estas y en defensa de la aparente forma despectiva con la que les tratamos, reflejo de una suficiencia incomprendida por las partes,, se limitan a decirnos “ok boomer,” o sea, ignorantes de las tecnologías u obsoletos laboralmente, relacionado con una posible mala interpretación de las verdaderas ambiciones de los adolescentes no lo niego, nos queda al menos el sentido común suficiente para avisar sobre el riesgo de caer en estas argucias inmobiliarias.
Y es que ya ha pasado en nuestro país con la venta de semanas en propiedad de una casa en la playa, un producto extraño del sector inmobiliario de finales de los noventa denominado Multipropiedad, ahora nos dicen que es mejor para nuestro bolsillo gastarnos el pecunio en una habitación, al fin y al cabo es dormir lo único que hacemos tras trabajar por un miserable salario, tener unos minutos para la higiene personal y comer en armonía, si es posible dado el carácter que cada cual tiene o las manías que todos tenemos, además de quemar algo de energía o mejor dicho, mal humor, en subir y bajar las piernas al ritmo de música digamos cabezona que ya nos sale pro las orejas y no deja pasar el ritmo de la grandeza pasada con músicos variados; si además de eso tenemos que ver el canal de televisión que cada uno quiera en el salón del gran living pues seguramente, puede pasar cualquier cosa menos tener una plácida tarde de lectura; claro que para eso tenemos nuestros doce metros de habitación y cuatro metros de un baño con lo justo porque el recibo del agua, la luz compartida y los electrodomésticos obsoletos tendrán que ser abonados por alguien digo yo, aunque me parece que el propietario tendrá bien organizado este asunto.
Para acabar tengo que decir que me parece algo realmente incomodo tener que guardarme lo que pienso sobre estas formas de vida, no estamos en un colegio de pago, ni somos reclutas de obligación, ni tan solo universitarios de campus con una beca interna, pero si puede que seamos reclusos de nuestros errores si acogemos esta nueva forma de vida entre nosotros, esclavos de los deseos del mercado inmobiliario y ajenos a la realidad de una sociedad que se sentirá al fin y al cabo parcelada, vigilada, falta de la libertad e independencia a la hora de poder formar una familia como cualquier sociedad más o menos avanzada pretende.
No dejemos que el progreso sea esto, que se limite a limitar nuestra forma de vida, tenemos que luchar por una vivienda digna, un salario acorde con las demandas del progreso y una prole venidera que pueda seguir adelante en la proyección de una vida mejor para todos los que habitamos este planeta.
Para ello no es necesario que me digáis “ok boomer” como si de un chiflado se tratase, ni penséis que la interacción cultural someto a un análisis desafecto, el empoderamiento de los jóvenes no esta en duda cuando hablamos de progreso tecnológico, lo único que debe tratarse con absoluta cordura es hacia dónde dirigimos nuestra intención futura de progresar socialmente y para ello nada mejor que seguir adelante en el avance del conocimiento, en la diversidad cultural y en respetar la llegada de toda aquella persona que venga a aportarnos sus valores. De momento este es un simple mensaje de atención para decir que no todo lo que viene del exterior es presumible de ser beneficioso ni tampoco todas las personas que vienen debemos pensar que son iguales.
Ante la perspectiva que se nos viene encima con la revolución tecnológica debemos tratar de ser coherentes y ver lo primordial en su esencia, sin obstaculizar la raíz de una sociedad venidera con la atención a las oportunidades de nuestros jóvenes y adolescentes para mantener intacta la aspiración de formar una familia, sin distinción de sexo, pero sí de humanidad suprema para proteger sus intereses; a tener en cuenta de forma innegociable la adquisición de vivienda sea de alquiler moderado a los salarios o en propiedad, plausible de ser aportada por las administraciones competentes. Si queremos ser progreso tenemos que ser razonablemente justos y si el objetivo es avanzar, tenemos que usar el sentido común necesario para lograrlo.  Lo dicho, no digáis “ok boomer” a las primeras de cambio y entender a los de una generación anterior como ellos deben tratar de entender a sus sucesores.  jasc

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