sábado, 30 de marzo de 2013


EN EL NOMBRE DE LA MADRE
Lo ético carece de valor en estos momentos para una gran parte de la mayoría católica no por ser menos importantes las circunstancias o el dueño del timón que la dirige adecuado, sino por la absoluta falta de parcialidad en una doctrina debilitada por la corrupción reinante. Eso al menos es lo que la sociedad visualiza en las declaraciones de algunos miembros de la Iglesia atascados en el pasado, increpando a la mujer del siglo XXI como no arraigada en el acto de procreación y poco menos que malsana o delincuente por “usar” el aborto como algo pecaminoso e indigno.
Pero ¿Quién es la Iglesia para confeccionar proyectos de culpabilidad a las mujeres que interrumpen el embarazo por derecho propio? La vida, como la muerte, son hechos en los que nadie puede interferir y eso lo sabe muy bien la curia; no obstante se permiten la ligereza de hablar de ellas con legitimidad propia, atacando a la dignidad de aquellas a las que tan sólo les queda el recurso de abortar –enfermedad congénita, violación, peligro para la madre-. No señores, la libertad es el valor más sagrado y con la ley en la mano nadie tiene derecho a cambiarla al situarse por encima de lo religioso; bien lo saben desde el Vaticano y el nuevo Papa Francisco debe asentar las bases de una buena negociación para no quedarse solo en el altar de las creencias añejas.
Recién llegado al trono de la Iglesia, cuando el Sumo Pontífice no ha tenido aún tiempo de tomar contacto con la realidad que se le presenta –corrupción en su banco, pederastia protegida-, a algunos representantes de su doctrina en nuestro país les acoge un afán de protagonismo insultante. Unas declaraciones que acentúan la brecha que el católico intentaba sortear con la elección de un nuevo Papa y que hacen saltar las luces de alarma de los menos creyentes; eso exactamente, es lo que ha ocurrido con un cardenal español en nuestro país que ha tildado de holocausto y excomunión matemática a las mujeres que lleven a cabo actuaciones derivadas a consumar el aborto.
Craso error en estos tiempos que corren de insatisfacción al que sin duda alguna, intentarán poner remedio por sus propias cuentas.  Cuando la Iglesia tenga su casa limpia, podrá criticar –no en todo- la de su vecino, hasta entonces, mejor utilizar su poder y sus riquezas en sacar a muchos de sus leales seguidores de la pobreza.
Juan Antonio Sánchez Campos
30 Marzo 2013

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