La nueva forma de combatir la escasez de vivienda ante
el desproporcionado precio del alquiler nos induce a un mercado que importamos
del exterior, producto de otras sociedades que basan su conocimiento en la
convivencia con otras diferentes, no por escasez de recursos económicos sino
con la intención de implementar sus valores personales desde la experiencia en
interacción cultural.
Ha salido al mercado inmobiliario el coliving, una
palabra más de las que ahora solemos oír en cualquier ámbito derivado de creer
que todo es progreso, falsas expectativas de calidad de vida o independencia de
nuestros jóvenes y que esconde tramas de negocio inmobiliario a buen precio con
el pretexto de que se origine una novedad, venida a enlazar con el coworking que
en algunos lugares de Inglaterra o América se hizo patente con la intención de
salvaguardar los intereses empresariales dentro de un mismo edificio,
custodiando la plantilla de trabajadores y trabajadoras en un espacio reservado
para su firma; claro que las horas extraordinarias, la avaricia del empresario
y otros motivos aun por descifrar, dieron con la ventaja de tener en todo
momento la mano de obra cercana, que mejor para tal empeño que ponerles una
habitación, un baño y una cámara de vigilancia en el comedor, el gimnasio o la
cocina compartida.
El lenguaje avanzado de las redes referido a las
generaciones de los setenta denominada generación Z, influidos por estas y en
defensa de la aparente forma despectiva con la que les tratamos, reflejo de una
suficiencia incomprendida por las partes,, se limitan a decirnos “ok boomer,” o
sea, ignorantes de las tecnologías u obsoletos laboralmente, relacionado con
una posible mala interpretación de las verdaderas ambiciones de los
adolescentes no lo niego, nos queda al menos el sentido común suficiente para
avisar sobre el riesgo de caer en estas argucias inmobiliarias.
Y es que ya ha pasado en nuestro país con la venta
de semanas en propiedad de una casa en la playa, un producto extraño del sector
inmobiliario de finales de los noventa denominado Multipropiedad, ahora nos
dicen que es mejor para nuestro bolsillo gastarnos el pecunio en una
habitación, al fin y al cabo es dormir lo único que hacemos tras trabajar por
un miserable salario, tener unos minutos para la higiene personal y comer en
armonía, si es posible dado el carácter que cada cual tiene o las manías que
todos tenemos, además de quemar algo de energía o mejor dicho, mal humor, en
subir y bajar las piernas al ritmo de música digamos cabezona que ya nos sale
pro las orejas y no deja pasar el ritmo de la grandeza pasada con músicos
variados; si además de eso tenemos que ver el canal de televisión que cada uno quiera
en el salón del gran living pues seguramente, puede pasar cualquier cosa menos
tener una plácida tarde de lectura; claro que para eso tenemos nuestros doce metros
de habitación y cuatro metros de un baño con lo justo porque el recibo del
agua, la luz compartida y los electrodomésticos obsoletos tendrán que ser abonados
por alguien digo yo, aunque me parece que el propietario tendrá bien organizado
este asunto.
Para acabar tengo que decir que me parece algo
realmente incomodo tener que guardarme lo que pienso sobre estas formas de
vida, no estamos en un colegio de pago, ni somos reclutas de obligación, ni tan
solo universitarios de campus con una beca interna, pero si puede que seamos
reclusos de nuestros errores si acogemos esta nueva forma de vida entre
nosotros, esclavos de los deseos del mercado inmobiliario y ajenos a la
realidad de una sociedad que se sentirá al fin y al cabo parcelada, vigilada,
falta de la libertad e independencia a la hora de poder formar una familia como
cualquier sociedad más o menos avanzada pretende.
No dejemos que el progreso sea esto, que se limite a
limitar nuestra forma de vida, tenemos que luchar por una vivienda digna, un
salario acorde con las demandas del progreso y una prole venidera que pueda
seguir adelante en la proyección de una vida mejor para todos los que habitamos
este planeta.
Para ello no es necesario que me digáis “ok boomer”
como si de un chiflado se tratase, ni penséis que la interacción cultural
someto a un análisis desafecto, el empoderamiento de los jóvenes no esta en
duda cuando hablamos de progreso tecnológico, lo único que debe tratarse con
absoluta cordura es hacia dónde dirigimos nuestra intención futura de progresar
socialmente y para ello nada mejor que seguir adelante en el avance del
conocimiento, en la diversidad cultural y en respetar la llegada de toda
aquella persona que venga a aportarnos sus valores. De momento este es un
simple mensaje de atención para decir que no todo lo que viene del exterior es
presumible de ser beneficioso ni tampoco todas las personas que vienen debemos
pensar que son iguales.
Ante la perspectiva que se nos viene encima con la
revolución tecnológica debemos tratar de ser coherentes y ver lo primordial en
su esencia, sin obstaculizar la raíz de una sociedad venidera con la atención a
las oportunidades de nuestros jóvenes y adolescentes para mantener intacta la
aspiración de formar una familia, sin distinción de sexo, pero sí de humanidad
suprema para proteger sus intereses; a tener en cuenta de forma innegociable la
adquisición de vivienda sea de alquiler moderado a los salarios o en propiedad,
plausible de ser aportada por las administraciones competentes. Si queremos ser
progreso tenemos que ser razonablemente justos y si el objetivo es avanzar,
tenemos que usar el sentido común necesario para lograrlo. Lo dicho, no digáis “ok boomer” a las
primeras de cambio y entender a los de una generación anterior como ellos deben
tratar de entender a sus sucesores. jasc
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